lunes 31 de marzo de 2014, 10:22h
Este gobierno, en general, hace todo mal, incluso cuando
hace lo que hay que hacer.
La semana que pasó mostró dos hitos en este sentido.
El primero, la reducción de subsidios a los precios del
consumo de agua corriente y gas natural. El segundo, el anuncio vinculado con
la revisión del crecimiento de la economía durante el año 2013.
Veamos.
Como le adelanté la semana pasada, la quita de subsidios que
se venía, no cumplirá con los verdaderos objetivos que planteábamos quienes
insistíamos, desde hace años, en la necesidad de su eliminación.
Es cierto que, la quita anunciada reduce, al menos
parcialmente, la tremenda inequidad
distributiva que significó, durante la década nac.& pop, abaratar los
costos de los servicios públicos, para los ricos, financiado con la plata de
los pobres.
Pero la quita de subsidios no tenía como único objetivo una
cuestión distributiva.
La reducción de dichos subsidios debía, asimismo, servir a
otros objetivos vinculados con la eficiencia, la inversión, el ordenamiento
macroeconómico, y el realineamiento de precios relativos.
Nada de esto se cumple.
No sirve a los objetivos de eficiencia y un uso más racional
de los recursos, por la complejidad con que se ha diseñado, que impide un
verdadero control de los usuarios, y porque, entre otras cosas, mantiene un
subsidio desmedido a los consumidores del "lugar en el mundo" de la
Presidenta, en dónde el derroche es moneda corriente, al punto que, como me
mencionara Fernando Navajas, Economista Jefe de FIEL, el 7% de la población del
país, consume el 25% del gas, con un sobreconsumo incomparable con otras zonas
frías del país y del mundo.
Tampoco cumple con los requisitos de mayor inversión y
eficiencia, dado que las nuevas tarifas no responden a la renegociación
integral de los contratos de concesión, ni aumentan los recursos netos para las
empresas, ni están condicionadas a
mejoras sustanciales del servicio.
Y no soluciona el problema macro porque se trata,
finalmente, de un impuesto al consumo cuya recaudación será gastada en más
populismo, o porque, aún cuando fuera destinada al "ahorro" reduce
muy poco el problema fiscal. (De todas maneras,
todavía falta el aumento del impuesto a la electricidad).
Por supuesto que, por todo esto, será otro de los nefastos legados de la
década ganada.
El otro hito mencionado, ha sido la revisión de la
estimación de crecimiento de la economía argentina, al presentar el PBI
calculado, ahora, con la nueva base de los precios relativos del 2004.
La realidad es que aún con la vieja base el gobierno venía
presentando una grosera sobreestimación de la variación del PBI en los últimos
años.
Sin embargo, esa sobreestimación sólo servía a los fines
propagandísticos, para sacar pecho con
el crecimiento a tasas chinas del modelo de matriz diversificada e
inclusión social, pero a los efectos prácticos no importaba mucho, ya que el
verdadero crecimiento, también estuvo, salvo en el año 2009, cuando tampoco se
creció en los números oficiales, muy por encima de la famosa barrera del 3,22%,
que gatilla el pago del cupón de PBI, en cada año.
Pero esta vez, el verdadero crecimiento de la economía argentina,
estaba por debajo de esa barrera para todas las estimaciones menos para la
oficial, de manera que el recálculo estadístico ahora tuvo un fin práctico, no
pagar el cupón a fin de año.
Una cosa es hacer propaganda con Fútbol para Todos, con
pesos emitidos por el Banco Central y otra, muy distinta es hacerla con dólares
de las reservas.
Pero más allá que los números se parezcan más a la verdad,
el mensaje del gobierno argentino es, por un lado, uno de racionalidad, somos
mentirosos pero no tanto como para pagar 3500 millones de dólares ahora. Que
paguen los próximos gobiernos.
Y otro de "habitualidad". Ponemos siempre el número que nos
conviene en cada momento, independientemente de la realidad.
En síntesis, en el caso de las tarifas, muy poco, mal
diseñado, y un legado para los que siguen.
En el caso del cupón de PBI, un "no pago" arbitrario aunque
ajustado a la realidad y también un legado a pagar por los próximos gobiernos,
dado que, por el diseño del cupón de PBI, que paga cuando se crece más del
3,22% pero tiene un monto máximo acumulable a pagar, lo que no se paga ahora,
se pagará en otros años.
Como siempre, un gobierno más preocupado por su final, que
por lo que sigue.