El que no llora no mama: informalidad laboral y mercado de trabajo industrial
martes 17 de septiembre de 2013, 16:17h
A pesar de las políticas de fortalecimiento de la actividad
industrial, los niveles de trabajo ilegal o no registrado, siguen siendo
elevados. Las políticas implementadas por el Gobierno Nacional durante la
crisis de 2008-2009 han ayudado a mantener los niveles de empleo, pero el
sector industrial también necesita hacer suya la lucha contra esa problemática.
Uno de los temas que más preocupa al conjunto de los
trabajadores y al Gobierno Nacional es,
a pesar de la baja de casi 20 puntos en la tasa de informalidad en la década
ganada, la persistencia de altos niveles de trabajo ilegal, independientemente
ya del nivel de desempleo y crecimiento económico.
Pareciera que la tasa de informalidad se ha estancado desde
hace un trienio y no desciende al ritmo esperado o lo hace muy lentamente y
sabemos qué implica para el trabajador hacerlo en la ilegalidad: ausencia de
cobertura social y previsional y salarios promedios equivalentes al 60% de su
par formal por igual carga horaria y actividad.
Una de las explicaciones posibles de la persistencia de alta
tasas de informalidad laboral que indirectamente ya señaláramos en la nota de
Télam, consiste en observar qué está sucediendo con el empleo industrial, en
tanto es en el sector industrial donde se manifiestan mayores niveles de
formalidad laboral y mejores salarios, a diferencia por caso del sector
agropecuario donde, a pesar de las enormes tasas de ganancia del sector, los
niveles de informalidad promedio superan ampliamente la media nacional y el
salario medio del sector cae bien por debajo del promedio nacional.
Para observar entonces qué sucedió en la década con el
empleo industrial extraemos del estudio "El empleo industrial: Balance de
una década (2003-2012)", de Adriana Marshall y Laura Perelman, esta
interesante reflexión entre la evolución del PIB y el empleo industrial, su
productividad y la elasticidad empleo-producto en el período 2004-2011 que se
desprenden del cuadro que abre esta columna:
"Se identifican entonces dos fases diferenciadas en el
proceso de expansión industrial, una de ellas con fuerte crecimiento del
empleo, que transcurrió entre 2004 y 2007 (con una tasa promedio anual de
aumento del empleo del 6.8%), y la siguiente, que se desarrolló durante
2008-2011 (con un incremento promedio del empleo del 0.9% por año, incluyendo
la retracción del -3.6 % en 2009) o, más estrictamente, la que siguió a la
recesión de 2009, durante 2010-2011, con escaso reclutamiento y mayor dinamismo
en el avance de la productividad, durante la cual el empleo creció en promedio
un 2.3% anual."
Como se observa, a partir de la crisis del Lehman Brothers y
el impacto de la crisis de la 125, el empleo industrial detuvo su dinamismo y
la tasa de crecimiento pasó del 6,8% anual en el lapso 2004-2007 al 0,9
anualizado en el período 2008-2011 y los datos actuales no mejoran la caída en
el dinamismo.
Es sabido que el sector público fue el que, tras el inicio
de la crisis internacional en 2008, se ocupó fundamentalmente de sostener el
empleo directa o indirectamente, inyectando pesos al consumo doméstico con la
mejora de salario, jubilaciones y pensiones, planes de asistencia o generando
puestos de trabajo.
Así el Gobierno Nacional fue capaz de sostener en baja la
tasa de desempleo que durante la crisis pasó del 8% en 2008 al 7,2% en 2013,
mientras que en otros momentos de la historia reciente, por caso durante la
crisis Tequila de mediados de los noventa en pleno festival neoliberal, el
desempleo saltó por los aires pasando del 10,7% en 1994 a 18,4% en 1995
perdiéndose en un año 1,2 millones de puestos de trabajo.
El modelo nacional que se inaugurara en mayo de 2003 con
Néstor Kirchner y hoy conduce Cristina Kirchner resultó muy eficaz para
sostener los niveles de empleo en épocas de crisis y, sin embargo este esfuerzo
del Estado Nacional, provinciales y municipales, no alcanza para mejorar el
nivel de formalidad del mercado de trabajo, dada la reticencia evidente del
sector industrial a la ampliación de la demanda de mano de obra para el sector
a partir del año 2008.
Este comportamiento pro-cíclico y anti-empleo del sector
industrial, que en medio de la crisis internacional detiene la expansión de la
mano de obra, es sin duda uno de los cuello de botella a resolver mediante el
conjunto de políticas que el Estado, los gremios y las patronales del sector
juzguen adecuadas para restaurar el dinamismo del mercado de trabajo industrial
perdido en el año 2008 y aún pendiente de recuperación.
Un sector como el industrial beneficiado por subsidios
cruzados, mejoras en el consumo doméstico impulsadas desde el Estado Nacional,
protección de importaciones que pudieran competir internamente, tipo de cambio
competitivo, etc., no debiera renunciar a colaborar con la resolución de esta
problemática de dinamizar el empleo como una de las tareas pendientes que los
empresarios industriales deben intentar resolver superando el síndrome
"Cambalache" popularizado sin pausa por el titular de la UIA Don Héctor Méndez,
cuya consigna central es bien conocida: El que no llora no mama.