Un buen discurso, al que le faltó algo: pero ¿qué?
jueves 25 de diciembre de 2014, 01:27h
Una vez más, Don Felipe de Borbón estuvo impecable. NI un
fallo, nada que objetar a su primer mensaje navideño como Rey a los españoles.
Pero, una vez más, debo decir, para evitar caer en el exclusivo elogio, que el
jefe del Estado me dejó con la sensación de que debería haber ido algo más
lejos, jugarse algo más el tipo. Carece Don Felipe de la ambición por los
titulares, su prudencia sobrepasa con exceso a sus ganas de innovar, que me
consta que las tiene.
Vaya por delante que mi opinión, como monárquico, pero,
sobre todo, como español y como periodista que ha escuchado todos y cada uno de
los mensajes del Rey en Navidad, es que Felipe de Borbón es ya un gran Monarca.
Demócrata, culto, trabajador hasta la extenuación. Le faltan los impulsos a
veces geniales de su padre, pero tiene más fuerza que Juan Carlos I y mayor
credibilidad. Uno tiende a creerse su
alegato tremendo contra la corrupción, pero también lamenta uno que no haya
habido una alusión, siquiera de pasada, a su hermana Cristina, que ha hecho
otro flaco favor a la Corona
no apresurándose a renunciar a sus derechos dinásticos, a los que ya, me
parece, no tiene derecho, valga la redundancia. Uno defiende la Constitución, pero
también su reforma, para que perviva, y sobre esto el Rey no pronunció ni una
sola palabra: no quiso entrometerse en el que es el mayor foco de discrepancias
entre los dos partidos nacionales mayoritarios.
Sobre Cataluña hubo palabras sensatas, pero no atisbos de
soluciones; no le corresponde al Rey, que reina pero no gobierna, ofrecerlas.
Habrá de ser Mariano Rajoy, en su comparecencia ante los medios el viernes,
quien, en su caso, vaya algo más lejos, cosa que, personalmente, dudo que haga.
Aprecié un matiz de diferencia, al hablar de economía, con
el triunfalismo y la euforia que muestran Rajoy y los ministros económicos. El
Rey, también es su papel, se acordó de los que más sufren, que no son pocos. En
eso, siguió la línea de su padre -el discurso tampoco incorporó muchas
novedades formales, ni de fondo, con respecto a los de Juan Carlos I--, aunque
ya digo que Don Felipe, con su trayectoria ejemplar, es más creíble cuando pide
regeneración de la vida pública.
Me quedé, en suma, con la sensación de que me hubiese
gustado algo más. Pero ni siquiera soy capaz de precisar qué es ese 'algo más'
que yo esperaba. Me sigue envolviendo, me temo, el sonido de las bellas,
altruistas, palabras, que hablan de que somos -y lo somos-una gran nación. Lo
que pasa es que tenemos aún que convencernos de ello.