Hacia el 2015, por la banquina
martes 19 de agosto de 2014, 07:28h
La discusión bizarra acerca de cómo tipificar la cesación de
pagos de la Argentina, no oculta la aceleración de los problemas preexistentes.
Caída del empleo y del consumo. Mayor gasto público para sostener el relato.
Aumento de la conflictividad social; la aplicación de la Ley antiterrorista y
los mayores controles estatales sobre la tasa de ganancia. Unen avanza entre
operaciones y veleidades de sus referentes.
Cuando Axel Kiciloff asumió la formalidad de la conducción
económica del gobierno de Cristina Fernández dijimos aquí que tenía en sus
alforjas conceptuales tres principios rectores: 1) En el capitalismo - sistema
en el que descree - debe ser regulada la tasa de ganancia. 2) La única
regulación efectiva es a través del control de la propiedad 3) Los precios
internos están "desenganchados" de los externos. Así, el consejero principal de
la presidente en materia económica encaminó, encamina y encaminará mientras esté
en su cargo, el rumbo del país. Esto explica el abstruso plan de "precios
cuidados" y diversas iniciativas denominadas "contracíclicas" por el elenco
estable de la Casa Rosada que sostiene que el consumo interno es el motor del
crecimiento económico.
De entre esos planes que se superponen, solapan y anuncian
varias veces, se encuentra el Procreauto que sirve - supuestamente - para
evitar la caída de las ventas de las multinacionales automotrices que, por cada
auto vendido, le agregan unos 10.000 dólares al déficit de divisas del país. Es
decir que mientras se aplaca a esas empresas, a las cuales ya se les subsidia
el costo laboral desde 2009 mediante el Programa de Recuperación Productiva
(Repro), por el cual el Estado se hace cargo del pago de una parte del salario
a los trabajadores del sector privado. También se les subsidia el tipo de
cambio, con el esquema de desdoblamiento.
Con el país en default, el relato carga sobre el enemigo
externo y los cipayos internos las culpas de una situación económica que es
producto del facilismo, la ceguera ideológica y el oportunismo electoral. Desde
el año 2009 se han profundizado los desequilibrios macroeconómicos, fiscal y
externos, sin atenuantes. Según el oficialismo, la situación internacional
afecta la marcha de la economía local, a lo que se debería sumar el ataque
especulativo de los otrora inversores y hoy "buitres".
Lo cierto es que la inflación sin tregua licua los salarios
y ya ha corroído casi tosa la actualización del tipo de cambio que estableció
la devaluación de enero. Aún cuando los asalariados registrados con las
paritarias lograron incrementos salariales del 29 por ciento interanual en
junio último, en igual periodo la inflación escaló a 38,6 por ciento
interanual, lo que implica una caída del poder de compra de casi el 7 por
ciento en los últimos doce meses.
Este menor poder de compra del salario conlleva un menor
nivel de consumo - el motor del "modelo" - e impulsa las estrategias del
empresariado a reducir la inversión, la producción y la planta de personal. En
esa estrategia también pesa la dificultad para importar y la gran pérdida de
competitividad para exportar con un esquema cambiario que se asoma a otra
devaluación forzada por las circunstancias y sobre la cuál la UIA se ha
manifestado en forma abierta y novedosa, elevando la voz en contra del ministro
de economía quien respondió con una descalificación personal.
El asalariado - supuesto sujeto de la revolución nacional y
popular - ve mermado su poder de compra - lo que estimula el ahorro, en dólares
si es posible, en desmedro del consumo - y amenazado su puesto de trabajo o su
condición de empleado formalizado.
Con la devaluación de enero el gobierno arrancó este
derrotero a la baja, que todavía no toco fondo. Los datos de Julio y los
primeros de Agosto advierten que la demanda agregada continúa a la baja.
Estimaciones privadas advierten que la economía caería un 2 por ciento en 2014,
y que puede caer a mayor ritmo si la incertidumbre macroeconómica perdura y
además de frenar el consumo, también frena aún más los magros niveles de
inversión que se registran este año.
