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Plata, bancos, árboles

Plata, bancos, árboles

Por Ricardo Lafferriere
sábado 23 de febrero de 2013, 17:18h
"Gobernar no es pedirles plata a los bancos cada 60 días para pagar los sueldos", declaró la señora presidenta, para criticar a gobernadores que -en su opinión- no tienen un comportamiento fiscal adecuado. Con mayor precisión, su crítica estaba dirigida a su nuevo rival, Daniel Scioli, cercado por los reclamos salariales docentes.
 
La respuesta a esta afirmación presidencial surge de inmediato: ¿cada cuánto y por qué montos le pide su gobierno al Banco Central "plata" para "pagar los sueldos" y los subsidios que reparte el gobierno nacional?
 
Las cifras nos dicen que el 40 % del circulante hoy responde a emisiones sin respaldo técnico ni legal realizadas por el Banco Central, dispuestas por la propia administración kirchnerista -o sea, por la señora presidenta- para "prestárselas" al gobierno nacional. Para "auto-prestárselas".
 
La perversión del sistema fiscal "de facto" adoptado por la administración kirchnerista ataca a las jurisdicciones provinciales y municipales por dos flancos que están fuera de su alcance.
 
El primero de ellos es el encarecimiento de los bienes y servicios que deben enfrentar esas jurisdicciones.
El segundo, dispara justificados reclamos salariales de los trabajadores provinciales y municipales, por la caída del poder de compra provocado por la inflación.
 
En ocasiones, esas jurisdicciones tienen llegada y acceso a los Bancos. En otros, no. En casi todos, requiere la autorización nacional.
 
Sin embargo, el mayor contrasentido es que el principal tomador de dinero del sistema bancario, el gobierno nacional, no requiere autorización a nadie, ya que su contralor natural, el Congreso Nacional, ha renunciado a tal facultad. Lo hace "manu militari", dando origen al primer eslabón de la cadena inflacionaria que, después, sufre toda la cadena económica, hasta llegar a los ciudadanos.
 
La afirmación presidencial es, entonces, tan contradictoria como la que criticaba a la administración porteña por "talar árboles", cuando su administración provocó un verdadero aserramiento serial no sólo para hacer la feria propagandística oficial "Tecnópolis", sino en los miles de hectáreas de bosques nativos talados indiscriminadamente ante la pasividad total de su gobierno.
 
Está mal talar árboles por motivos injustificados. Está mal pedir crédito para gastos corrientes. Pero está muy mal edificar el relato oficial sobre afirmaciones mendaces. No sólo porque mentir es malo, sino porque dispara un mal ejemplo que justifica la mentira impregnando todos los niveles de la convivencia nacional.
 
Ricardo Lafferriere
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