Contra el pragmatismo extremo
jueves 26 de junio de 2014, 19:56h
Como era de prever, y hasta es lógico esperar, las tensiones
al interior de peronismo reconstruido en su capacidad de representación social
y política por la fase kirchnerista están nuevamente a la orden del día y otra
vez la modalidad de aparición del discurso neoliberal al interior del
movimiento nacional asume el formato de "pragmatismo". Por otra
parte, cualquiera la va de sabio, refugiado en el pragmatismo de las cosas tal
cual son.
La unidad político conceptual del peronismo inaugural
estalló por el aire a mediados de los años setenta con la muerte de Juan Perón
y se reconstruyó bajo el menemismo que volvió a representar a amplias mayorías
populares en 1989, bajo el impulso que abrió la renovación peronista en los
ochenta, experiencia renovadora desplegada entre otros factores, por la fuerte
influencia que al interior del peronismo tuvo la figura de Raúl Alfonsín.
La unidad restaurada se quebró de la mano del pragmatismo
del que Menem fue abanderado, pragmatismo que abrió las compuertas al ingreso
sin red del neoliberalismo como ideología orgánica del peronismo en fase
menemista, en los tempranos noventas.
Un proceso similar había acontecido ya en la UCR donde bajo
la metáfora de la "alvearización" también el pragmatismo neoliberal -
que Oscar Landi denominara en su momento "discurso de lo posible", dio por
tierra con la unidad político - ideológica del partido de Yrigoyen durante el
mismo gobierno de Raúl Alfonsín, que sin prisa ni pausa tuvo un giro
conservador democrático notable -cuyo acto bautismal fue el apartamiento de Bernardo Grinspun del
Ministerio de Economía-claudicando finalmente a sus propios principios
fundacionales.
La UCR no se recuperó de la fractura que consolidó el giro
conservador durante el mismo gobierno alfonsinista y ahí están la Alianza
primero y hoy sus restos convertidos en confederación de partidos locales,
flotando sin pena ni gloria en el sistema de representación político-electoral.
A diferencia de la UCR, el peronismo logró su recuperación
como dispositivo de representación político-social de mayorías populares tras
la mega crisis neoliberal de 2001, bajo el impulso de su nueva fase histórica,
la kirchnerista.
En términos estrictamente electorales, la fase kirchnerista
fue la más eficaz de la historia del populismo peronista. De sus enormes logros
socioeconómicos hay mucho dicho y no se hablará en esta nota.
En efecto, tras ir a elecciones dividido en tres listas en
abril de 2003, cuando Néstor Kirchner obtuviera el 22% de los votos, el
peronismo en fase K, en la última elección ejecutiva liderada por Cristina
Kirchner sumó el 54% de los votos nacionales y tras su bautismo de abril de
2003, en ninguna elección del prolongado ciclo kirchnerista el oficialismo
obtuvo menos del 33% de los votos nacionales. Récord por donde se lo mire.
Nadie rechaza el pragmatismo. Perón por caso, tuvo una
marcada tendencia a la real politik, pero al mismo tiempo confrontó con
sectores de intereses opuestos a su proyecto y armó un país inclusivo Sin
embargo ay!, como sostuvo alguna vez Mario Wainfeld en la vieja revista Unidos
respecto a la "picardía" del Pocho: "cuando el líder muere, su
pedagogía debe morir con él. No sucedió y el peronismo se llenó pícaros"
y, agregamos nosotros, se saturó de pragmáticos pero sin proyecto de país
inclusivo.
Ese pragmatismo, creemos, fue la base del populismo
conservador y la ruina del peronismo como experiencia populista de los sectores
subalternos, base y ruina ya insinuada en los setenta durante el isabelato y su
modalidad de aparición económica "el Rodrigazo", populismo
conservador que resultó reproducido y ampliado en los noventa durante el
menemato y su aparición estructural, "la convertibilidad".
Base y ruina populista conservadora de la que se apartó el
movimiento fundado por Juan Perón, bajo la conducción de Néstor y Cristina
Kirchner, solo bajo las condiciones de excepcionalidad económicas sociales,
políticas y electorales que se abrieron tras la mega crisis desatada por el colapso
del neoliberalismo, a fines del año 2001.
El pragmatismo supone entonces aceptar la orientación social
y económica -y luego será la conducción política que duda cabe- que imprimen
las corporaciones en general y en esta etapa con gran potencia el sector
financiero en particular.
Puede hacerse pragmatismo populista conservador y hasta con
algún éxito electoral de circunstancia, sin embargo si tan penosa práctica se
materializara, solo una cosa es segura: no se sostendrá la unidad
político-ideológica y su expresión electoral tan exitosa, inaugurada en mayo de
2003 por Néstor Kirchner y continuada a partir de octubre de 2007 por Cristina
Kirchner que supuso siempre y antes que nada "no abandonar las convicciones en
la puerta de la casa de gobierno.
En palabras de John William Cooke que reiteraremos al final
de la nota, si una experiencia popular conservadora de desplegara,
inexorablemente "nos encaminaremos a la disgregación" , "a la
esterilidad histórica".
Ha sucedido esta debacle y de manera reiterada en la
historia nacional y regional y no hay "construcción a largo plazo" que a
modo de atajo conceptual y político, pueda resolver esta encrucijada aquí y
ahora. En esta dimensión también, "en el largo plazo estaremos todos
muertos".
En fin, da para mucho más y como es obvio, nos desborda en
nuestra capacidad el tema, pero volvemos a Cooke - el mejor de todos los
teóricos sobre la praxis populista - para cerrar este breve apunte inicial,
cita que sugerimos leer en clave de época y resignificar sus conceptos más
situados, como siempre hay que hacer con los grandes teóricos, ¿o ustedes por
caso aún creen en la dictadura del proletariado como concepto operativo en el
siglo XXI? Dale Cooke:
"Pero ahora lo que yo opine o no opine no tiene importancia,
lo que tiene importancia es si los análisis son correctos y si los análisis tal
como yo los he planteado son exactos.
Entonces hay que replantearse una nueva visión del país, una
correspondencia entre las luchas del pueblo que son sacrificadas, que son
abnegadas y que ya vienen desde hace 10 años, y una estrategia de poder. A
nadie se le pide que nos ponga en el poder mañana ni pasado. Se les pide que
nos encaminemos al poder, que no nos encaminemos a la disgregación, que no nos
encaminemos a la esterilidad histórica.
Lógicamente como yo hago estas críticas, comprendo que
puedan hacer otras, pero siempre desde la lucha. La primera condición para
criticar el combate, es estar en el combate. Estamos en un equilibrio: el
régimen que no tiene fuerza para institucionalizarse pero sí para mantenerse
mientras el peronismo y la masa popular y otras fuerzas tiene suficiente
potencia para no dejarse institucionalizar, pero no para cambiarlo. ¿Quién
tiene que romper ese equilibrio? Nosotros; a la burguesía con durar le
basta".