¿Existe una nueva normalidad en la economía argentina?
jueves 26 de marzo de 2015, 10:34h
La nueva "normalidad", es que ahora los ingresos de los
hogares no son más rehenes del ciclo económico controlado por un mercado
concentrado, sino que el Estado sostiene buena parte de la actividad
transfiriendo mayores ingresos a las familias. Así se estabiliza la economía y
se resguarda el empleo de millones de argentinos. Modificar ese esquema sería
volver al pasado y encontrarnos con volatilidades que impactarían fuertemente
sobre los sectores más vulnerables.
Aun con los bajos precios de la soja, incertidumbre reinante
en Europa, caída en los precios del petróleo y el gigante brasileño dormido, la
economía argentina del 2014 no experimentó el colapso que los analistas que
aparecen diariamente en los medios pronosticaban. Más aun, a partir del último
bimestre del año la economía local parece retomar la senda del crecimiento
empujada por una fuerte política de incentivos a la demanda y un Estado que
garantiza una parte importante del nivel de actividad. En este sentido los
programas Procrear, Precios Cuidados y Ahora 12, sumados a la política de
ingresos y a los nuevos derechos sociales establecidos, han sido fundamentales
a la hora de estabilizar la economía e impedir retrocesos bruscos.
A nuestro entender, existe un cambio estructural en la
lógica de funcionamiento de la economía argentina, que no es tenido en cuenta
por la mayoría de los economistas ni por los organismos internacionales a la
hora de realizar pronósticos, acentuando el fracaso de sus predicciones. A
contramano de lo que se pregonaba sobre una supuesta debacle económica, con
inflación y desempleo creciente, los precios continúan su desaceleración y el
empleo no colapsó. En efecto, se tome el indicador de precios que se tome, la
tendencia declinante la refleja tanto el índice nacional como los provinciales,
incluido el de la Ciudad de Bs. As.
Por el lado del empleo, en diciembre pasado el número de
desocupados alcanzó los 837.000. Esto representa un incremento en términos
absolutos de 78.000 argentinos respecto a un año anterior. No obstante, se
observó un descenso de 58.000 personas
que estaban desocupadas a septiembre de 2014, meses para los que se
pronosticaban agudos conflictos sindicales.
A la economía argentina como al resto del mundo (ver último
informe de la OIT) le cuesta crear empleo decente, pero se debiera reconocer
que aun con un año donde el nivel de actividad no se expandió, el mercado
laboral presentó una estabilidad que no exhibía en años anteriores.
¿Cómo puede explicarse que en 2014 la economía no haya
sufrido un fuerte cimbronazo?
Lo primero que debe esgrimirse es la imposibilidad que tiene
la corriente ortodoxa tradicional para analizar este nuevo fenómeno. La clave
es entender que la marcha de la economía está impulsada por la demanda agregada
y que las teorías del derrame o aquellas del primero ahorro, después crezco y
recién al final llega la felicidad, han fracasado para explicar el ciclo
económico. En el caso argentino, la demanda tiene en el consumo interno su
principal motor. Esta variable no es solo inducida por el nivel de la masa
salarial (salario real y nivel de empleo) sino también tiene un componente
autónomo que es el gasto público. La redistribución que el Estado realiza
mediante el cobro de impuestos y el gasto, determina que su intervención sea
decisiva para impulsar o contraer una parte considerable del consumo total.
Podríamos entonces empezar a hablar - y bienvenido el
debate- de una nueva "normalidad" en la
economía que surge de la impronta de un Estado comprometido con el
sostenimiento de la actividad económica y al frente del proceso de desarrollo.
En este sentido, cabe destacar que desde la política económica se inyectaron
todos los años desde 2009, crecientes flujos monetarios hacia los hogares. Y
hablamos de hogares y no de individuos, porque son los ingresos totales de los
hogares (paritarias y convenios para los activos, AUH para los chicos,
inclusión y movilidad social para los abuelos, cooperativas de trabajo, etc.)
los que sostuvieron el consumo. Esto explica por qué, a pesar que los salarios reales
no mejoraron el año pasado, esto no se tradujo en una caída significativa del
consumo total. Mientras el sector privado no contribuyó a mejorar los ingresos
de los hogares al crearse pocos puestos de trabajo, fue el sector público quien
impulsó y sostuvo el ingreso que obtienen las familias por fuera del mercado.
De esta manera se pone un piso mínimo a la demanda, asegurando un nivel de
producción compatible con la preservación del empleo y la rentabilidad
empresarial. De mantenerse este modelo, la Argentina nunca más vivirá caídas de
actividad del orden de las experimentadas -amargamente- en el pasado.
Tal vez, la oposición
debería debatir de cara a la sociedad si sigue o rompe con esta "nueva
normalidad" en la economía argentina en lugar de oponerse a cualquier
iniciativa del ejecutivo como única forma de hacer campaña electoral. La
madurez del pueblo argentino requiere este tipo de debates de fondo.