Cultura y Políticas de Seguridad Vial
jueves 15 de enero de 2015, 11:07h
En
numerosas oportunidades hemos señalado que la problemática de la siniestralidad
vial en una sociedad responde a un fenómeno muy complejo basado en una
"cultura". La cultura es una especie de tejido social que abarca las distintas
formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres,
las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las
normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura. Por ello, según
el enfoque analítico con que se mire, la cultura puede ser clasificada y
definida de diversas maneras. Hay quienes la dividen en tópica (por
categorías), histórica (la cultura como herencia social), mental (complejo de
ideas y hábitos), estructural (símbolos pautados e interrelacionados) y
simbólica (significados asignados en forma arbitraria que son compartidos por
una sociedad).
Uno de
los "patrones de conducta" en nuestra cultura que, permanentemente hemos
señalado, verifica nuestra sociedad, en términos generalizados, en las costumbres,
prácticas, rituales, maneras de ser y comportamiento demuestra en forma
fehaciente la denominada "cultura de fatalidad" donde la "responsabilidad" de
los hechos es trasladada al destino (o designio divino en los creyentes).
En
pocos y "correctos" términos, el siniestro (riesgo que se ha concretado) es
considerado en nuestra cultura mental (complejo de ideas y hábitos) mayoritaria
como "accidente" (hecho ajeno a la voluntad). En el "accidente" NO hay RIESGO.
En consecuencia se descarta su "percepción".
¿Cómo
podemos, racionalmente, exigir prevención a quien NO percibe el riesgo?.
Son
realmente numerosos los ejemplos de lo expresado teóricamente en nuestras
costumbres, prácticas, rituales, maneras de ser y comportamientos (tanto en las
clasificaciones histórica, estructural y simbólica). Basta mirar las
características de siniestros demasiado frecuentes que evidencian la falta de
prevención inmediatamente anteriores a la producción de los mismos. Veamos
algunos, por más evidentes que parezcan:
1. La
no utilización de cascos y cinturones de seguridad. Adviértase que no estoy
diciendo que esos elementos NO estén presentes, sino que, aún estando a
disposición, NO SE USAN (permanecen pasivos en el habitáculo juntando polvo, o
como en el caso del casco "protegiendo el codo").
2. La
"delegación a una función secundaria" de la conducción de nuestro cuerpo o
vehículo en el uso de la vía pública. La función primaria de nuestra atención y
cuidado pasa a ser el uso del celular, la manipulación del GPS en movimiento,
la selección y escucha de música, etc., etc.
3. El
uso inadecuado del vehículo. Exceso de ocupantes en motos, ciclomotores y
habitáculos. La ubicación y transporte de niños en lugares y asientos
destinados a adultos, sin sujeciones adecuadas. Velocidades excesivas para las
circunstancias de la vía. Maniobras "reñidas" con la física en sobrepasos.
Pretender conducir alcoholizado o drogado juzgando inocua su ingesta, etc. etc.
4.
Tipologías "extremas". Denomino asi a aquellas, carentes de todo sentido común,
que nos impactan por su "crudeza" e "irracionalidad" cuando las leemos en los
diarios tomando un café, pero que nos las tenemos prevenidas en nuestra actitud
y conducta en la vía pública. Padres que matan a sus hijos en maniobras de
salida o estacionamiento en sus casas. Personas que resultan muertas por
pretender empujar a mano vehículos en una ruta. Lesionados y muertos en ascenso
o descenso de transportes públicos en movimiento. Peatones lastimados o muertos
por vehículos que giran a toda velocidad en las esquinas.
La
enorme mayoría de estas características nefastas previas a un siniestro,
podrían eliminarse si, culturalmente, no lo consideráramos un "accidente".
Ahora
bien, cuando mencionamos las "Políticas de Seguridad Vial" tampoco está ausente
la "cultura". Y si es una sociedad "estática" sus políticas en la materia,
tanto de "gobierno" (en ejercicio del poder) como de "estado" (en ejercicio y
en expectativa de ejercerlo), no diferirán en demasía de la cultura del pueblo.
En otras palabras, si la sociedad es culturalmente "fatal", sus dirigentes
aplicarán políticas acordes, que verificaremos en una gran laxitud en las
condiciones de acceso a la habilitación de conductores, al uso de vehículos, a
la construcción de infraestructuras alejadas de conceptos de "caminos que
perdonan" el error humano, a controles espasmódicos en función de reacciones
sociales, etc. etc.
