Alguna vez leí que la evolución es "tradición más sorpresa".
Tradición, reflejando la herencia genética o de la
naturaleza.
Sorpresa, por las mutaciones que la naturaleza, los genes, o
una fuerza superior, producen en los organismos para adaptarnos y sobrevivir.
El gobierno argentino es hoy una extraña combinación de
tradición y sorpresas.
Tradición, porque como todo populismo cerca de su final,
repite sus crisis, mañas y políticas. Crisis, fiscal y externa, se queda sin
fondos y sin reservas. Mañas, busca en los "conspiradores", la razón de sus
fracasos, (presentados como "castigos" y "escarmientos" por sus supuestos éxitos).
Y políticas públicas que tratan de disimular el ajuste inevitable para "que parezca un accidente".
Las sorpresas, por ahora, han venido por el lado de la
política cambiaria. Recurriendo a un desdoblamiento cambiario implícito, para
evitar el desdoblamiento explícito, que siempre formó parte de la tradición
populista, en sus finales.
Repasemos lo sucedido, en esta materia, en las últimas
semanas.
Por un lado, el Banco Central aceleró el aumento del precio
del dólar que compra a exportadores e importadores y empresas que tienen que
hacer pagos autorizados al exterior, de deudas u otros conceptos.
Entiéndase bien, nadie puede hacer una maniobra de compra
venta de dólares de las reservas, sin autorización explícita del Banco Central.
Como decía, habiendo acelerado la devaluación, parece haber
llegado al precio en que se siente "cómodo".
Por el otro, utilizó al ANSES para, a través del mercado de
compra venta de títulos públicos, oficializar un "dólar financiero" para
quienes, en blanco, quisieran comprar o vender dólares, más caros que el
oficial, pero sin afectar las reservas del Banco Central.
Y, finalmente, con el mercado informal, pasó de hablar de
"suba estacional", al "dólar cocaína", y anuncia volver al "dólar AFIP",
permitiendo, desde mañana, a las personas físicas, comprar algunos dólares de
las reservas del Banco Central al precio oficial más el 20%, de manera de
quitarle presión al dólar blue, y poder declararlo formalmente "ilegal".
(Ahora, quién quiera comprar dólares y tenga "los papeles en regla", podrá
hacerlo "libremente", mientras que el dólar informal quedará circunscripto a
los evasores y narcotraficantes que, por otro lado, tienen abierto el blanqueo,
para traer dólares legalmente).
Es decir, el desdoblamiento se produjo de facto.
A partir de ahora convivirán cuatro dólares diferentes: el
dólar oficial (para exportaciones e importaciones). El dólar financiero (a
través del dólar bolsa, para quienes quieran atesorar dólares, o venderlos,
comprando y vendiendo títulos públicos, sin uso de las reservas del Banco
Central). El dólar AFIP, para atesorar legalmente, alimentado por las reservas
del Banco Central a un precio un 20% más caro que el oficial. Y, finalmente, el
"dólar cocaína", (Ilegal y para operaciones en negro).
Con este "entramado", el gobierno aspira a recuperar
reservas y mantener bien "administrado" el tipo de cambio.
Sin embargo, el mercado cambiario no está "aislado" de la
política fiscal y monetaria.
Por el lado fiscal, se anunciaron esta semana más gastos.
El subsidio a los "ni-ni" que, siendo necesario, más allá de
un mal diseño, (como casi todo lo que instrumenta el gobierno en materia de
subsidios), no se financia con
"ahorros", sino con emisión de pesos. Y el mayor gasto que habrá en subsidios a
la energía, porque la devaluación, aumenta la cantidad de pesos que hay que
compensarles a los productores de gas y petróleo, por lo que producen o
importan.
Es decir más emisión de pesos, más inflación, y,
eventualmente, la necesidad de devaluar más.
A su vez, los exportadores, para liquidar, no sólo miran el
tipo de cambio y la brecha, miran también la tasa de interés en pesos, que
tiene que reflejar la tasa de devaluación esperada, y la tasa de inflación.
Influida, a su vez, por la mayor emisión de pesos mencionada.
Y aquí está la clave. Bajo este sistema "administrado" una
devaluación es "exitosa", cuando es
percibida, por un largo rato, como la última.
Para ser percibida como la última, tiene que ser consistente
con la política fiscal y monetaria.
Como no lo es, más allá de una eventual calma transitoria,
lo más probable, es que, en poco tiempo, haya nuevas "sorpresas" y alguien nos
explique las bondades de una nueva política cambiaria.