A los 66 años, murió el célebre guitarrista español Paco de Lucía
miércoles 26 de febrero de 2014, 13:49h
Falleció a raíz de un infarto mientras se encontraba de
vacaciones en México
Aunque ya integraba el Olimpo de los guitarristas y su
aporte a la música gitana alcanzó una dimensión decisiva por haber sentado las
bases de una profunda renovación capaz de conciliar raíces y vanguardias, su
ausencia es dolorosa y para lamentar.
Como compositor, arreglador e intérprete, el artista nacido
el 21 de diciembre de 1947 en Algeciras bajo el nombre de Francisco Sánchez
Gómez, también cargó de emoción a la guitarra clásica y académica, impregnó de
un toque propio y cautivante al jazz y hasta derivó con sabiduría en las aguas
del blues, de la bossa nova y de la salsa.
Esos gestos de ductilidad y talento en relación a una música
a la que le borró las categorías entre lo popular y lo culto y le arrancó las
fronteras estilísticas, ya bastarían para sentirlo una figura descomunal pero,
sin dudas, es su aporte al flamenco el que más fácilmente sirve para
dimensionarlo.
Esa estatura tuvo un momento de apogeo y quiebre junto al
cantaor Camarón de la Isla en una fructífera década que se extendió entre 1969
a 1979, cuando dibujaron armonías y ritmos distintos para el flamenco y
cautivaron a un público más allá del tradicional de los tablados, un
audiencia heterogénea y planetaria que
llenaba teatros y compraba sus grabaciones.
El carácter revolucionario de esa inspiración en tiempo
donde España caminaba la siempre traumática transición hacia la democracia tras
la larga noche de la dictadura franquista, le costó una paliza propinada por un
grupo de manifestantes de ultraderecha que sorprendió al músico en la Gran Vía
madrileña.
Pocos días antes, al ser consultado en TV por cuál de las
dos manos era más importante para tocar, dijo: "La izquierda es la que
busca, la inteligente, y la derecha, la que ejecuta".
Por entonces, además, compuso y grabó la rumba "Entre dos
aguas", la más popular de una cosecha que supera holgadamente los 200 títulos y
es otra prueba más de un arte gigante, capaz de interpretar las infinitas
variantes de una construcción colectiva con sello propio.
Pocos artistas en la historia de un folclore son capaces de
sostener la esencia más significativa del género, reunir las distintas
peculiaridades y entonaciones que aparecieron en creadores dispersos y con eso
inventar un modo propio, que nunca pierde contacto con la raíz más genuina y al
mismo tiempo establece nuevos estándares para el género, dándole una entidad
universal que no lo separa pero sí lo eleva del ghetto.
De Lucía salva al flamenco de sus peores vicios, de las
adiposidades repetitivas que acumuló con el tiempo en los tablados turísticos y
en algunas versiones "alimonadas" muy a la época y al gusto del
mercado internacional, para volver a la esencia más pura y radical de ese
folclore del sur de España, aunque lo suyo nunca es un regreso sino un paso
hacia adelante, porque él ya estableció una nueva altura, y sobre ella se sigue
elevando.
La guitarra de Paco se llena de intensidad, se expande, se
contrae, se arremolina, se tuerce, frena de golpe, vuelve a comenzar, despliega
una narrativa llevándola hasta el límite, la interrumpe con un golpe seco, la
retoma por nuevos senderos y la vuelve dulce, convidando toda la dulzura
escondida del flamenco.
Pedro Fernández Mouján apuntó en su crónica de Télam sobre
el concierto con el que el músico regresó a la Argentina tras 16 años que "lo
increíble en un concierto de Paco de Lucía es que uno no va a encontrarse con
una leyenda, en el sentido de que no va a ver a alguien que inventó el flamenco
hace mucho tiempo, sino a alguien que lo sigue inventando, y cada vez mejor".
Entre algunos de los muchos momentos claves de su obra,
queda el testimonio de cómo asumía las piezas clásicas de Manuel de Falla y,
además, "El concierto de Aranjuez" de Joaquín Rodrigo.
Tampoco pueden pasarse por alto los encuentros con los
jazzeros John McLaughlin y Al Di Meola, una experiencia que, por ejemplo, puede
apreciarse en el disco en vivo "Friday Night in San Francisco"
(1981).
Si bien semejante recorrido no cabe en los diplomas, Paco se
convirtió, en 2010, en el primer español en ser investido doctor honoris causa
por la prestigiosa universidad estadounidense Berklee College of Music, una de las
mecas de la música.
Antes, había merecido en su país el Premio Príncipe de
Asturias de las Artes, el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco y la
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España.
Los restos mortales de De Lucía serán trasladados a
Algeciras, que ha decretado tres días de luto oficial, lugar donde será
despedido "de forma sencilla, como era Paco", anunció su alcalde,
José Ignacio Landaluce.