Lejos quedaron los años de crecimiento a "tasas chinas",
logrando reducir el desempleo a un dígito. En 2012 y 2013 casi fue nulo el
crecimiento de empleo privado registrado y en 2014 todo indica que estaríamos
en un año de destrucción neta de puestos de trabajo. La tasa de desempleo para
primer trimestre del 2014 es de 7,1 por ciento, lo mismo que hace dos años.
Esto significa que los 60 mil puestos privados registrados entre 2012 y 2013,
sumados a los 129 mil puestos creados por el sector público en igual periodo,
solo acompañaron el incremento vegetativo de la población y por ello no
impactaron en bajar la tasa de desocupación.
La pérdida de puestos de trabajo registrado en el sector
privado que ya se evidencia este año, no sólo comenzará a elevar la tasa de
desempleó sino también la tasa de informalidad laboral que de por sí es alta y
ronda el 33 por ciento de los asalariados, equivalente a 4 millones de personas
en todo el país. El total de trabajadores no registrados es el mismo desde el
2010, es decir, que se cumplen 4 años donde no pudo combatirse ese flagelo.
La tasa de pobreza también se estabiliza en torno al 30 por
ciento, según estimaciones privadas, que advierten que el mayor gasto público
no logra revertir la realidad de los 12 millones de personas que más necesitan
de la ayuda del Estado.
La novela del default tiene varios capítulos, idas, venidas
y secretos. Luego de que parecía que los banqueros de aquí y de allá habrían
acordado comprar la deuda en litigio, Axel Kicillof apareció como el
responsable de patear el tablero y precipitar las cosas hacia un desenlace que
es tan imprevisible como malo para el país y para un futuro gobierno que
heredará una situación muy difícil, frente a la cual el cristinismo pretendería
presentarse como opositor a las "políticas de ajuste".
Los fantasmas de la economía setentista
Mientras todo esto ocurre, con una tendencia a acelerar las
consecuencias negativas, las culpas son ajenas y el relato se apresta a una
cruzada en contra del "capitalismo buitre" con la aplicación de la Ley antiterrorista
a empresas que decidan cerrar, o con el control de la tasa de ganancia mediante
el proyecto de ley de abastecimiento y consumo. Nada hace suponer que la
gestión "Kokicillof" tome caminos apartados del rumbo actual de tránsito por la
banquina. Será por eso y por razones del "pago chico" que Jorge Milton
Capitanich tendría establecido que octubre sería su fecha de vencimiento como
Jefe de Gabinete.
Estanflación, altos costos por importación de combustible,
escasez de divisas, conflictividad social ascendente y medidas de control por
parte de un Estado débil, son algunos parecidos del momento actual con el
período 1974-1976. La ley 20.680 sobre abastecimiento y consumo de esa época
está siendo reflotada y actualizada por el Poder Ejecutivo.
La aplicación de la 20.680 está suspendida por el decreto
ómnibus de desregulación del Estado de Menem-Cavallo (2284/91). La discusión de
esta suspensión siempre fue eludida por parte del gobierno y desde el año 2007,
momento en el que el inefable secretario de comercio Guillermo Moreno la
blandió como una amenaza en las negociaciones por los "acuerdos voluntarios de
precios", nunca fue aplicada, hasta hoy. Fue simplemente un arma disuasiva.
Por ello, lo que esconde toda esta hojarasca no es un cambio
a la ley, sino su plena vigencia, o simplemente una nueva amenaza. La ley
podría entrar en vigor con un decreto que anulara el artículo 4 del mencionado
2284 de Menem-Cavallo.
