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¡El pongui, pongui! - O la insoportable presión fiscal en Argentina, otro 'récord' del relato opositor

¡El pongui, pongui! - O la insoportable presión fiscal en Argentina, otro "récord" del relato opositor

sábado 05 de octubre de 2013, 15:03h
Las quejas de la oposición, y sus medios, por el incremento de la presión tributaria en nuestro país resultan contradictorias: no se observa en los países republicanos y democráticos de Occiente, esos mismos que idolatran, otro mecanismo de construcción de equidad que a través de la recaudación fiscal.
 
Recientemente los analistas y medios de la oposición política, y alguno oficialista también por qué no decirlo, han hecho oir su queja sobre la "presión tributaria récord" que se observa en el país.
 
Sin embargo, lejos de ser motivo de lamento, el incremento de la presión tributaria debiera ser motivo de regocijo de las almas republicanas que pugnan por mayores niveles de libertad, justicia y equidad, puesto que no se observa en Occidente otro mecanismo de construcción de equidad que la recaudación fiscal.  Al respecto, la CEPAL señala en su Panorama de la gestión pública en América Latina , disponible acá:
 
"Frecuentemente, se argumenta que la desigualdad en la distribución del ingreso está directamente relacionada con el grado de desarrollo del país. Por el contrario, Gómez Sabaini y Rossignolo (2010) encuentran que la desigualdad en la distribución del ingreso antes de la acción de la política fiscal no es demasiado diferente entre los países desarrollados y aquellos países de América Latina que gozan de las mejores distribuciones del ingreso.
 
A pesar de ello, los autores muestran que, mientras que en los países industrializados la distribución del ingreso se mejora a través de impuestos y gastos, en la región no se cuenta con políticas redistributivas que permitan un grado de igualdad comparable al de los países desarrollados. Así como los sistemas tributarios progresivos y con efecto de mejora parecen ser la norma en los países de la OECD, en el caso de América Latina constituyen una excepción. A juicio de los autores, un ejemplo positivo de esta práctica lo constituyen los derechos de exportación en Argentina ( las muy populares " retenciones" entre otras).
 
En la perspectiva de calidad de las finanzas públicas, es relevante recordar que habitualmente se afirma que el exceso de impuestos directos y de cotizaciones sociales puede ser apropiado para la redistribución de ingresos, pero es perjudicial para el crecimiento y el empleo (véase European Union, 2008).  Se puede aseverar que en América Latina el problema es inverso; no se le ha dado el suficiente papel a los sistemas tributarios en su rol redistributivo, y por tanto no pueden representar un obstáculo al crecimiento. Como lo enfatiza Kakwani (1977), "el efecto de los cambios en la distribución del ingreso resultantes de los impuestos no depende sólo de su grado de progresividad, sino de la recaudación promedio".
 
Esto es que, más allá de la discusión acerca de cómo se distribuye la recaudación, la base de cualquier sistema tributario progresivo, justo y republicano, o sea, bueno de toda bondad, es el nivel de recaudación, el "pongui-pongui" del buenazo del Napia Moreno, por citar un caso reciente de onomatopeya populista que engalana el título de esta columna.
 
Al respecto, en el índice de libertad económica correspondiente al año 2012 de la Heritage Foundation se muestran los niveles de presión fiscal (impuestos nacionales, provinciales y municipales en relación al PIB) a nivel mundial. Brasil figura encabezando el ránking de Latinoamérica, con el 34,3%, seguido por Argentina (31,6%) y Uruguay (25,1%). Luego se ubica Bolivia de Evo con un creciente (22,6%), Nicaragua de Chávez ahora con el notable (22,2%) contrastante con el menguante 15% de la IV República , Cuba (21,2%), Ecuador (17,9%), México (17,5%), Panamá (17%), Chile (16,1%), Honduras (15,7%), Perú (15,2%), Colombia (15%), Paraguay (14,5%), Venezuela (14,5%) y  El Salvador (14%). Costa Rica (13,8%), República Dominicana (13,1%) y Guatemala (10,7%).
 
Las cifras latinoamericanas de recaudación, que han mejorado en promedio en esta década, están aún muy distantes de las de países más desarrollados, normalmente considerados "ejemplos a seguir" por la élites dominates en nuestro continente.  Veamos el caso de Austria 42,8%, Bélgica el 43,2% , el 43,1% para Finlandia, el 41,9% en Francia, el 37% de Alemania el 48,2% de Dinamarca,  el 43,5% correspondiente a Italia, el 41% a Noruega, el 46,4% de Suecia o el 39,1% de Holanda. Como se ve todos presentan una presión fiscal muy superior a la observada en  Argentina.
 
Al respecto el periodista especializado Alejandro Rebossio señala que:
 
"En un reciente artículo publicado por la revista Voces en el Fénix, los economistas Juan Carlos Gómez Sabaini, profesor de la Universidad de Buenos Aires, y Dalmiro Morán, de la de La Plata (Argentina), destacan que la recaudación tributaria mejoró en Latinoamérica en los últimos años, pero plantean que deben introducirse reformas para distribuir los ingresos de forma más justa. El texto cuenta que la recolección se centra en el IVA y el gravamen a la renta. Pesan poco los impuestos al patrimonio.  Por ejemplo, el fraude del impuesto a la renta alcanza al 63,7% de lo que debería recaudarse en Guatemala y al 63,8% en Ecuador, según otro estudio de Gómez Sabaini, Juan Pablo Jiménez y Andrea Podestá. En Argentina llega al 49,6%; en Perú, al 48,5%; en Chile, al 47,4%; en El Salvador, al 45,3% y en México, al 41,6%."
 
Así las cosas, los reclamos de las almas sensibles sobre la "enorme presión fiscal" que se observa en el país resultan impertinentes por una doble vía de análisis:
 
1- En materia de distribución y equidad, no se conoce en democracia mejor mecanismo que la recaudación para promover estos atributos y la principal variable a considerar para lograr los objetivos es el nivel de recaudación promedio, o el más peronista "pongui - pongui".
 
2- Comparativamente, los niveles de "presión fiscal" existentes en Latinoamérica en general y nuestro país en particular están aún muy alejados de los que registran los países con mayores niveles de justicia y equidad, normalmente aunque no necesariamente más desarrollados socioeconómicamente y señalados como ejemplos de Occidente.
 
En fin, como bien señalan en Harvard University: Pudientes, cry no more.
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