lunes 16 de junio de 2014, 11:56h
Se estima que mañana, la Corte Suprema de los Estados Unidos
informará su decisión en torno al juicio que tenedores de deuda impaga de la
Argentina ganaron en dos instancias inferiores en Nueva York.
Independientemente del resultado, que ojalá permita una
nueva negociación de la Argentina para lograr terminar de la manera menos
costosa este litigio, lo que se ha analizado poco en la Argentina es por qué un
"pagaré" emitido por el gobierno argentino terminó en la Corte de un país
extranjero a cuyo gobierno hemos terminado "rogando" que interceda por nosotros.
Vayamos, entonces, al "huevo de la serpiente". Cuando el
gobierno argentino, o sus empresas (y no
sólo pasa en la Argentina), quiere emitir deuda accediendo al mercado
internacional, el potencial acreedor pregunta "¿Si llega haber un conflicto con
el pago, qué juez resuelve el tema?". Si
la respuesta es "Oyarbide", la cantidad de acreedores dispuestos a prestar es
menor, y por lo tanto, la tasa a pagar por ese crédito es mayor.
En otras palabras, someter cualquier emisión de deuda a los
tribunales de Nueva York, por ejemplo, cuesta menos tasa que someterla a la
jurisdicción local. Insisto, no es que con los Oyarbides no se puede colocar
deuda. Se coloca, más cara y a menos acreedores, menores plazos y menores
montos.
En ese sentido, se podría calcular el diferencial de tasas y
montos entre la deuda emitida bajo jurisdicción local e internacional, y
podríamos comprobar los miles de millones de dólares que nos han costado a los
pagadores de impuestos argentinos (incluida la inflación), no tener jueces que impartan justicia con
independencia y conforme a derecho.
Lo antedicho no implica que no haya malos jueces en todos
lados.
Pero en algunos países el "sistema" tiende a garantizar,
dentro de lo razonable, en forma equilibrada, los derechos de acreedores y
deudores. Tanto es así, que el propio Griessa ha dicho que, pese a su fallo, si
efectivamente la Argentina no puede pagar como él propone, puede negociar "de
buena fe" alternativas con sus acreedores.
Lo que tiene que decidir la Corte Suprema de los Estados
Unidos, y lo que le preocupa, es mantener las garantías que hacen que un
contrato sometido a su jurisdicción sea preferible a otro en otras
jurisdicciones.
Después de todo, la combinación de un servicio de justicia,
que proteja razonablemente a los
acreedores y depositantes, y una moneda relativamente estable, es lo que
brindan centros financieros como Nueva York, Londres o Ginebra o Zurich.
Otra vez, no es que no haya malos banqueros o malos jueces
en esos países, pero, en términos relativos, los sistemas judiciales limitan la
capacidad de "estafa" a los ahorristas.
Es por ello que la moneda de reserva es el dólar y no la
rupia, y que países como Gran Bretaña o Suiza, "vivan" de brindar este servicio
a los inversores del mundo, junto a Nueva York (Incluyendo, por desgracia,
aunque cada vez menos, a delincuentes de
guante blanco).
De todas maneras, puede ser que al gobierno norteamericano,
tan sometido al "corto plazo" como todos los gobiernos, le preocupe más no
acentuar la inestabilidad macroeconómica de la Argentina, (en especial si
anulamos el acuerdo con Irán) que
defender su servicio de garantía financiera, y nos ayude ante la Corte,
veremos.
Dicho sea de paso, las nuevas emisiones de deuda, incluyendo
el canje argentino, tienen cláusulas que limitan el poder de los "buitres" al
obligarlos a aceptar las decisiones de las mayorías de acreedores en casos de
reestructuración.
Paso ahora al tema Boudou.
Aún cuando el Vicepresidente fuera víctima de un conjunto de
casualidades, lo cierto es que la Argentina es un país en dónde una barra de
amigotes de la infancia del Vicepresidente, utilizando su nombre, puede apropiarse de una empresa con capacidad
de imprimir moneda, pasando por arriba de organismos de control de todo tipo,
recibiendo fondos de fuentes desconocidas, negociando con el ente recaudador y
con la participación necesaria de parte de la justicia y del Congreso de la
Nación.
En ese contexto, ¿Con qué tasa de rentabilidad, con que tipo
de garantías y bajo que jurisdicción, se realiza un proyecto de inversión en la
Argentina?
En síntesis, un marco institucional que admite los Oyarbide
o los Boudou, es muy caro para los argentinos, además de obligarnos a no tener
"soberanía".
Más allá de castigar a los culpables en este caso
(Incluyendo con el voto, a quienes apañaron desde el Congreso la expropiación
de Ciccone para encubrir el delito), es necesario revisar el sistema.