Los días de UNEN
Desde el día de su lanzamiento, los distintos dirigentes del
Frente tuvieron que responder preguntas relativas a posibles acuerdos con
Mauricio Macri. Esa insistencia mediática tiene dos causas, producto de dos
necesidades ajenas a la coalición. En primer lugar, el gobierno Nacional y el
de la Ciudad disfrutan de una extendida influencia en medios y gente de prensa
que les permite a ambos cumplir con sus respectivos objetivos: para el primero
alimentar el imaginario que la presente como una fuerza de centro-izquierda,
frente a contraparte "noventista" que la valide (el PRO). Por su parte a
Mauricio Macri lo favorece ser presentado como la contracara de la Presidente.
En segundo lugar, no escapa a realidades provinciales que las alianzas
electorales con candidatos del PRO son viables, por razones estrictamente
regionales, aunque "no vinculantes" con un acuerdo programático nacional.
Una mirada a los últimos resultados electorales y a las
encuestas conocidas puede aproximarnos a analizar la oportunidad y conveniencia
de un acercamiento entre el Frente y el PRO. Todas las encuestas realizadas,
publicadas o no, indican que el Frente es la segunda fuerza al sumar, como
corresponde, la intención de voto de todos sus precandidatos presidenciales.
¿Es ilusorio imaginar ese resultado? Los datos de las
elecciones recientes nos ayudan a razonar. Es posible pensar que a la PASO del
Frente concurrirán a votar entre el 25 y el 33 por ciento de los electores. La
primera de esas cifras es la suma de los votos obtenidos por todas las listas
de las fuerzas que integran el Frente, en todos los distritos, en la reciente
elección de renovación legislativa. La otra es la suma de los votos logrados
por los candidatos presidenciales Hermes Binner, Ricardo Alfonsín y Elisa
Carrió en la última elección presidencial del año 2011.
Esas mismas encuestas muestran que el PRO, en todos los
casos, se ubica en cuarto lugar. En efecto, en la ultima encuesta de Management
& Fit - sobre 1600 casos en todo el país realizada entre el 23 y el 29 de
julio en CABA, GBA, interior PBA, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, San
Juan, Chaco, Corrientes, Tucumán, La Rioja y Chubut, la respuesta por frentes
políticos indica que el FpV obtiene el 24,9 por ciento; el Frente UNEN 20,4 por
ciento; el PRO 14,5 por ciento; el Frente Renovador el 13,3 por ciento; Otro
1,5 por ciento y los indecisos suman el 25,4 por ciento.
La arquitectura política del Frente recoge las experiencias
de las últimas coaliciones electorales no peronistas y pretende haber aprendido
de los errores cometidos, entre los cuales se encuentra la inflexibilidad
dogmática y la falta de reconocimiento a situaciones locales especiales. Queda
pendiente dar cuenta de otra enseñanza relevante: la necesidad de ganar
credibilidad a partir de la identificación y formulación de políticas públicas
que superen el facilismo económico y dejen atrás el populismo político. Falta,
también, consolidar la instalación social de la existencia de una opción dentro
del FAU que articule una alternativa de giro político, cambio cultural y
progreso social. Estos y no los aspectos o circunstancias mediáticas de sus
precandidatos son los desafíos pendientes que deben guiar los pasos del Frente.
Esta realidad del Frente no escapa a la atomización del
peronismo, a la profusión de candidatos posibles para el FpV - aunque luego del
2015 probablemente se evapore como el menemismo - y a las campañas de líderes
como Daniel Scioli basadas en su vida personal y sin un ápice de propuestas. El
propio Sergio Massa, luego de dar un par de golpes de efecto en el Congreso, se
ha dedicado a recoger heridos del FpV y de otras fuerzas o fracciones más
interesadas en su futuro que en el bien público y en un sistema político
sólido. La ventaja del peronismo radica en el acceso a recursos y a posiciones
que le permiten alcanzar mayor visibilidad, aunque sea para que sus candidatos
aparezcan en programas de entretenimientos para que su simpatía sea recordada.
La discusión acerca del futuro del Frente es la discusión
sobre el futuro de la política en la Argentina. Su integración y funcionamiento
no difiere de la del partido peronista. Ambos están llamados a tener un papel
importante en la reconfiguración de un sistema que aún está en crisis desde el
2001.