La extraña historia del juez Zaffaroni
lunes 01 de julio de 2013, 22:10h
Días después de arrebatar el poder, Jorge Rafael Videla
designó a Eugenio Raúl Zaffaroni al frente del Juzgado Nacional en lo Criminal
de Sentencia de la
Capital Federal. Al asumir el juzgado, Zaffaroni juró
"observar y hacer observar fielmente los objetivos básicos fijados [por la Junta Militar] y el
Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional".
En 2003, cuando Néstor Kirchner lo propuso conjuez de la Corte Suprema, me
opuse en el Senado a que se prestara acuerdo a su designación. Quien había
convalidado el secuestro y desaparición de la Constitución Nacional
no podía ser nombrado su custodio.
En efecto, al jurar fidelidad al estatuto de la Junta, Zaffaroni había
aprobado de hecho: ? Que fueran declarados "caducos" los mandatos de la Presidenta, los
gobernadores y los vicegobernadores.
? Que se disolvieran el Congreso Nacional, las legislaturas
provinciales, la Sala
de Representantes de la Ciudad
de Buenos Aires y todos los consejos municipales del país.
? Que fueran removidos los miembros de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
? Que también fueran removidos el Procurador General de la Nación y el Procurador del
Tesoro.
? Que fueran desplazados los integrantes de los Tribunales
Superiores de Justicia de todas las provincias.
? Que Videla asumiera las facultades legislativas.
? Que se prohibiera la actividad política.
? Que se prohibieran, asimismo, todas las actividades
gremiales.
No era la primera vez que Zaffaroni incurría en perjurio
constitucional. En 1969, al ser designado camarista en San Luis, había jurado
lealtad al Estatuto de la "Revolución Argentina", por el cual Juan Carlos
Onganía eliminó la
Constitución de un plumazo y asumió la suma del poder
público.
Él no lo desmiente. Durante el examen público de sus
antecedentes, previo al acuerdo del Senado para su incorporación a la Corte, Zaffaroni respondió
así a una pregunta mía: "Juré por el Estatuto del Proceso de Reorganización
Nacional, juré por el Estatuto de Onganía, juré por la Constitución
reformada por Lanusse en 1973, juré por la Constitución Nacional
de 1853 y juré por la
Constitución reformada en 1994".
En el sitio web de la Asociación Madres
de Plaza de Mayo aún estaba, en 2003, un "Proyecto contra la Impunidad y, como parte
de éste, una denuncia de las Madres a los jueces que juraron por los Objetivos
Básicos del Proceso de Reorganización Nacional entre 1976 y 1980.
Se trataba de una "denuncia criminal" contra 437 jueces a
quienes se identifica como "represores del Poder Judicial".
En esa lista, ordenada alfabéticamente, figura en el puesto
435: Zaffaroni, Eugenio Raúl.
Como a los otros miembros de esa lista, se lo acusaba de
haber sido "partícipe necesario", en los términos del articulo 45 del Código
Penal, de los delitos de privación ilegítima de la libertad; apremios ilegales;
sustracción, retención y ocultamiento de personas, entre otros.
Sobre la desaparición forzada de personas, Zaffaroni dijo
algo insostenible: "Obviamente, sabíamos que se estaba secuestrando gente.
Ahora, cuál era su destino o qué pasaba con la gente, fue lo que, en líneas
generales, me enteré en el extranjero [en 1978]".
Y admitió que, después de haberse enterado en el extranjero
de lo que sucedía en la
Argentina, volvió y siguió siendo juez.
El conocimiento de lo que pasaba en el país tampoco le
impidió escribir, en 1980, el sorprendente libro Derecho Penal Militar. La obra
fue publicada durante la vigencia de un gobierno militar que proclamaba estar
en guerra y que procuraba justificar sus actos en un "estado de necesidad".
Zaffaroni, refiriéndose a "una circunstancia hipotética", afirmaba en 1980 que,
"habiendo desaparecido cualquier autoridad, o siendo incapaz la que resta", un
grupo militar puede "usurpar justificadamente la función pública".
Esta afirmación coincidía con la retórica empleada por la
dictadura para legitimar la toma del poder por la fuerza en 1976.
Hay también coincidencia entre los argumentos que esgrimía
la dictadura para cohonestar la represión y los que, con aire académico,
Zaffaroni desarrolló en su libro: "derecho penal militar de excepción",
"circunstancias especiales", "necesidad terrible", "necesidad terribilísima",
"bando militar como ley material", "bando militar como tipificador de delitos",
"excepcional necesidad de dar muerte al delincuente", o "muerte por legítima
defensa cuando el delincuente haga armas contra la autoridad".
Antes de enviarlos a imprenta, Zaffaroni entregó los
originales del libro a los auditores de la Aeronáutica y la Marina.
En la introducción, el doctor Zaffaroni y su colaborador,
Ricardo Juan Caballero, dicen: "Queremos hacer público nuestro agradecimiento
al brigadier auditor doctor Laureano Álvarez Estrada, quien tuvo la gentileza
de leer los originales, por las importantísimas observaciones que nos
efectuara, y al contraalmirante auditor doctor Ramón León Francisco Morel".
El 23 de julio de 2003, me dirigí a Zaffaroni, pidiéndole
que me diera su interpretación de este hecho. En su respuesta, el actual juez
de la Corte sostuvo:
"En la citada obra no se agradece a nadie por funcionario de la dictadura, sino
por auditor militar".
Nadie puede sostener que los auditores de las Fuerzas
Armadas fueran ajenos a la dictadura militar. Laureano Álvarez Estrada había
sido designado, por decreto 105, del 14 de abril de 1976, subsecretario de
Justicia de la dictadura.