La política o la suma de las partes
martes 20 de agosto de 2013, 13:39h
Durante la última semana se multiplicaron los balances
respecto a la discreta performance del Frente para la Victoria en las
Elecciones Primarias. En general estos balances han soslayado una problemática
determinante del escenario político argentino: que además de afrontar los
problemas del gobierno, el kirchnerismo atraviesa un proceso político en el que
tiene que elaborar cómo sostener este modelo de crecimiento con justicia social
y Estado presente sin la posibilidad de contar con un mandato de Cristina
Fernández como presidenta en 2015.
Analistas, pero también distintos actores políticos, han
esbozado diversos tipos de balances críticos respecto a las razones de la
performance electoral del kirchnerismo. Que el Frente para la Victoria sólo le
habla a los convencidos. Que el Frente para la Victoria apostó a los jóvenes en
lugar de hacerlo a sujetos políticos supuestamente mejor articulados y más
representativos. Que el Frente para la Victoria pagó en las elecciones serios
problemas de gestión a nivel municipal, provincial y nacional, que afectan el
humor de la gente. Que el Frente para la Victoria privilegió batallas que no
estaban en el centro de la agenda de los argentinos y relegó otras que sí lo
estaban. Que se empeña en dividir y los argentinos buscan estar unidos. O
incluso que es liderado por una mujer y la mujer no está hecha para la política
(el hecho de que esta última conclusión sea inaceptable no significa que no
tenga raigambre en algunos sectores: en todo caso hay que preguntarse por qué
generó escándalo en la boca de Chiche Duhalde y no en la de Sergio Massa -"en
casa decide Malena, en política decido yo").
Como puede apreciarse, son interpretaciones variadas y
quienes representan a un proyecto nacional y popular tienen que estar
dispuestos a la escucha de los problemas de las mayorías. Sin embargo, muchos
de los análisis que se han hecho en estos días, especialmente aquellos
realizados por la "ciencia" que estudia el "comportamiento del votante", no han
valorado suficientemente un aspecto configurante del escenario político actual,
bajo el cual se organizan los diversos factores que, desde ya, confluyen en el
recuento y destino de los votos y cuya emergencia expresa uno de los problemas
más complejos que se le puede presentar a una fuerza política que durante más
de diez años viene sosteniendo un proyecto colectivo y un plan de gobierno
exitoso: la imposibilidad de contar con la figura que lo ha sostenido y que
constituye su mejor garantía para ocupar la presidencia en 2015.
Tan cierto como que
la enorme mayoría de la ciudadanía no vota pensando en lo que va a ocurrir en
la siguiente elección es el hecho de que los escenarios políticos no se rigen
exclusivamente con elementos que se puedan descifrar con la ciencia estadística
que interpreta al votante como parte de un "mercado político", con tales o
cuales preferencias para determinado "producto". La política tiene sus propias
dinámicas que no son, aunque muchos así lo quisieran, las del mercado.
El hecho de que la
más importante actora política argentina, es decir, aquella a partir de la cual
se ordena el escenario, no pueda ser reelecta en 2015, es un dato tan
configurante del escenario político nacional que no sólo afecta al
kirchnerismo. Que el tan solicitado "fin de ciclo", que la oposición
viene anticipando desde 2008, encuentre ahora una perspectiva definida de
futuro responde mucho menos al hecho de que las corporaciones hayan ensayado un
nuevo armado que en su debut mostró efectividad electoral, que a la situación política
extraordinaria que ese futuro asegura a "titulares" y
"suplentes": que en 2015 no tendrán que enfrentar a Cristina
Fernández en las urnas.
Este mismo fenómeno es el que a su vez posibilita que la
Corte Suprema descuide toda credibilidad en el funcionamiento de las
instituciones que administran Justicia no sólo, como insólitamente ha hecho
hasta aquí, al dilatar por un lapso mayor de cuatro años el fallo en torno a
los artículos en litigio de la Ley de Servicios Audiovisuales, sino convocando
a una Audiencia Pública, creando un escenario de cuasi deliberación pública que
no le corresponde ejercer. Porque lo que se espera de una Corte ajustada a un
orden político republicano es que falle en última instancia sobre la
constitucionalidad o no de las leyes, no que monte ese tipo de escenarios y
menos que lo haga sobre la base de la dosificación de los tiempos políticos
partidarios.
En este marco, las elecciones primarias no sólo revelaron la
valoración por parte de la ciudadanía de determinados problemas relativos a la
gestión municipal, provincial o nacional de los gobiernos del Frente para la
Victoria, problemas que, volvemos a decir, desde luego todo gobierno popular
debe estar atento para revisar. También, los resultados pueden interpretarse
como el modo en que la ciudadanía percibe en qué estado está la fuerza política
principal de la Argentina -que lo seguirá siendo con claridad después de las
elecciones de octubre- respecto al modo en que está elaborando la frase que tal
vez más repitió la Presidenta en los últimos meses: "no soy eterna". La buena
elección de Sergio Massa no sólo se explica, contra todos los indicadores
locales de Tigre y con el favor de los grupos de poder mediáticos, a partir del
éxito con que se asoció su figura con la de una buena gestión -al fin de
cuentas, una de sus consignas de campaña era el combate contra la inseguridad
pero no pudo explicar cómo fue posible que le robaran en su propia casa y que
el ladrón haya sido, aparentemente, el jefe por él mismo designado del country donde
vive-. Si bien los medios le dieron una enorme ayuda para que se instale la
idea de que en Tigre hasta los pobres viven en los barrios cerrados, gran parte
de su buena elección encuentra su causa en que logró instalarse como una
alternativa de futuro.
Ahora bien, para
convertirse en una opción de gobierno en 2015, esta alternativa de futuro
tendrá que lograr en el corto plazo la difícil tarea de articularse
nacionalmente, además de sostener la articulación interna de los intereses
económicos que representa. Algunos de estos intereses, sobre la base de los
holgados balances que tienen oportunidad de rubricar año tras año, parecen
conformarse con que el kirchnerismo sea derrotado en 2015, para a partir de
allí retomar la senda de salarios bajos y renta financiera basada en el
endeudamiento del Estado. Otros, como el grupo Clarín y la Sociedad Rural,
preferirían una derrota inminente del kirchnerismo. Como sea, la
"alternativa", para estos grupos, coinciden con lo que rápidamente
salieron a enunciar: caos o transición.
Por estas razones, y
en contrapartida, para el campo nacional y popular el desafío sigue siendo
neutralizar el retorno del neoliberalismo, ahora en su versión "blanca", a la
Argentina. Cuenta para ello con el liderazgo de quien seguirá siendo un actor
político decisivo aún después de 2015, Cristina. Y con un despliegue nacional y
alianzas sociales construidas a lo largo de más de una década, que conforman un
proyecto político colectivo que ha conseguido, como no ocurría desde hacía
demasiado tiempo en nuestro país, que muchísimos argentinos se sientan
implicados en él. Es decir, que ha conseguido que muchísimos argentinos, que
antes no podían sino sentirse, en el mejor de los casos, como "suplentes",
ahora se sientan verdaderos titulares de su destino.