Unidad no solo frente a Europa: frente al mundo
jueves 30 de mayo de 2013, 12:11h
Quienes, como el que suscribe, creemos en el valor del
acuerdo entre las fuerzas políticas en temas sustanciales, no podemos dejar de
felicitarnos por el abandono --¿por cuánto tiempo, ay?-del lenguaje guerrero
entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Y es que hay
factores, como las ya menos que educadas 'sugerencias' de la Unión Europea al
equipo Rajoy para que 'de una vez' haga sus deberes, que sirven para aglutinar
el orgullo patrio; puede que Europa acierte o se equivoque en sus
recomendaciones, pero lo cierto es que el margen de un Ejecutivo nacional
frente a la Comisión Europea adelgaza hasta quedar en casi nada. No menos
cierto es que España es un país que aguanta con dignidad los sacrificios que le
imponen sin que, por cierto, entienda muchas veces las razones. Y, así, aun
ante la sospecha de que las soluciones que se arbitran desde fuera para
nosotros son ineficaces o claramente malas, hay que acatarlas.
Quizá por eso, la mano tendida de Rubalcaba a Rajoy y la
tibia aceptación -o no...-de Rajoy a esa mano, explicitada en la sesión de
control parlamentario del pasado miércoles. Es, sin duda, un éxito de esa
desprestigiada 'clase política' española el actuar con una sola voz frente a
Europa: eso dará fuerza a nuestro país ante un eventual 'no' a los 'diktats' de
la Comisión, como el de subir nuevamente el IVA, algo que desde algunas voces
autorizadas en España se considera claramente nocivo para la reactivación de la
economía.
Me parece que, de consolidarse estos presentimientos de
pacto más o menos explícito, más o menos entusiasmado, tendríamos una buena
razón para felicitarnos todos. Y para desear que el consenso se extienda a
otras fronteras más allá de la UE. Por ejemplo, a América Latina, que sigue
siendo zona vital para los intereses económicos, culturales y sociales de los
españoles. Pienso que se hace cada día más necesaria una ofensiva diplomática
hacia los países latinoamericanos, una ofensiva que vaya más allá de las
'cumbres' iberoamericanas, de algunas visitas ocasionales de nuestros
representantes o de recibir a mandatarios latinoamericanos, como ahora el
uruguayo Mujica, con el calor y el afecto que sin duda merecen. En este
sentido, pienso que la Secretaría General Iberoamericana (Segib), a cuyo frente
está el muy veterano Enrique Iglesias, desarrolla una importante labor, que
debería estar incluida (y no lo está) en el consenso sobre política exterior de
los dos grandes partidos, como debería estarlo esa nonata Ley de Acción
Exterior que parece haber encontrado el rechazo de sectores amplios de 'la
carrera'.
Y, ya que hablamos del tema: no resulta conveniente, en aras
de ese consenso, que algunos diplomáticos que ocuparon puestos relevantes con
gobiernos anteriores sean abandonados en 'el pasillo' sin que se les hayan
conferido nuevas responsabilidades; ha sido el caso, por ejemplo, del ex
secretario de Estado del Ministerio, Juan Pablo de la Iglesia, a quien, según
algún papel que circula por este Departamento, se habría negado, pese a su
veteranía, el consulado en Roma y cualquier otro destino que pudiera
corresponderle. Afortunadamente, parece un caso aislado; el indudable buen
talante del ministro, José Manuel García Margallo, parece poco proclive a
'vendettas' y discriminaciones que sí fueron moneda corriente en el pasado.
Pero, ahora, la 'marca España', que, por cierto, sigue sin acabar de funcionar,
exige unidad, unidad por encima de todo. No podemos perder ni un minuto en
otros debates que no sean los de signo constructivo ni se pueden desperdiciar
energías en 'limpiezas étnicas' que huelan a signo ideológico. Simplemente, se
agota el tiempo para mostrar ya al mundo que España sigue siendo, en efecto, un
gran país.
fjauregui@diariocritico.com