Res, non verba

Pues nada, amigo Venancio, que como se preveía, todos los partidos políticos están emborrachados de éxito en las pasadas municipales y autonómicas: todos han ganado, especialmente los socialistas, que son, precisamente, los que se han dado un mayor batacazo; y si no me crees, camarada Venancio, mira las últimas estadísticas de voto.

Es verdad que los mayores perdedores han sido los populares: han perdido muchísimos votos, lo que se ha traducido en la merma de mucho poder, en todos los ámbitos. Incluso “la salvadora” Esperanza Aguirre se han ido por el sumidero. Es bueno darles unos golpecitos en la espalda y consolarlos, porque estas no son las últimas elecciones, y, si alguien no lo impide, en unos meses volvemos a las urnas para las generales, en donde se juegan todos de verdad el meollo del gobierno de “este país”. Ánimo, les diría yo, a apretar el culo, a hacer una buena oferta política –no sólo económica-, y a convencer a los desertores y a incorporar a los indecisos, y a ofrecer a los jóvenes programas atractivos. Y esperemos que no nos pase como a Susana Díaz, que ha ganado y ya ves, esperando que algunos se vayan a hacer pipí en el momento de la votación para ganar la presidencia de Andalucía.

La idea de “quebranto socioeconómico” que se ha adueñado de la sociedad, bien es verdad que a base de martilleo de la oposición al gobierno, ha calado hondo, y arrancarla es poco menos que imposible. Puede ser, colega Venancio, que la realidad sea otra, pero se ha vendido así, y así la ha comprado la sociedad española. No es extraño, pues, que muchos jerarcas de los populares, tras muchos años subidos en el machito, estén de los nervios.

Como ya avisé, todos los “grandes ganadores” de estos comicios están como locos en reuniones secretas, comidas en reservados y conferencias telefónicas que algún día alguien publicará (hoy todo se sabe, antes o después). Y yo, que soy de natural ingenuo, me digo que no serán tan “grandes ganadores”, si casi se están jugando a los chinos la gobernación de la mayoría de los municipios, y la presidencia de casi todas las comunidades. Así que llego a la conclusión de que “ganadores puede que sí, pero menos”.

Estos cambalaches y chalaneos en muchos lugares acabarán en tri, tetra o incluso pentapartitos gobernantes, o sea, a la italiana. Y ya sabemos cuál fue el final de los partidos “tradicionales” en Italia: Spadolini, Fanfani, Craxi, Goria, De Mita, y Andreoti, o sea, la sociedad para gobernar de DC, PSI, PRI, PSDI, PLI, no consiguieron acabar con Italia, aunque estuvieron muy cerca. Y todos ellos se fueron al cuerno. Desde el 79 al 82 probaron muchos a gobernar, y no fue posible, aunque, como dije antes, a los italianos tampoco les importó mucho.

Aquí vamos por el mismo camino, apreciado Venancio. TODOS HABLAN DE LA “ESTABILIDAD” POLÍTICA, PERO, SEGÚN LOS RESULTADOS, NO SE CONSEGUIRÁ. Lo más parecido será la creación de FRENTES POPULARES que intenten una gobernabilidad plausible. En fin, ya falta menos para verlo. Ahora estamos en el bla bla bla, y esperamos HECHOS, NO PALABRAS: RES, NON VERBA, que dice el adagio latino. Esperemos a ver qué sale

Aunque cada uno compita electoralmente con sus propias siglas, ¿no sería más honesto contarle a los votantes, antes de que elijan, con quién se casarían, en el caso de ganar y tener que amancebarse con otro partido? Cada elector sabría a dónde iría su voto, en el caso de que nadie lograra gobernar en solitario, y nadie se sentiría engañado.

Es probable que sea necesario modificar la ley electoral, y la asignación de escaños para evitar los espectáculos que, sin duda, vamos a ver: con muchos ascos, para que los electores de lo crean, veremos chalanear algunos sillones, donde “tocar pelo”; todos son igual de exquisitos en el VERBA, pero carentes de escrúpulos en el RES.

Y yo, ingenuo de mí, me pregunto: ¿sería una barbaridad hacer algo parecido a lo que hacen los griegos, que guardan un número de asientos en su parlamento (Consejo de los Helenos), que asignan al partido más votado para garantizar la gobernabilidad?. A lo peor tendrían que analizar esta solución nuestras cabezas pensantes.

En fin, dilecto Venancio, a ver por dónde rompe esto, y cómo escapamos.