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Pues claro que estamos con 'El País', entre otros...

Pues claro que estamos con 'El País', entre otros...

miércoles 07 de noviembre de 2012, 16:13h
Pues claro que estamos con nuestros compañeros de 'El País'. Como lo estuvimos con los de ABC, cuando aquel ERE, y con los de El Mundo, cuando a ellos les tocó pagar los platos rotos de una crisis que, desde luego, ellos no han fomentado, aunque quizá sí lo hayan hecho algunos administradores faraónicos que se pensaron magnates de la empresa cuando no pasaban de ser o medianos administrativos o, como mucho buenos periodistas.
 
El sobredimensionamiento de algunas redacciones, los planes megalómanos, las piruetas contables, se han unido, así, al cambio de los tiempos, que no siempre se están sabiendo entender, dando lugar a un terremoto en los medios españoles -y no solamente españoles, claro- de dimensiones desconocidas. Que 8.000 profesionales hayan perdido sus puestos de trabajo en los últimos dos años, que una parte de ellos esté ahora subempleada o trabajando 'bajo cuerda', obliga a preguntarse qué estamos, todos, haciendo mal.
 
Una reflexión que abarque desde a las modalidades de contratación de los 'nuevos' periodistas -los autónomos, ya lo veremos, tendrán preferencia- hasta el propio carácter del profesional de la información, que tenderá a ser cada día más multimedia. Las viejas recetas sindicales y de algunas asociaciones corporativas no van a crear, y bien que lo siento en mis propias carnes, nuevos puestos de trabajo; yo, al menos, no conozco a ningún compañero, más allá de los colocados por el nuevo Gobierno, que tampoco tienen estas características de fijeza envidiable, que haya obtenido un  puesto de trabajo estable y 'para siempre', como antes.
 
Se va haciendo imprescindible un congreso omnicomprensivo en el que profesionales de la comunicación de todos los ámbitos elaboren nuevas pautas de trabajo, contemplando las consecuencias de la revolución tecnológica que se ha asentado, y también nuevas exigencias a a unos empresarios acostumbrados a dictar sus órdenes a las adminsitraciones... o a vivir mansamente de ellas. Las viejas normas de competencia, las rivalidades por una decena de ejemplares en los quioscos, las trampas de los medidores, ya, simplemente, no valen. Y muchos de nuestros compañeros en la cuerda floja, o ya directamente en la cola del paro, han sido víctimas de estas malas prácticas.
 
La mejor mano tendida que podemos ofrecer a nuestros compañeros situados en la angustia -cualquiera podemos estarlo en el momento menos pensado- es esa rebelión mental que significa que hay que ermpezar a construir las casas de otra manera. Que un edificio modelo, como El País, se tatambalee, aunque todos apostemos por su solidez futura, exige una reflexión mucho más a fondo que el lógico insulto a quien, por sus muchos errores, tanta culpa tiene de lo ocurrido
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