Pero la
"política", por definición y naturaleza, es un quehacer ordenado al bien común
que tiene por objetivo resolver los
problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es decir que si bien "nace"
del seno de su sociedad, con sus virtudes y defectos, lo hace para MEJORARLA. Y
si, como en el caso de la problemática de la seguridad vial, la base de la
misma se encuentra en la "cultura", entonces pretenderá transformarla.
Transformar
una "cultura de fatalidad" en una "cultura de prevención" llevará tiempo y
constancia en la ejecución del proceso, y lógicamente, en su transcurso
cometerá errores que deberá corregir. La experiencia histórica y documentada de
otras sociedades (hoy más evolucionadas y exitosas en la materia lo demuestra).
En
Argentina en particular, donde el ISEV va a cumplir treinta años de presencia
activa ininterrumpida, a nuestro criterio (podemos estar equivocados), dicho
proceso nos merece las siguientes consideraciones:
1. Desde el año 2008, por primera
vez, en la historia de nuestra sociedad, inicia un proceso de definición y
establecimiento de Políticas Generales de Seguridad Vial. Un proceso
"revulsivo" por pretender una reacción profunda de la sociedad en la toma de
conciencia del riesgo vial para transformar la cultura. Este proceso, en forma
resumida en sus grandes aspectos, se traduce en la creación de un órgano (ANSV)
con responsabilidad ejecutiva en una materia no delegada constitucionalmente,
para negociar y acordar con las jurisdicciones provinciales políticas (de
gobierno) comunes en la materia; la generación e instrumentación de un programa
de implementación de una habilitación nacional y registro centralizado de conductores;
el inicio de un programa y elaboración de materiales pedagógicos de formación
docente y de recursos áulicos que permita la instrumentación efectiva en un
futuro de la Educación Vial en las currículas formales de la sociedad, prevista
en la Ley; y la ejecución de acciones de control y difusión de conductas en la
vía pública orientadas por la experiencia internacional y recomendada por la
ONU y la OMS, todo ello con el sostenimiento económico y financiero de un fondo
específico determinado por ley, del sistema de aseguramiento del riesgo
automotor.
2.
2. El
éxito de la adopción de dichas Políticas
Generales de Seguridad Vial, se verificó en substanciales reducciones (por
primera vez en Argentina) en las Tasa de Siniestralidad, Mortalidad y Morbilidad
Vial con sus mejores "picos" en 2011 y 2012.
3. A
fines del año 2012, el ISEV observa y manifiesta públicamente que loa efectos
beneficiosos de la aplicación de las Políticas Generales de Seguridad Vial
comienzan a "ralentizarse" y que resulta necesaria la adopción estratégica de
Políticas Específicas de Seguridad Vial, en atención a que el Observatorio de
Seguridad Vial de la ANSV ha desarrollado estudios que permiten identificar
problemáticas propias y específicas de nuestra sociedad tanto a nivel nacional
como regional y provincial (y ya no solo las experiencias internacionales).
4. A
partir de lo verificado por el ISEV en el año 2014 (aún con reducciones
IMPORTANTES respecto a los valores anteriores al año 2010), nos empezamos a
alejar de los "picos" de éxito mencionados, y por ello, volvemos a insistir en
lo expresado en el punto 3.
Una
preocupación final nos merece la consideración de la escasa o nula (por lo
menos identificable) caracterización de Políticas de Estado en Seguridad Vial.
No caben dudas respecto a la aplicación de Políticas de Gobierno en la materia
(programas y acciones llevadas a cabo por quien ejerce el poder), pero no se ha
logrado una expresión acorde a ello de los sectores o partidos políticos con
expectativa a ejercerlo en el futuro y ello obviamente preocupa.
La
transformación definitiva, en un largo proceso, de esa cultura "fatal" por una
cultura "preventiva" deviene "esencial" la garantía de continuidad (con las
correcciones que eventualmente sean necesarias) expresada en una verdadera
POLITICA DE ESTADO.
Buenos
Aires, 14 de enero de 2015
Consejo
Directivo ISEV
Dr.
Eduardo Bertotti
Director