jueves 06 de noviembre de 2014, 19:45h
"Son el eco de aquellos nativos que no se resignaron ni a la
pobreza ni a la falta de libertad".
Antonio Izquierdo Escribano
El 28 de octubre de de 2014 apareció en varios diarios el
informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) que da cuenta de la
situación demográfica en "Proyección de la Población de España para el periodo
2014-2064". En los próximos 15 años perderá 1 millón de habitantes y 5,6 millones
en los próximos 50. La población mayor de 65 años pasará del 18.2% actual al
38,7%. El 2015 será el primer año en que la tasa demográfica sea negativa y es
una tendencia que amenaza con consolidarse. Según el informe este fenómeno se agudizará a partir de 2040.
Tal cuestión no es menor en términos de futuro si en
previsión de ello se adoptan políticas poblacionales, al guardar este proceso
relación directa con el sostenimiento de las políticas públicas de un estado de
bienestar, entre otras varias cuestiones, ya que la población económicamente
activa no sólo será menor, sino que estará envejecida.
Paradójicamente, mientras en España se proyecta esta
situación y se tensiona la situación secesionista, en Latinoamérica se viene
promoviendo y luchando desde hace años para acceder a la nacionalidad española
por parte de aquellas/os que somos
descendientes. El PSOE tomó esa iniciativa y la insertó en la llamada
Ley de Memoria Histórica, lo que sin duda fue un primer y gran paso para
resolver miles de casos que se vieron favorecidos pudiendo acceder así a la
doble nacionalidad.
En la actualidad, el gobierno del PP presentó en el
parlamento un proyecto de ley para devolverle la ciudadanía a los judíos
sefardíes expulsados por la Inquisición hace cinco siglos. Desde ese punto de
vista habría que devolvérsela a los moros, que estuvieron por 8 siglos en
España y también fueron expulsados. Haciéndose eco del reclamo de numerosas
asociaciones y de las propias agrupaciones del PSOE en el exterior la diputada
socialista Carmela Silva presentó enmiendas a dicho proyecto para hacer justicia
con aquellos casos que la LMH no contemplaba y así puedan acceder a la
nacionalidad todas/os los hijos y nietos[1]. La respuesta la tiene ahora el PP
una vez que tenga claro qué quiere hacer con esta cuestión ya que hasta ahora
elude el tema.
Antonio Izquierdo Escribano coordinó el libro "La migración
de la memoria histórica" y en el mismo expresa que "... obtener la doble
nacionalidad a través de la LMH ha sido echarle un pulso al miedo de los
legisladores. Al temor numérico e histórico[2]".
¿A qué miedos se refiere el sociólogo Izquierdo con su
afirmación? El temor numérico se relacionaba con la fantasía de hordas
latinoamericanas desembarcaran en España. Las nuevas nacionalidades no
superaron el medio millón. Como lo demuestra Izquierdo Escribano, con la LMH se
recuperó una generación que en términos cuantitativos equivale a los
nacimientos en España de todo un año. Este fantasma que recorría la cabeza de
varios legisladores ha sido demolido por la realidad. Fue la determinación del
propio Zapatero que zanjó la situación y afirmó en su visita a Buenos Aires: "...
muchos dicen que a lo mejor son más de un millón, pero os puedo asegurar que es
de justicia, y sean los que sean, todos van a ser españoles"[3].
Este temor puso en evidencia no sólo la ausencia de perspectiva
histórica sino la incomprensión de un fenómeno demográfico cuyos orígenes
fueron sociales y políticos. Salir del propio lugar no fue para las/os
españoles un viaje de aventuras exóticas. Irse del lugar al que uno siente que
pertenece siempre es doloroso.
Esta ignorancia y falta de análisis demuestra palpablemente
la ausencia de una política demográfica integral de largo plazo, que más tarde
o temprano, otro gobierno deberá decidir al respecto. Pérfidas demostraciones
de la historia, los propios datos del INE afirman que hay un 10% menos de
argentinos en España sino que luego de 40 años España vuelve a ser un país en
donde comienza nuevamente un proceso emigratorio, esta vez de jóvenes
cualificados, llegando a hablarse de "fuga de cerebros"[4] y según algunos
periódicos, tienen como destino a Argentina entre esos países[5].
Sin embargo, ese miedo relacionado con el etno y
eurocentrismo y el conservadurismo ideológico, presenta muchas más aristas,
emparentadas con la construcción de la identidad. Pongamos como ejemplo el caso de Buenos
Aires. El padrón del Censo de Españoles Residentes y Ausentes (CERA[6]) está
conformado por más del 64% de dobles ciudadanos. El PERE[7] por un porcentaje
aún más elevado. Los doble ciudadanos extrañamente nos postulemos "volver" si
nunca nos hemos ido. Los que se fueron eran nuestros padres o abuelos. Hemos
nacido en los países que los acogieron (por cierto, con muchos menos requisitos
que las leyes de extranjería españolas y por lo menos en nuestra experiencia
familiar con ausencia de xenofobia). Los descendientes transitamos una fusión
identitaria producto del legado familiar y del contexto de acogida. El
resultado de ellos es 100% argentino, 100% español y 100% gallego (o vasco,
andaluz, catalán, etc). Es que esta cuestión no guarda relación con las
matemáticas. Los "porcentajes" pueden coexistir y ser complementarios, formar
mixturas ricas en hibridez y diversidad cultural. ¿Sino cómo explicar, a manera
de ejemplo, que los nacidos en hogares gallegos hablemos los dos idiomas?
Corremos el peligro de pensar que la identidad es una cuestión genética, de
raza. Con maestría y lucidez la reciente película "8 apellidos vascos" refleja
esta cuestión.
Como conclusión a todas luces provisoria e incompleta, es
notable la falta de perspectiva histórica y la ausencia de una política de
aprovechamiento de recursos humanos por parte de España. Pero más lo es con las
proyecciones demográficas. La emigración española guarda un potencial no sólo
inexplorado sino además que se puede ensanchar votando las enmiendas propuestas
por la compañera Carmela Silva desde la perspectiva a la que aludía Zapatero:
"es de justicia". Lo primero que llevamos es la coordenada identitaria del
lenguaje. A ello se suma la formación a la que hemos accedido en los países de
acogida y en el caso personal por cierto, pagado el pueblo argentino. El temor
histórico nubla la vista de aquellos legisladores que no comprenden pero
tampoco investigan. Un temor fundado en la ignorancia y en la cortedad de
imaginación. En una visita que realicé con mis padres a su aldea hace más de 30
años, mi madre me refirió las historias sobre "Ponteciñas". El mito decía que
por allí pululaban as meigas e os demos[8]. Es hora que el gobierno del PP
exhorcise sus demos a la luz de la realidad y del futuro de miles de hijos y
nietos que reinvindicamos tanto nuestro origen como la acogida que recibieron
nuestros ancestros. Y sino, que estudien un poco.
Gustavo López Pardo
Sec Organización del PSOE
Lic y Prof de Sociología.