Fondos "Buitre" y la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos

La Suprema Corte de los Estados Unidos rechazó tomar el caso argentino en la controversia con los holdouts, lo que significa perder una de las pocas oportunidades que le quedan a Argentina para dar vuelta un fallo absolutamente adverso. Pero esto, que pareciera definitivo, sólo es un rechazo, como dicen medios especializados estadounidenses, "al menos por ahora" (at least for now). La Corte rehusó conocer el recurso contra la primera decisión de la Cámara de Apelaciones del 26 de octubre de 2012, que ratificó la decisión de Griesa de que Argentina debía pagarles a los bonistas que no entraron en los canjes. No obstante, Argentina tiene su última oportunidad el año que viene, a todo o nada, cuando vuelva a pedirle a la Suprema Corte que acepte el caso respecto de la segunda sentencia de la Cámara del 23 de agosto pasado, que confirmó la forma de pago establecida en primera instancia.
 
No es sencillo pronosticar el futuro ante la variedad de interpretaciones que se abren luego de este pronunciamiento. Por lo pronto, seguramente se planteará una discusión sobre si la sentencia de la Cámara de Apelaciones continúa 'suspendida' hasta el año que viene, o si dejó de estarlo porque la Suprema Corte ya se expidió rechazando esta primera apelación. De esto depende si tenemos que pagar todo y pagarlo ya, o si podemos esperar para hacerlo a que el máximo tribunal estadounidense se expida sobre la apelación de la última sentencia de la Cámara, que sería lo más lógico.
 
Un segundo debate se librará respecto de la firmeza de lo decidido en las sentencias. Habrá que ver si el reciente rechazo de la Suprema Corte tiene como efecto que haya quedado firme el primer fallo de la Cámara de Apelaciones, es decir, el del 26 de octubre de 2012. A este punto de vista se replica diciendo que es esperable que la Corte falle sobre el caso de forma global, analizando todo el expediente en su totalidad, y contemplando el impacto de una decisión que debe ser considerada en un contexto más amplio que el contractual.
 
En fin, tenemos por delante un camino de incógnitas, fruto de la irrazonable postura adoptada por el gobierno argentino de repudiar la deuda a lo largo de todo el proceso judicial, y de amenazar, de modo patotero, con que no iba a cumplir las decisiones de la jurisdicción a la que libremente se había sometido. Como siempre ocurre cuando el relato se estrella frente a la realidad, el gobierno tuvo que retroceder y guardar sus bravuconadas, ofreciendo tardíamente pagar, por medio de la reapertura del canje. Luego de caminar a los tropezones sobre impericias y desaciertos, sólo nos queda ahora rogar que la Suprema Corte de los Estados Unidos decida discrecionalmente si atender o no el pedido de la Argentina