lunes 24 de noviembre de 2014, 11:27h
La politica macroeconómica de estos días resulta difícil de
explicar.
El Ministro de Economía, en una versión muy libre de
keynesianismo, está convencido que la forma de mantener la actividad económica
y el empleo es a través de un aumento del gasto público, por encima de los
ingresos fiscales.
Como dicho déficit no puede ser financiado, como sugería don
Keynes, con deuda pública colocada voluntariamente entre ahorristas privados
renuentes a gastar, el Ministro recurre a la colocación de deuda indexada por
el ajuste del dólar oficial, que pagará el próximo gobierno, colocada con
cierto grado de presión entre inversores institucionales y compañías de seguro,
y a la emisión de pesos del Banco Central.
Emisión que, como sostuvo siempre, según él, no tiene
efectos sobre la tasa de inflación u otras variables nominales de la economía.
Sin embargo, como la actividad económica necesita de dólares
para producir y dólares, insisto, con las reglas actuales y al precio oficial,
no hay, profundiza el racionamiento de divisas para los importadores.
En otras palabras, el Ministro es "expansivo" en pesos, pero
"contractivo" en dólares.
Por su parte el Banco Central, que parece que sí considera
que la emisión de pesos para financiar el déficit fiscal tiene consecuencias
sobre las variables nominales de la economía, se encarga de absorber, dichos
pesos, colocando deuda de corto plazo, entre los bancos, (Lebacs), para
controlar el aumento de la cantidad de dinero.
Es decir, mientras el Ministro de Economía expande pesos, el
Presidente del Banco Central, se encarga de "sacarlos" de circulación con
deuda.
Al final del día, la deuda del Banco Central, (emisión
futura, o futuros títulos de largo plazo), se encarga de pagar sueldos,
jubilaciones y subsidios económicos, porque la recaudación impositiva récord no
alcanza.
Un Ministro "expansivo" en pesos, y un Banco Central
"contractivo" en pesos.
A su vez, en materia de dólares, el Banco Central se está
encargando de terminar con el mercado de compra venta de dólares con bonos y
acciones.
Este mercado, era la "válvula de escape" sugerida por el
propio Ministro a importadores, para aliviar las restricciones en el mercado
oficial, y permitir, en una suerte de desdoblamiento cambiario de facto, pagos
de importaciones impostergables, a proveedores del exterior.
Otra vez, un Ministro que veía en el dólar bolsa una
alternativa para no frenar aún más la actividad, aún reconociendo cierta
presión inflacionaria, y un Presidente de Banco Central que modificó esta
política (¿Lo convenció?), paralizando dicho mercado.
A su vez, mientras los Ministerios de Economía e Industria,
pretenden que el crédito al sector privado reactive el mercado de bienes
durables y automóviles, el Banco Central, como se mencionara, "le saca" crédito
al sector privado, para financiar al sector público. Completando así, las
incoherencias de estos días.
En síntesis, un Ministro expansivo en pesos y contractivo en
dólares, y un Banco Central contractivo en pesos, y contractivo en dólares,
aunque manteniendo cuasi fijo el tipo de cambio oficial, como instrumento
"reactivante".
Pero mantener cuasi fijo el tipo de cambio oficial, y
paralizado el mercado "libre", frente a un escenario externo negativo, por
razones locales e internacionales, hace que todo el ajuste interno a esta
situación externa, sea por medio de la recesión o la deflación. (Caída de la
actividad, del empleo privado, y del salario real).
Por supuesto que, además de esto último, recesión, desempleo
y deflación de salarios, esta mezcla compleja de políticas expansivas en pesos
y en crédito al sector público, y contractivas en dólares y en crédito al
sector privado, tiene consecuencias redistributivas, e intertemporale.
Redistributivas, porque no es lo mismo ser empleado público
o proveedor del Estado que depender del empleo y gasto de las empresas privadas
que no tienen relación con la demanda del sector público.
Intertemporales , porque, cuanto más déficit fiscal y deuda
pública con el sistema financiero se acumule, y más se demore el ajuste del
tipo de cambio y las tarifas, a la nueva situación del mundo y a los verdaderos
costos de los servicios públicos y de producir energía, más distorsiones tendrá
que resolver el próximo gobierno.
Eso, siempre y cuando, estas incoherencias "aguanten" hasta
el fin del mandato de la Presidenta.