Sánchez y Rajoy, condenados a entenderse
martes 22 de julio de 2014, 15:48h
Tengo para mí que el mayor error de los que ha cometido
hasta el momento la estrella ascendente en el firmamento socialista, Pedro
Sánchez, no ha sido, con haber constituído una equivocación seria, el haber
rechazado apoyar a Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión, en un
gesto inútil que nada iba a cambiar los resultados; el mayor error, entiendo,
es el de haberse negado 'a priori', y de la manera más rotunda, a cualquier
tipo de pacto con la derecha. Estando, como está Sánchez, condenado a
entenderse con esa derecha y quizá hasta más allá de lo que podríamos ahora
sospechar, la negativa puede volverse más pronto que tarde en su contra.
Por ejemplo, Cataluña. ¿Cree el hombre que será secretario
general del PSOE el próximo domingo que un espero que probable acuerdo con
Mariano Rajoy en el tema catalán no va a comenzar a atar lazos duraderos entre
socialistas y 'populares'. Claro que respeto el juego de los partidos en una
democracia, faltaría más; precisamente por ello, conozco el valor del acuerdo
entre las principales fuerzas cuando ello es preciso. Ni creo demasiado en las
mayorías absolutas, que conducen a una merma de libertades y diálogo, ni en un
bipartidismo puro -que aquí, digan lo que digan, no existe--. Pero creo aún
menos en un Parlamento atomizado en el que las distintas fuerzas 'medianas' se
anulan unas a otras. Ni Italia, ni Francia con Le Pen ascendente, ni esa Gran
Bretaña en la que emergen formaciones bien extrañas: Alemania sí ha sabido
encontrar, con su 'grosse koalition', un camino temporal de estabilidad.
Y no digo yo que haya que ensayar en España fórmulas de gran
coalición -aunque, si necesario fuese, ¿por qué no?--. Digo que lo que se
impone, desde hace años, es la cultura del pacto más que la de la
confrontación. Y que, si hay que reformar una Constitución para que algunas
aspiraciones catalanas quepan en ella, habrá de hacerse con acuerdo entre los
dos 'grandes', sin prisas, pero ya sin pausa. Y si hay que modernizar la ley
fundamental en otros aspectos, entre ellos los que supongan el fortalecimiento
de la Corona, de esa nueva Corona emergente, tampoco podrá hacerlo un partido
en solitario. Lo mismo digo de la reforma de las administraciones, de la
legislación contra la corrupción, de ciertas reformas sociales -ahí quedó
aparcada la del aborto, sin que Ruiz Gallardón haya dimitido aún--.
Hay muchos campos a los que el consenso global podría, y
debería, extenderse. Rechazar 'por principio' la posibilidad de entenderse, sin
saber aún lo que va a decir la otra parte, me parece temerario. La ventaja de
la derecha, en la que no me veo reflejado, sobre la izquierda es que la primera
no tiene necesidad de estar presumiendo todo el día de ser eso, la derecha, y
que incluso arrebata algunas banderas a la izquierda, mientras que esta última
se siente constantemente asomada al abismo de otras izquierdas más radicales en
sus planteamientos. Y 'Podemos', por muy bien que le vaya en las encuestas, por
muy respetables que sean sus líderes, no puede seguir siendo el referente de lo
que hagan o digan el PSOE, o Izquierda Unida, o hasta el Partido Popular.
¿Estamos locos o qué?
Quienes creen conocer el calendario casi inescrutable de La
Moncloa dicen que la entrevista de Rajoy con Artur Mas se producirá antes que
la del presidente del Gobierno central con Sánchez, que antes tiene que pasar
por el trámite formal de ser elegido de nuevo, ahora por los delegados al
congreso del PSOE de este próximo fin de semana. Lástima. Porque Rajoy iría
mejor armado a su encuentro con el president de la Generalitat, que me da a mí
que se está batiendo en una cierta retirada no reconocida, si contase con la
complicidad del nuevo líder de un partido que está viviendo momentos desconcertados,
sí, pero que sigue conservando dos centenares de miles de militantes, cientos
de sedes y millones de votos. Claro que dos no acuerdan si uno no quiere, pero
¿puede Rajoy permitirse el lujo de seguir aferrado a su permanente 'no a
todo'?¿Puede Sánchez mantener ese brindis al sol de que a la derecha ni agua?
Me parece que los tiempos que corren corren -perdón por la redundancia-en un
sentido diferente al que Sánchez define como nuevos tiempos. Soy, por supuesto,
de los que desean que todo esto salga bien. Y no saldrá bien sin acuerdos
generosos e imaginativos entre los dos hombres que más poder político tienen
hoy en España. Uno de ellos es un recién llegado, pero ya no le queda tiempo ni
para las bravatas ni para seguir tanteando por dónde va el camino. Acertar no
es, al fin y al cabo, tan difícil.