lunes 24 de febrero de 2014, 08:54h
Hasta ahora, el gobierno ha logrado frenar la búsqueda de
refugio en el dólar de los tenedores de pesos, con una mezcla de devaluación,
obligación a las entidades financieras de vender parte de sus tenencias de
activos dolarizados, negociación con las exportadoras de cereales, y colocación
de deuda del Banco Central en pesos a una tasa de interés más cercana a la
verdadera tasa de inflación.
Sin embargo, las expectativas respecto del valor a fin de
año del dólar oficial, indican que falta un aumento adicional del 30%, lo que
también equivale, si se supone que el dólar oficial seguirá de aquí en más a la
inflación, a una inflación esperada para el 2014 entre el 35 y el 40%.
Por supuesto que este no es un pronóstico, y aquéllos que
operan en los mercados de futuros pueden ganar o perder con sus operaciones.
Simplemente, lo que indican estos números es que nadie
considera "superada" la crisis de estos meses, si definimos el éxito, en
términos de un tipo de cambio que se queda quieto en los "valores de convergencia"
después de su "corrimiento" de enero, y una tasa de inflación inferior al
2,5/3% mensual.
Por lo tanto, mientras este sea el escenario, lo que no
ajuste por precio, ajustará por cantidad, es decir, el nivel de actividad se
contrae y el empleo cae.
Como la dinámica de este esquema es claramente inestable, lo
más probable es que el gobierno "complete" el programa del 23 de enero con otra
mezcla de lo que sirve para el ajuste y lo que sólo sirve para el relato.
En efecto, el gobierno está haciendo cosas que sirven para
calmar la situación actual.
Pero esas cosas que sirven, van claramente, en contra del
relato.
Por lo tanto, también hace cosas que no sirven para nada,
simultáneamente, (precios cuidados, por ejemplo), de manera que, si sale bien,
dirá que es por lo que le sirve al relato y si sale mal, dirá que es por un
complot de los especuladores.
Esta será, entonces, la política.
En el mejor de los casos iremos de mejora transitoria a
crisis transitoria, hasta el final del mandato de la Presidenta.
Y en el peor... para que arruinarle el domingo.
Ahora bien, retomando, que es lo que "completa" esta parte
del programa.
Básicamente, una reducción de los subsidios a la energía,
que el relato intenta vender como la "igualación federal de las tarifas", con
la firma de los gobernadores.
Me explico. Hoy, efectivamente, rigen tarifas más caras en
gran parte de la Argentina, y mucho más baratas en la Capital Federal y el Gran
Buenos Aires.
Sin embargo, esos precios más caros, no implican que no haya
subsidios también en el interior del país. Pero esos subsidios son menores
y de una parte de ellos se apropian los
gobiernos provinciales o las empresas provinciales de energía.
Ya sea para financiar gasto corriente, ya sea para financiar
mantenimiento o inversiones.
En ese contexto, el gobierno quiere aumentar las tarifas de
su área pero que no aumenten las del interior, de manera que el relato hable de
"equidad" y no de "aumento".
Pero en el fondo, de lo que se trata es de reducir los
subsidios al consumo que caracterizaron al modelo populista de estos años, para
tener menos déficits y emitir menos pesos, pero, volviendo al relato, "que
parezca un accidente".
Además, un consumo más prudente de energía, también permite
algo menos de importaciones de gas y electricidad.
El punto es que la magnitud de los subsidios respecto de los
costos del servicio es tan grande que sólo se puede aspirar, en el corto plazo,
a una reducción moderada, de dichos subsidios.
Por lo tanto, la
emisión seguirá siendo alta, lo que obligará a colocar más deuda del Banco
Central, es decir más emisión futura.
De allí vendrá, la próxima crisis.
Retomo. La otra pata del programa se vincula con los
aumentos salariales en el sector público. Hace falta licuarlos aunque el relato
inventará otra cosa.
Y en el sector privado, hace falta moderarlos para que los
precios cuidados aguanten unos meses más.
En otras palabras, se requiere que los asalariados acepten,
pacíficamente, una caída del salario real, aumentado artificialmente por encima
de la productividad en estos años, bajo el relato de que ello era un aumento
permanente y no un engaño transitorio.
En síntesis, la calma de estas semanas sólo puede
prolongarse por un tiempo, si el ajuste desprolijo y desordenado que estamos
viviendo se completa.
Mientras tanto, el relato tratará de vender otra cosa.