Argentina otra vez relegada en negociaciones regionales
martes 05 de noviembre de 2013, 10:01h
En 1985 Raúl Alfonsín y José Sarney decidieron poner la
piedra fundamental de la unión política y comercial entre Argentina y Brasil.
Esos primeros acuerdos alcanzados en Foz de Iguazú, que fueron complementados
por los protocolos firmados en 1986/88, constituyeron la columna vertebral del
Mercosur.
Alfonsín tuvo, también, la convicción de terminar con el
mandato histórico del recelo mutuo que, al abrir paso a la confianza recíproca,
permitió edificar una nueva era de cooperación y amistad y consolidar, así, una
de las pocas políticas públicas que prevalecieron durante 30 años de democracia.
Sin embargo, hoy un problema amenaza el horizonte de la
relación entre los países miembros del Mercosur.
En efecto, después que en el 2009 el gobierno argentino
relanzara solemnemente las negociaciones con la Unión Europea (UE) y el
Mercosur para arribar a un acuerdo birregional, las diferencias dentro del
Mercosur hicieron que las relaciones con la UE llegaran a un punto muerto, en
especial durante la Presidencia Pro Tempore del Mercosur a cargo de Argentina
en 2012.
Las negociaciones comerciales con la UE nunca fueron fáciles
y las principales diferencias presentadas tienen que ver con: acceso a los
mercados, períodos de transición más largos para el Mercosur, liberalización de
todos los componentes arancelarios para los productos agrícolas y la eliminación
de las subvenciones a la exportación en el comercio bilateral, entre otros. Sin
perjuicio de que muchos de esos argumentos tienen sustento real, su cantidad e
inflexibilidad denotan, además de la falta de objetivos a mediano y largo
plazo, la carencia de vocación y habilidad negociadora.
En estos días ha trascendido que tanto Brasil como Uruguay
terminaron la preparación de su oferta y tienen la intención de continuar las
negociaciones con la Unión Europea durante el mes próximo.
Mientras tanto, nuestro país recién ha iniciado las
consultas con el sector privado, luego de un encadenamiento de excusas que ha
minado el camino para arribar a consensos mínimos y proseguir el proceso
negociador conjunto.
De hecho, existen señales claras de la intención de
presentar un acuerdo a 'diferentes velocidades', un eufemismo para decir que Argentina no formará parte de la oferta común.
Si estas presunciones fuesen confirmadas la Argentina -otrora líder conceptual del Mercosur- quedaría, debido a una política
comercial anacrónica, relegada en la integración.
Reparar la reputación del país en el mundo será una
exigencia para el próximo gobierno. Para ello habrá que, nutriéndose de
funcionarios idóneos, modificar la cosmovisión de nuestra política exterior y
dirigir los esfuerzos a aprovechar oportunidades desperdiciadas por un gobierno
empecinado, siempre, en ver amenazas.
Ernesto Sanz
Senador nacional de la Unión Cívica Radical por Mendoza