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Oca

Oca

Por Enrique Szewach
lunes 16 de marzo de 2015, 09:44h
El gobierno ha decidido usar al tipo de cambio, los precios de los servicios públicos y algunos precios privados como "anclas" que eviten el descontrol macroeconómico al que nos lleva un elevado déficit fiscal financiado con emisión y endeudamiento de corto plazo del Banco Central.
 
Sin embargo, este anclaje, se hace complicado, porque, como le vengo contando estas semanas, el escenario internacional que tan favorable fue para la región en general  y para la Argentina en particular, desde el 2003, ha cambiado drásticamente en el último año y medio, y más aún, en los últimos meses.
 
Los precios de lo que más le vendemos al mundo han bajado y el menor valor en dólares de lo que importamos en energía, o desde la región o Europa, no alcanza a compensarlo. Es decir, tenemos menos ingresos disponibles para importar lo que necesitamos para producir.
 
Además,  a este precio del dólar oficial y con las restricciones al movimiento de capitales que impuso, hace años, el Banco Central, tampoco ingresan dólares no comerciales,  para sustituir a los dólares comerciales.
 
A su vez, por el default y los problemas legales pendientes, extendidos cada vez más por la negativa de la Argentina a cumplir con el fallo de la justicia norteamericana,  también se hace muy difícil colocar nueva deuda y  no está claro si se podrá renovar la que vence este año,  usando exclusivamente el mercado local.
 
Por lo tanto, el gobierno está obligado a racionar las reservas y cuidar los pocos dólares que tiene. A mantener el endeudamiento "forzoso" con importadores y explotar al máximo las líneas de crédito abiertas con China y Bancos Centrales de otros países.
 
Y racionar los dólares a este precio obliga a un nivel de actividad modesto, porque se necesitan más dólares para producir más, aunque, obviamente, esa producción sería más cara en pesos por lo importado y más barata por los costos locales, midiendo dichos costos, insisto, al verdadero precio del dólar.
 
Dicho en criollo básico, como país, nuestro valor en dólares ha caído, porque para tener los dólares que hacen falta para producir, cancelar deudas y atraer inversiones, habría que reconocer un valor del dólar muy superior al oficial.
 
 Pero a ese precio "verdadero" del dólar, el PBI per cápita de la Argentina  volvería a los valores del 97/98, antes de la crisis del 2001.
 
Dicho de otra forma, el PBI per cápita de la Argentina, medido en dólares, tomando el precio del dólar en el mercado libre, es parecido hoy, al que teníamos en el pico de la década del 90, allá por mediados del 98.
 
Todo este largo recorrido, primero de brutal caída entre el 99 y el 2002 y luego de la recuperación hasta el récord del 2012, termina, como era de esperar, dado el populismo reinante, en el punto de partida. Desde el punto de vista de nuestro poder de compra en dólares, estamos ¡¡como hace 17 años!!.
 
La Argentina económica, y no sólo la económica, por lo tanto,  sigue jugando al juego de la Oca, avanza dos pasos, para retroceder tres.
 
Algo parecido ha sucedido con la distribución del ingreso, o los indicadores de pobreza. Mejores que en la crisis del 2001. Parecidos a los de mediados de los 90 y claramente peores respecto de mediados de los setenta.
 
Por supuesto que el gobierno hará todo lo posible para no reconocer el verdadero ingreso per cápita, y tratará de mantener artificialmente esta "sensación" de dólar estable e inflación en baja. Para ello, seguirá sacrificando nivel de actividad y disfrazando los números de empleo, anclando, como se dijo,  tarifas y tipo de cambio. E intentará alguna euforia temporaria, gastando más dólares a precio "subsidiado" mientras pueda, si puede. Aunque ese escenario se aleja cada vez más, dada la cuasi imposibilidad de colocar deuda fuera de la Argentina.
 
En síntesis, si se hicieran las cuentas al verdadero valor de los precios que hoy están artificialmente "anclados" y dado el nuevo mundo, se reflejaría una realidad diferente de la que nos muestran.
 
Pero, como el gobierno quiere "facturarle" ese empobrecimiento al nuevo gobierno, busca mantener controladas las variables claves y aguantar hasta diciembre.
 
Sin embargo, siendo que todos sospechan esta artificialidad, no resultará tan fácil postergar, como se decía antes, el "sinceramiento", y evitar un sincericidio.
 
Un Ministro de Economía de Brasil dijo alguna vez "le pusimos tantas anclas que el barco se nos hundió".
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