Y ¿qué importancia tiene si Aznar está o no en la campaña?
jueves 08 de mayo de 2014, 18:10h
La verdad es que no acabo de ver la trascendencia de que
Aznar esté o no en algún mitin del PP durante la campaña que se inició esta
madrugada. Aznar ya no cuenta en política, como Esperanza Aguirre, como Felipe
González, como el propio Zapatero, más que para incordiar, en plan -Felipe
dixit-jarrón chino. Así que no me centren la campaña electoral en si el ex se
lleva mejor o peor con el actual inquilino de La Moncloa. Es como decir que
Zapatero viene a animar la campaña de su partido, o que Rubalcaba busca la
sombra protectora del penúltimo presidente del Gobierno socialista. Ahora que
comienza la campaña -y uno, mirón profesional desde hace cuarenta y tres años,
ha padecido unas cuantas--, déjeme decirle que ni Aznar, ni Zapatero, ni
Felipe, pintan ya un comino en los mítines y, ya que estamos, le diré también
que los propios mítines están fuera de la moda y de las exigencias de los
ciudadanos; hemos cambiado, y las campañas electorales también deberían
cambiar, aunque no estoy seguro de que lo están haciendo al ritmo y con la
profundidad requeridos.
El último disparo a mi credibilidad sobre las campañas es
que, como siempre han hecho, andan discutiendo si los principales candidatos se
van o no a enfrentar en un debate ante las cámaras. Como si no fue su deber, y
un derecho de los ciudadanos, acudir a los medios de comunicación masivos -y a
los otros, y a todos-para explicar su programa y confrontarlo con el del rival.
Una reestructuración adecuada de las
campañas debería, a mi juicio, pasar por determinados parámetros:
-Supresión de las limitaciones temporales. Carece de sentido
limitarlas 'oficialmente' a quince días.
-Supresión de las prohibiciones temporales para publicar
sondeos.
-Prohibición de determinadas maniobras políticas durante el
mes anterior a la celebración de elecciones (presentación de una moción de
censura como la que se intenta en Extremadura, por ej).
-Regulación de los debates electorales en las televisiones y
radios, estableciendo la obligatoriedad de un mínimo de ellos.
-Supresión de la jornada de reflexión.
-Facilidades para las campañas 'virales'.
-Acceso igualitario de los medios a la información de los
partidos y a los candidatos.
-Certificación notarial de que se cumplirán las promesas
hechas en campaña.
-Exigencia de información previa por parte de los partidos
sobre sus intenciones de alianza poselectorales.
-Obligatoriedad de celebrar elecciones primarias para cubrir
determinadas candidaturas.
Y, ya que estamos, podríamos caminar hacia el desbloqueo de
las candidaturas electorales, permitiendo a los electores 'ordenar' a su gusto
las papeletas, de manera que pueda votar en primer lugar a quien crea que ha
tenido un mejor comportamiento político.
Estoy seguro de que introduciendo estas medidas -que 'solo'
suponen el fin de la preeminencia de los 'aparatos' de los partidos--,
aumentaría sensiblemente la confianza de los ciudadanos en esas máquinas de
recaudar votos que son los partidos. ¿No le parece a usted?