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Nosotros y los miedos

Nosotros y los miedos

lunes 26 de enero de 2015, 09:37h
Hace pocas semanas arrancábamos el año con el entusiasmo de aquel que ve llegar la oportunidad que el tiempo, el momento de la vida, le da para subirse a un tren mejor, para provocar el cambio biográfico que se reconoce como crucial. Esta vez era un momento compartido por muchos que esperamos las elecciones de este año en nuestro país para mejorar la realidad, para terminar con una gestión presidencial que negó a muchos de sus compatriotas, y que llevada por la corrupción intrínseca que fue su marca, arruinó las posibilidades de ser sujetos democráticos y libres. Un gobierno que nos privó de evolucionar en un salto de calidad que hace años merece la Argentina. El 2015 era el año del cambio.
 
No imaginábamos, jamás, esta noticia: la muerte dudosa del fiscal de la causa Amia, Alberto Nisman, un día antes de refrendar en el Congreso de la Nación una denuncia a la Presidenta y cercanos al gobierno, por encubrimiento del atentado .
 
El 2015 se ha vuelto ahora: el año del miedo.
 
La muerte del fiscal ensombrece nuestra percepción y nuestros movimientos. La sociedad tiene pavor porque la sangre de Nisman es una sangre muy cara. Nos enseña que no hay límites ni respuestas. El mensaje es: no hay seguridad ni con diez custodios en la puerta. La traición es moneda corriente y el escarmiento suena como una alarma extendida.
 
La presión que sintió Nisman, que venimos sintiendo hace años políticos, empresarios y periodistas opositores ahora sofoca a los ciudadanos también, que perfectamente la intuían.
 
Con la muerte de Nisman se corrió un telón raído y sucio para que aparezca, en lugar de una escena de verdad, otro telón podrido y más pesado: embajadas paralelas, servicios de inteligencia cobrándoselas entre ellos, espías que no son espías pero se hacen pasar por espías, tramas mafiosas, opacidad, parapresupuestos que corren por lo bajo.
 
La cruzada del gobierno con la justicia dejó un muerto: un fiscal contrario al gobierno. Ahora el cadáver del fiscal es un botín. Erigirse como destinatario de esta muerte es el artilugio que elige el gobierno para ahondar su discurso paranoico. Una canallada. El destinatario de esta muerte es en primer lugar, el propio Nisman y luego sus hijas, su madre, sus seres queridos, y enseguida y sobre todo, la libertad de acción de la justicia.
 
Fátima Florez, la actriz, dijo que no va a imitar más a la presidenta. La entiendo. La presidenta termina siendo una figura atemorizante.
 
Como hombre de la justicia y de la política voy a ir en busca de determinaciones para atravesar esta crisis. Con el poder que me da mi senaduría y mi partido exijo renuncias, exijo un acuse de recibo institucional por parte del gobierno, nada de enumeraciones de pistas detectivescas. A nadie le importa su parecer, señora, doctora presidenta, en una democracia los mecanismos de justicia alcanzarían para dar la verdad sobre los hechos.
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