domingo 27 de abril de 2014, 12:18h
Juan XXIII "el Papa bueno", Juan Pablo II "el Papa viajero"
han entrado en una categoría especial para toda la cristiandad. Ante mil
obispos, seis mil sacerdotes y una enorme
cantidad de dignatarios, el mundo gracias a los medios participó de este
hecho que por sus características entrará en la historia de manera especial:
dos Papas canonizados, dos Papas celebrando, algo nunca visto
Vivimos en un mundo que tiene graves conflictos a nivel
social, países que se desintegran en guerras fratricidas, odios que se
globalizaron; se enteran hoy que dos hombres consagrados son elevados a la
categoría de santos. ¿En qué medida esto adquiere relevancia? ¿Generará algún
tipo de reflexión más allá de ser primera plana?
San Juan Pablo II "el peregrino" a lo largo de su pontificado
le mostró al mundo que no sirve encerrarse, que hay que salir, animarse a
dialogar en el terreno del otro, que no existe enemigo con el que no se pueda
hablar si se tiene la intención de hacerlo, visitó ciento veintinueve países
estando en algunos varias veces, y en un mundo acostumbrado a que los adultos
fueran los motores de las novedades incentivó a los jóvenes a ser ellos los
constructores del cambio. Dos paradigmas que se empezaron a considerar más allá
del espacio de la Iglesia católica.
San Juan XXIII más alejado en el tiempo de nosotros,
inició durante su pontificado el
acercamiento más innovador al mundo del siglo XX, salió de los límites del
Vaticano y modernizó la vida del mismo con
el rejuvenecimiento del Colegio Cardenalicio y la intensificación de las
relaciones diplomáticas del papado con los líderes políticos mundiales. Su
proclamación del Concilio Vaticano II
solo dos meses después del inicio de su pontificado motivó a todos los obispos a buscar un lenguaje más
comprensible para todos a través de la adaptación de la liturgia.
Dos hombres que han
dejado huella no solo en la Iglesia Católica porque durante sus vidas han sido
motores de cambios en la sociedad toda, han sido imitados y también combatidos,
adentro y afuera de la institución. Han tenido injerencia en temas políticos,
sociales y también religiosos, y los hombres que generan cambios o movilizan
conciencias no siempre son entendidos y aceptados, pero siempre dejan huellas.
Pensemos un poco, la Iglesia del siglo XXI se viene haciendo
a través del tiempo, estos dos santos con sus errores y sus aciertos han sido
mucho más que gobernantes de su grey, se los canoniza por su entrega y
compromiso con todos los seres humanos.
Los dos Papas que compartieron la ceremonia siguen sus
pasos. El Papa Benedicto XVI ejemplo de humildad y aceptación de sus limitaciones. El Papa Francisco es
heredero del espíritu renovador y el
incesante hacer de los dos santos, y lo confirmamos cuando nos pide a todos que salgamos al mundo, que no nos quedemos
encerrados, siempre desde una teología de la ternura y el Amor al otro.
Interesante el mirar el hoy de la Iglesia, trascendiendo la
Institución, y aprovechando lo que nos aporta a todos sin distinción de razas,
nacionalidades y credos. Vivimos el resultado de una humanización que
trasciende la pastoral, vivimos celebrando el trabajo por el otro, vivimos en
un mundo realmente angustiante pero lo hacemos con la fuerza de la alegría de
pensar en poder construir un mañana mejor y tratamos de vivir a imagen y
semejanza de lo bueno que nos enseñaron los que creyeron que se puede ser del
mundo sólo estando en Él.
Silvia Cavadini