América Latina de pie, Europa en caída
sábado 13 de julio de 2013, 11:44h
La rápida y contundente respuesta de los países miembros del
Mercosur frente al conflicto de cuatro países europeos que negaron el espacio
aéreo al presidente Evo Morales es una clara muestra de la fortaleza de toda la
región frente a una Europa sumisa a los intereses de Estados Unidos.
El grave conflicto que originó el incalificable y criminal
episodio de cuatro países europeos que negaron su espacio aéreo al avión
presidencial que transportaba al presidente de Bolivia Evo Morales, cuya vida
se puso en peligro violando todas las normas internacionales y humanitarias
tiene diversas consecuencias, una de ellas exponer a Europa como un territorio
colonial o neocolonial bajo las órdenes de Estados Unidos.
Después de la fuerte e inesperada posición lograda por los
gobiernos de América Latina en la Organización de Estados Americanos (OEA),
condenando el grave hecho y exigiendo una explicación a los gobiernos de
Francia, Italia, Portugal y España, con la lógica excepción de Estados Unidos,
Canadá y Panamá, la situación de Europa
quedó aún más expuesta. Las denuncias de espionaje global de Washington sobre
todos los países de América Latina, Europa, China y demás -que por cierto nunca
han dejado de ser parte de la historia y los proyectos imperiales- muestra la
fortaleza de la respuesta latinoamericana y la considerable debilidad europea.
Y todo esto sucede a escasos días de que comiencen las
negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) para firmar el Tratado de Libre Comercio, que no
es sino un remedo del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), un
engendro colonial por excelencia que fue rechazado vigorosamente por los países del Mercado Común del Sur
(Mercosur) en la histórica Cumbre de las Américas en Mar del plata en noviembre
de 2005.
Nadie debiera olvidar ese momento que es un quiebre
extraordinario en el esquema de sumisión al que estábamos acostumbrados y que
lentamente se fue rompiendo desde los primeros pasos unificadores e
integradores de los nuevos gobiernos de este periodo histórico.
El enorme salto cualitativo del Mercosur con estos nuevos
gobiernos fortaleció todo el proceso de integración con el resto de los países.
La fortaleza del mercado común sureño (mal que le pese a los escépticos y le
moleste al poder hegemónico) ha trasformado a éste en un potente bloque
geoestratégico clave en cualquier proyecto unitario en América Latina.
En tanto, la Unión Europea, debilitada en extremo, está a
punto de ser englobada con la creación de la zona de libre comercio más grande
del mundo y más sometida. Por esta razón, es bueno analizar cómo en los últimos
tiempos, a pesar de las declaraciones grandilocuentes de algunos mandatarios,
como el de España, los países europeos habían comenzado a mirar casi
desesperadamente hacia nuestra región.
Por supuesto que esta situación, añadida a la independencia
que demuestra América Latina en sus movimientos, enerva a Estados Unidos, entre
cuyos diseños estratégicos hacia nuestra
región para el siglo XXI, está - aunque parezca irreal- la misma Doctrina
Monroe de los años 1823, por lo cual había que correr a Europa de nuestros
territorios porque "América (nosotros) éramos para los americanos (ellos)".
¿Es conspirativo decir esto? Es simplemente reproducir
algunas de las viejas frases que encabezan los más actuales documentos
estratégicos de Estados Unidos.
Por supuesto que este nuevo suceso, después que Washington
ordenara cometer un delito de extrema gravedad a los cuatro gobiernos señalados
-bajo la falsa excusa ("sopecha")- de que el mandatario boliviano llevaba en su
avión al nuevo arrepentido de la inteligencia estadunidense Edward Snowden,
sirve a la lógica fundamentalista del poder estadunidense.
Este suceso termina "limpiando" el camino a
Estados Unidos para negociar con una Europa no solo debilitada económica y
socialmernte, bajo la más grave crisis, sino rompiendo con los pocos recursos
que le quedaban de buscar salidas en América Latina.
Es un logro para Washington iniciar estas negociaciones con
una Europa débil en extremo, mientras no se le informa a la población los graves
efectos que traerá sobre sus sociedades esta especie de Área de libre Comercio
para Europa (ALCE podría ser) tan temible como lo que intentaron imponernos a
nosotros y como lo que podría imponer Washington a los países que ingresaron
alegremente en la Alianza del Pacífico.
Mientras América Latina sigue creciendo y se convierte en el
continente del futuro -lo cual nos pone bajo graves amenazas- y responde con
fortaleza desafiante a los avances de Estados Unidos, la fortaleza europea se
desploma a los pies de los mandatos externos.
Un viejo esquema planteado ya en 1992, cuando el Pentágono
junto con el Consejo de Nacional de
seguridad públicó el Informe Wolfowitz (Paul Wolfowitz, ex subsecretario de
Defensa, asesor de casi todos los gobiernos) donde, bajo el título de
"Washington debe dominar el mundo", desarrolla los esquemas del Nuevo
Orden Mundial que impone Washington.
En éste se dice con extrema claridad que "la política
exterior americana debe ponerse como objetivo convencer a sus eventuales
rivales de que no necesitan jugar un mayor papel. Nuestro estatuto de única
potencia debe perpetuarse mediante un comportamiento constructivo y una fuerza
militar suficiente para disuadir no importa qué nación o grupo de naciones que
desafíen la supremacía de Estados Unidos" (como lo hacía la UE allá por 2004.
N.R). "Se deben tomar en cuenta los
intereses de las naciones industriales avanzadas para desanimarlas por si
quisieran desafiar el liderazgo americano o intentaran cuestionar el orden
económico y político establecido. Debe mantenerse una potencia militar
dominante para disuadir a eventuales rivales, no fuera a ser que aspiraran a un
mayor papel regional o global". Si
alguien cree que algo ha cambiado en la concepción del mundo por parte de
Estados Unidos, que se dé por enterado de que aquel informe Wolfowitz sigue
estando omnipresente en cada uno de los nuevos diseños geoestratégicos y de
seguridad.
Por eso el espionaje es global y cobra mayor relevancia con
las nuevas tecnologías, que aplicadas al espionaje tienen dimensión de guerra, pero una guerra
cibernética, armas de conflicto de cuarta o quinta generación. Los nombres son
novedosos pero el contenido es el mismo, enriquecido por las nuevas
tecnologías. Una guerra que entra cada día en nuestras casas. Como un manto de
redes. Aunque siempre hay respuestas y formas de desafiarlo todo. La historia
del mundo así lo demuestra.