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Triste cambalache

Triste cambalache

Por Jesús Rodríguez
jueves 22 de enero de 2015, 11:22h
Los graves sucesos de los últimos quince días descubren las obscuras estrategias de poder del kirchnerismo en retirada. El año electoral se abre de forma tormentosa.
 
Desde nuestra última edición se ha sucedido una retahíla de acontecimientos que son difíciles de procesar y analizar en tan breve espacio, con tan poca información y con grandes operaciones montadas para llevar agua a distintos molinos. Tal panorama se debe, de manera casi excluyente, a un discurso constante de un peronismo gobernante que busca acomodar o crear hechos a la medida de sus necesidades y que ha socavado en estos doce años la confianza pública.
 
Esta docena de administraciones kirchneristas nos han acostumbrado a que los funcionarios no den conferencias de prensa ni explicaciones de sus actos, le endilguen las responsabilidades propias a diversas conjuras nacionales o internacionales y hayan trasladado su visión maniquea de las cosas a la vida cotidiana, bajo la argumentación de que "pelean contra las corporaciones" e instauran una revolución. Con ese pretexto, la impunidad creció y se instaló entre nosotros como algo normal, del mismo modo que en los '70 se naturalizó la muerte en las calles de nuestros barrios.
 
Para poder abordar los acontecimientos que de manera hebdomadaria nos han golpeado desde el ataque a la revista francesa de humor satírico Charlie Hebdo, es bueno instalarlo en el "contexto" - concepto de moda - de la política oficial y su forma de ejercer el poder.
 
En primer lugar, la política exterior "antiimperialista" declarada luego de que Barak Obama no "hiciera nada" para influir en la Corte de Nueva York para que los holdouts no se salieran con la suya, el viraje de política exterior hacia una "sintonía fina" con gobiernos más cercanos a la autocracia que a la democracia, ha sido completo. El cristinismo decidió aliarse con China y Rusia en busca de asegurar la estabilidad macroeconómica en difícil situación. Durante 2014 la Argentina ató buena parte de su estabilidad financiera y sus inversiones estratégicas al vínculo con China y Rusia, dos de las mayores potencias del mundo, reavivando el debate sobre los riesgos de ese tipo de alianzas.
 
Este año que pasó, tanto Vladimir Putin como su par chino, Xi Jinping, visitaron la Casa Rosada para suscribir acuerdos de inversión, adjudicaciones de obras públicas y hasta un swap de monedas para revitalizar las delgadas reservas del Banco Central.
 
La presidente definió estos acuerdos como la cara visible de un escenario "provechoso para todos", pero es improbable que los nuevos socios sean más piadosos que los de Europa y EE.UU. Por el contrario, hay muestras sobradas de su voracidad. Sin ir más lejos, en algunas plantas u obras de infraestructura chinas en nuestro país regiría la ley laboral de ese país - si se aprueba los acuerdos pendientes de tratamiento en la Cámara de Diputados - bastante alejada de los apotegmas peronistas, por cierto.
 
En este marco, Xi Jinping invitó a Cristina Kirchner a visitar China, lugar en donde se encontraba el canciller Héctor Timerman, haciendo los aprontes para febrero, cuando ocurrió el atentado de París. Aquí comenzó la serie de hechos que dejaron a la descampada una política internacional improvisada, errada e inconsistente. El canciller no acudió en forma oficial a la marcha convocada por la ciudadanía francesa con la asistencia de 50 jefes de Estado y tres millones de manifestantes. Es cierto que la respuesta de los mandatarios de América Latina fue escueta y no enviaron representantes, pero también es cierto que la Argentina, junto a Venezuela; Ecuador y Cuba, no hicieron referencia al ataque a la libertad de expresión, una consigna "paraguas" que aglutinó al pueblo francés y despertó la solidaridad de Occidente.
 
Cuando aún no se había disipado la polvareda, el fiscal Alberto Nisman interrumpió sus vacaciones para llamar a indagatoria a la presidente de la Nación, a su canciller, al diputado camporista Andrés Larroque y a los militantes piqueteros Luis D'Elía y Fernando Esteche. Conmoción generalizada por semejante acto judicial fundamentado en el supuesto desvío de la investigación del atentado a la AMIA - recordemos que a Nisman, Néstor Kirchner le creó una fiscalía exclusiva para tal fin - efectuado con el célebre "memorándum de entendimiento" con Irán de 2013, con el objeto de des incriminar a los funcionarios iraníes, largamente acusados de ser los ideólogos y financistas del horroroso hecho.
 
Las pruebas, en su mayoría escuchas telefónicas, serían presentadas ante una comisión del Congreso a la que el fiscal nunca llegaría. Su muerte, un día antes, rodeada del misterio propio de semejante "coincidencia" es el último acto al que nos enfrentamos y sobre el que el oficialismo no ha dado respuesta. También nos hemos acostumbrado que la presidente haga silencio o comunique sus pareceres a través de las redes sociales, utilizando la cadena nacional solo para actos de propaganda oficial.
 
La sociedad no emite muchas señales para contrarrestar esta forma de gobernar, por el contrario, parece acostumbrarse e ir mansamente hacia la aceptación del "modelo chino, o ruso", modelo al que no adscribimos ni por cultura, historia ni tradición política.
 
El presidente de la UCR, Ernesto Sanz, presente en los actos de repudio y condolencias por el ataque terrorista de París - movilizó al partido, junto a la sociedad en su conjunto, para manifestar el 19 de enero el hartazgo ante la impunidad y la corrupción; y la voluntad de cambio hacia el diálogo y la reconstrucción de una institucionalidad mellada durante estos años.
 


El año que comienza
 
Este es el peor inicio para un año electoral que además presenta los mismos problemas económicos y sociales que el 2014 con crecientes desafíos: se registra una sistemática caída en la actividad económica a lo largo de los últimos cinco trimestres; hay desequilibrios fiscales y externos; se observa un derrumbe de las inversiones y se verifica una crítica situación en el mercado de trabajo.
 
A pesar de tener una presión tributaria record del 35 por ciento del PIB - el doble del promedio de América Latina y similar al de un país de la OCDE - se verifica un desequilibrio fiscal en el 2014 superior al 5 por ciento del PIB, cuando nuestros vecinos Colombia y Chile están alrededor del 1 por ciento y Brasil poco más del 3 por ciento.
 
El sector externo también tuvo, en 2014, un comportamiento decepcionante al caer, de manera simultánea, tanto las exportaciones como las importaciones en algo más del 10 por ciento. La caída generalizada de las compras externas - inducida por el gobierno para evitar la pérdida de divisas - excluye las importaciones de energía que alcanzaron los 13.000 millones de dólares.
 
En suma, en términos económicos, la presidente Cristina Fernández de Kirchner al concluir su mandato dejará un país más pobre, donde la riqueza por habitante - según los cuestionados datos públicos - será inferior a la del año 2011 momento en que obtuvo su reelección con el 54 por ciento de los votos.
 
Difícilmente el candidato "puro" del kirchnerismo - sea quien fuere - obtenga la victoria en este contexto. Hasta hace poco el oficialismo mostraba cierto entusiasmo por lograr imponer un sucesor. Hoy, a la vista de los sucesos trágicos y de las pobres reacciones oficialistas, el ciclo se ha inclinado para el lado del pesimismo.
 
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