jueves 12 de septiembre de 2013, 11:50h
La
Argentina transitó el período 2008/2011 en medio de una grave crisis de sector
externo, disimulada por la buena perfomance de las exportaciones agrícolas y
mineras, el ingreso de préstamos del exterior por parte del sector privado,
préstamos de organismos internacionales y bancos centrales, más la contabilidad
creativa en torno a la revaluación de las reservas, por el boom del precio del
oro y el aumento de capital del FMI.
En
efecto, en ese período, "salieron" de la economía argentina formal, más de
70000 millones de dólares, en concepto de formación de activos externos netos
del sector privado no financiero y el déficit comercial de la industria sin
base agroindustrial, más energía, acumuló casi ¡¡100.000 millones de dólares!!
(Un éxito del modelo de matriz diversificada con inclusión social, promoción de
exportaciones y sustitución de importaciones).
Es
decir, la verdadera crisis de sector externo se vivió durante ese período,
aunque recién lo reflejaran las reservas, en términos netos, durante el 2011.
La
"solución" de este fenomenal desequilibrio externo, consecuencia de un gran
desequilibrio interno, requería un cambio estructural de política fiscal y
monetaria, para poder modificar la política cambiaria (cosa imposible a una
velocidad de crucero de la inflación del 2% mensual), junto a un cambio en los
incentivos de reglas y precios para los sectores productores de bienes
transables, en particular en energía.
Por el
contrario, el gobierno decidió tratar el desequilibrio externo como si fuera un
problema aislado del resto de la economía y producto, como siempre, de la
conspiración de los medios, más los poderosos de aquí y de allá que, en
palabras de la Presidenta, pedían "la devalueta".
Obviamente,
lejos de solucionarse el problema se ha ido agravando.
El
cierre de la cuenta capital redujo sustancialmente la compra de dólares por
atesoramiento a casi cero, pero también generó una fuerte cancelación de
préstamos financieros y líneas de crédito del sector privado (En el 2011 habían
ingresado por este rubro más de 4500 millones de dólares y en el 2012 y lo que
va del 2013 salieron casi 5000).
Mientras
que la emisión excedente de pesos que nadie quiere, para financiar el déficit
fiscal, y la percepción de que el precio del dólar oficial está "subsidiado",
llevaron la brecha cambiaria al 60% y la
cuenta de "servicios" que había sido
casi neutra en el período 2008/2011 a un déficit superior a los 8000 millones
de dólares.
Con
exportaciones estancadas, e importaciones de energía crecientes, hay que
racionar el giro de utilidades y el resto de las importaciones -lo que le pone
un límite al nivel de actividad-. Mientras hay que seguir pagando compromisos
financieros (de privados y públicos) y cancelar deuda con bancos centrales y
organismos multilaterales de crédito.
En
otras palabras, la crisis de sector externo del 2008/2011, se ha prolongado en
el tiempo, básicamente, porque sin una solución integral (sin cambio de
"modelo"), lo único que se puede hacer es racionar las reservas existentes,
para que "duren" lo máximo posible.
En ese
sentido, las especulaciones de política, para después de las elecciones, giran
en torno a terminar con parte de los "subsidios" que reciben hoy el turismo,
algunas importaciones suntuarias y, eventualmente, los pagos financieros del
sector privado.
Se
habla, entonces, de desdoblamientos cambiarios,
aumentos de impuestos al turismo, etc. etc.
Es
decir, "devaluetas" parciales o sectoriales, que concentren la entrega de
reservas del Banco Central, básicamente, en importaciones imprescindibles y
pagos de deuda externa del sector público.
Ello
implica, para empresas e individuos, estrategias específicas, de acuerdo a cómo
los afecten las restricciones y las devaluetas parciales.
Lo
mismo para inversores, dada la proliferación de instrumentos locales que
"simulan" estar vinculados a la evolución del precio del dólar (algunos atados
al "dólar exportador" y otros no) y la posible reacción del mercado de pesos,
en un entorno como el descripto, en especial respecto de las tasas de interés
locales, a medida que los "plazos políticos" se acorten.
Más
racionamiento y devaluetas sectoriales, pueden permitir que las reservas
alcancen, hasta el 2015 sin una fuerte recesión, aunque sin una gran
recuperación del nivel de actividad.
Sin
embargo, la combinación de cambios en el escenario externo (flujos financieros
hacia la región, precios de los commodities y tasas de interés de largo plazo),
junto a un contexto interno de transición política, podrían obligar a cambios
anticipados en la política económica, ante la eventualidad de una caída de
actividad mayor.
Postergar
soluciones puede ser una buena alternativa para los que "se van",pero para los que vienen, y en especial para los
que nos quedamos, nunca es bueno.