Austeridad presupuestaria, aunque relativa

Es tan previsible y tan rígido el presupuesto anual de la Administración autonómica que ya se pueden manejar las grandes cifras del gasto para este año, a punto de entrar en el quinto mes del ejercicio, sin que aún se haya presentado el proyecto de ley correspondiente por parte del Gobierno regional y a expensas, claro está, del trámite parlamentario. Sí, claro, el presupuesto de este año se aprobará bien entrado el verano, como en los viejos tiempos.

Lo peor de estos retrasos es que, al final, las justificaciones se desdicen por sí mismas. Ejemplo: el presidente Rajoy dijo a finales de diciembre que necesitaba tres meses para hacer el presupuesto del Estado (el que no hizo Zapatero en su momento). Y, ¡zas!, diez días después de aprobarlo anunció -con una cierta congoja, por la voracidad de los mercados- una rebaja adicional de 10.000 millones de euros en el gasto de Sanidad y de Educación.

No parece que sea eso, precisamente, lo que vaya a suceder en Castilla y León, donde el Gobierno ha anunciado el techo de gasto para 2012, como hacía siempre, pero siete meses más tarde y con aire de subirse al carro, 'motu proprio', de la nueva ley de Estabilidad que aún no obliga.

Lo cierto es que, como ya se sabía, el presupuesto regional cae de nuevo por tercer año consecutivo. El presupuesto no financiero se queda en 9.100 millones de euros, un 6% menos que el de 2011. Otra cosa será cómo se ejecute luego, sobre todo por el lado de los ingresos.

El presupuesto no financiero de la Comunidad, que suele representar algo más del 97% del total, se reparte en dos grandes cifras: el gasto corriente (78%) y la inversión (19%). O sea, más de 7.300 millones para mantener abierta la administración y sus servicios al ralentí, frente a los escasos 1.800 millones que se destinarán a programas de inversión.

Pero si el gasto es, en fin, una vía de agua abierta que se cierra ligeramente con supuestos grandes esfuerzos de austeridad, los ingresos reflejan claramente la presión que soportan las familias y las empresas radicadas en un país que se ha empobrecido 14 puntos por encima, al menos, de lo que sugiere la austeridad presupuestaria del Gobierno regional.

Ojo, por lo tanto, cuando ciertos responsables políticos hablan de austeridad como autores, casi, del milagro de los panes y de los peces. Si se asomaran a los hogares y a las empresas de la Comunidad, verían cómo se afronta un ejercicio austero de verdad, con menos ingresos, más presión fiscal y similares problemas de deuda...

En todo caso, lo cierto es que la Junta prevé ingresar este año 9.100 millones de euros. Si se restan los 1.100 millones que recibe con cargo a programas europeos (la PAC fundamentalmente), los 8.000 restantes se reparten así: alrededor de 2.000 millones, a través de los tres fondos establecidos por el nuevo sistema de financiación autonómica y de las transferencias finalistas; cerca de 5.200 millones, de las cargas impositivas y tributarias; y otros 856 millones, con más deuda, que es otro impuesto añadido, aunque aplazado.

Lo peor de todo es que, a pesar del escenario contractivo y pesimista dibujado por la Junta para este año, cabe la posibilidad de que la realidad sea más negativa aún. Y que los ingresos se queden por debajo de lo previsto. Entonces, en fin, el "modesto" techo de gasto fijado por la Junta dispararía de nuevo el déficit previsto.

Manuel Trapote. Periodista.