lunes 12 de agosto de 2013, 18:00h
Es muy difícil realizar un análisis en un contexto donde los
exitismos abundan. En principio, un conjunto opositor al gobierno aparece con
una algarabía algo exorbitante. La pregunta y respuesta obvia es qué festejan y
es que el kircherismo no ganó como solía ganar. Con un casi 76% escrutado a
nivel nacional, el FPV obtenía el 26,31% seguido por el 13,54% del Frente
Renovador, con un 8,27% para el Frente Progresista Cívico, seguido por la Unión
Cívica Radical con el 5,74% y Unidos por la Libertad el 4, 07%. Ante la duda si
se puede festejar una distancia del doble del primero con respecto al segundo,
el dato político de esta elección es sin duda la derrota de Insaurralde en la
Provincia de Buenos Aires.
Los datos expresan algo un poco más complejo. Mientras que
para diputados nacionales el Frente Renovador obtuvo el 35.05% y el Frente para
la Victoria el 29, 65%, siendo los guarismos semejantes para senadores
provinciales (36,14 y 25,76 % respectivamente), la lectura que habrá que
investigar es por qué para diputados provinciales el FPV obtuvo el 33,55% y
27,76% el Frente Renovador.
Quienes desde el 2009 vienen pregonando el "fin de ciclo"
les convenga, tal vez, asumir un poco de cautela. La primera conclusión es que
el FPV no sufre grandes modificaciones en la correlación de fuerza
parlamentaria, sí una pequeña merma en la cámara de senadores. Por lo que
durante dos años más, es previsible la política a desarrollar por de "la
tiranía" al decir de algunas candidatas tal vez con añoranzas de fusiladora. La
otra cuestión es que un proyecto de esta magntiud sólo tiene un antecedente en
la historia argentina, lo cual da la medida de la comparación.
La segunda, es la correlación de fuerzas en la calle, en los
territorios. Eso es algo y un poco más complejo que sumar votos y conquistar
bancas. Porque ello responde, invariablemente, a un mezclado conjunto de
variables de tipo histórico, de clase, social. Es allí donde este este conjunto
opositor al gobierno no debería dejarse ganar fácilmente por una algarabía que
tiene más que ver con su antiK que con su poco probada y dudosa capacidad
propositiva y convocante de una fuerza social que pueda responder a las
expectativas y anhelos de una sociedad que, en su conjunto y paradójicamente,
ha dejado atrás la preocupación de los temas que hace una década estaban en el
top teen como la desocupación. El antecedente más próximo es la elección del
2009 y el "Grupo A", los cuales por su capacidad de propuestas y convocar a la
ciudadanía se fue sin lugar a dudas a la "B". Hoy son nuevos temas los que
preocupa legítimamente a la sociedad que avanzó y ganó derechos sociales y que
sin lugar a dudas aún tiene pendientes varios y suculentos temas por abordar.
La tercera, es una conclusión reflexiva, si vale el término.
Nadie tiene la vaca atada. Ni los votos. Ello guarda relación no sólo con pisos
y techos históricos de votos, en donde el FPV sigue picando primero en cuanto a
su piso. Aquí también se mezclan variables poco conceptualizadas pero efectivas
a la hora de votar máxime en una elección legislativa donde no se juegan
destinos ni modelos sino otro imaginario y en donde el humor social es un tanto
volátil. Sobre todo en un país y una sociedad en donde la historia de los
partidos políticos en relación a la sociedad no es significativa como lo son
los dos movimientos que otorgaron felicidad y progresos al pueblo argentino.
Allí se encuentra tal vez uno de los principales problemas filosófico político
del funcionamiento de los partidos, sobre todo de aquellos que festejan lo
ajeno: su capacidad de diseñar, proponer políticas públicas que interpreten los
deseos y aspiraciones de las masas populares. A no ser, que su proyecto tenga
que ver con las élites o se conformen con las notas televisivas. O sea, se
conformen conque al otro le vaya mal porque a lo largo de una década, no han
podido construir una propuesta superadora. Es que la tarea no es nada fácil.
Miguel de Cervantes, el genial autor de "El Quijote" escribió una hermosa y
paradigmática frase: "Historia, émula del tiempo, depósito de las acciones,
testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo
porvenir...". O como se dice en el barrio: "Los días más felices fueron y serán
peronistas".
Gustavo López Pardo
Licenciado en Sociología