Las PASO, los trabajadores y la clase media
jueves 22 de agosto de 2013, 13:40h
Es indudable que en un importante sector de la sociedad las
PASO han dejado un sabor amargo, pero ese sabor no tiene que ver con lo
numérico, específicamente, sino con la instalación de candidatos que
representan políticas muy lejanas a los intereses de los trabajadores.
En provincia de
Buenos Aires el candidato Sergio Massa fue el más votado, cuyo programa
esencial pasa por volver al endeudamiento externo, lo que implica recorte de
inversiones y gastos y por ende el fin de una política expansiva. Ello estaría
implicando una retracción de los salarios y un enfriamiento de la economía.
Es cierto, con un plan de este tipo se achicaría -hasta uno
podría arriesgar, sin modificación del actual esquema impositivo- el universo
de trabajadores que aportarían a ganancias, no ya producto de una reforma
progresiva del sistema tributario, sino por la paulatina pauperización de los
salarios, puesto que políticas como las expuestas por Sergio Massa por ante los
empresarios llevarían a ello, como ya se ha experimentado y como se
experimenta, actualmente, en Europa.
La retracción del mercado interno, tendría como consecuencia
mayor desempleo y destrucción de una incipiente política de sustitución de
importaciones que daría paso, cual circulo vicioso, a mayor destrucción de
puestos de trabajo. Es cierto, también de esta forma habría muchos trabajadores
que dejarían de pagar ganancias.
Salvo el Frente para la Victoria y el Frente de Izquierda de
los Trabajadores en provincia de Buenos Aires, ninguno de los otros candidatos,
ya sea del Frente Progresista Cívico y Social; Unidos por la Libertad y el
Trabajo; Unión con Fe y siguen las firmas, salió a criticar al hoy candidato a
primer diputado por el Frente Renovador por su programa expuesto ante los
empresarios, las críticas ha sido más bien formales o para ver quién es más
antikirchnerista.
Ello implica que en octubre los trabajadores no tienen
muchas opciones al ejercer su voto si quieren cuidar lo recuperado hasta ahora,
así como los nuevos derechos y conquistas.
El auge y sana costumbre que significa la negociación
colectiva de condiciones de trabajo y condiciones salariales sería,
prácticamente y paulatinamente, una quimera si las ideas que se pretenden
instalar -consciente o inconscientemente- en el candelero son las que
desfilaron en nuestro país con, matices más o matices menos, en la década del
´90 y que terminaron devastando a la clase trabajadora y a la mal denominada
clase media. Una mayor profundidad en esa dirección existe si tomamos como
punto de referencia a Córdoba.
"Las comparaciones son odiosas", diría mi abuela, pero mirar
los años sesenta e historiar el Cordobazo a ver el resultado de las PASO, donde
la derecha más "ecuánime" la encarna De La Sota y que en su conjunto -toda la
derecha- ha captado más del 70 % del
electorado impone más que una reflexión. Con diferencias ello se replica en
provincias importantes como Santa Fe y Mendoza.
La profundidad de los cambios ejercidos desde 1976 hasta
2003, son más que nada de formación cultural e ideológica que materiales, que
obviamente también los hubo, pero muchos se han podido revertir, sin embargo
hay una estructura de pensamiento que ha recalado en muchos de nuestros
compatriotas y ha quedado latente.
Esa pelea hay que seguir dándola, fundamentalmente, en la
clase trabajadora, pero también en ese sector de la mal llamada clase media
que, termina siendo autodestructiva en sus acciones políticas.
Quien a veces pareciera no relacionar - por ejemplo - "el
corralito" con el voto que emite, que no se "da cuenta" - o no quiere darse -
que no es una clase en sí misma, sino que forma parte de la clase
trabajadora.
Los cambios que necesita un país para transformarse en una
sociedad justa, las conquistas paulatinas y progresiva de los trabajadores
implican un juego de correlación de fuerzas donde exista una amalgama que tenga
clara las líneas generales del mapa que recorrer, no necesariamente de toda la
ruta, pero sí de desvelar donde está el norte.
Porque los consensos puede tenerse hacia adentro de un
programa político o con aquellos cercanos a ese programa político, pero en la
sociedad capitalista, si la idea es distribuir, la distribución implica tratar
de agrandar la torta, pero también quitar "privilegios", prebendas y
acumulación excesiva de riqueza de las clases acomodadas, en ese punto el
"consenso" es imposible.
En ese punto si los trabajadores y parte de la mal llamada
"clase media" no se aúnan tras un proyecto específico que importe esa
utopía, que homogenice fuerza para que la correlación sea positivo en términos
populares, es probable que a la hora de voto, la ecuación no se procese
"correctamente", y el sufragio pueda resultar contradictorio con los propios
intereses de clase.
La pelea es ardua y estos últimos diez años han tenidos
altos y bajos, la penetración cultural del "establishment" no está vencida,
pero es un camino para deshacer, hasta que ello no ocurra, las contradicciones
de nuestros compatriotas estarán latentes.
Recalcando que esto no es una cuestión de iluminados, sino que el
recorrido a una patria soñada donde los trabajadores sean el centro de la
misma, contradice al capitalismo en su peor versión y genera resistencias y
gatopardismos convincentes.
Deberemos seguir trabajando