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'A Carter, nuestros respetos'

"A Carter, nuestros respetos"

Por Jorge Argüello
domingo 28 de octubre de 2012, 21:19h
El ex presidente Jimmy Carter, ejemplo como pocos de consecuencia en la lucha por los derechos humanos y por la democracia en todo el mundo, nos abrió  las puertas del Center Carter, en Atlanta, donde gentilmente llevó a este representante diplomático de la Argentina en los Estados Unidos a recorrer el museo y la biblioteca del centro.

Hace una década, en 2002, Carter recibió el Nobel de la Paz por sus esfuerzos "para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, impulsar la democracia y los derechos humanos y fomentar el desarrollo económico y social".

Los fundamentos del comité noruego que entrega anualmente el premio pueden sonar de circunstancia. De hecho, otros tres presidentes estadounidenses, Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y Barack Obama, recibieron también el Nobel de la Paz. Sólo recordar aquella frase de "hablemos suavemente pero con un garrote en la mano" atribuida a Roosevelt para su política exterior torna las cosas ciertamente relativas.

Pero Carter no sólo ha sido el único de los cuatro en recibir el premio por sus acciones después de dejar la Casa Blanca. Ha sido definitivamente un político que ha dado y da testimonio vivo de las convicciones por las que se ha ganado tanto respeto dentro y fuera de Estados Unidos, de manera coherente y sin descanso.

Dijo Carter: "La nuestra es la primera nación que se dedicó a estos principios morales y filosóficos básicos: que todos los hombres son creados iguales y dotados de los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad". Lo dijo de Estados Unidos en 1976, como candidato demócrata, en la campaña que lo llevó al poder.

Dijo Carter: "Estados Unidos está abandonando su papel como el campeón mundial de los derechos humanos (...). En un momento en que las revoluciones populares están barriendo el mundo, los Estados Unidos deben fortalecer, no debilitar, las normas básicas del derecho y los principios de la justicia enumerados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero en vez de hacer un mundo más seguro, los Estados Unidos violan los derechos humanos más universales, lo cual incita a nuestros enemigos y distancia a nuestros amigos". Lo dijo de Estados Unidos también, pero en 2012.

La valía de este hombre político puede apreciarse, justamente, porque tres décadas y media después sus posiciones se ajustan en letra y espíritu a valores universales que resisten el paso de los años.

Apenas dejó el poder, en 1982, fundó el Centro Carter, que además de promover la democracia y planes de salud en países pobres ha intervenido en la resolución de conflictos en Haití, Bosnia, Etiopía, Corea del Norte, Sudán, Ecuador, Colombia, Venezuela y otros países, con un decidido apoyo a entidades defensoras de los derechos humanos en todo el mundo.

Esa trayectoria tuvo, para Argentina, un desempeño difícil de olvidar durante su presidencia (1977-81), coincidente con la dictadura en Argentina. En 1976, el influyente secretario de Estado Henry Kissinger, le hacía saber a los militares argentinos en plena represión ilegal bajo la doctrina de la seguridad nacional: "Nuestra actitud básica es que queremos que tengan éxito. Cuánto antes tengan éxito, mejor".

En cambio, al año siguiente, el presidente Carter recibió a Videla. El dictador intentó destacar la coincidencia de agendas de los dos países. Carter le respondió entregándole en mano una primera lista de varios miles de desaparecidos que el cambio de política exterior le había permitido recolectar a valientes funcionarios de la embajada en Buenos Aires.
Es que Carter pudo haber seguido la política de sus antecesores, pero eligió una vez más tratar de ser consecuente con sus ideas. Funcionarios  como el entonces secretario de Estado, Cyrus Vance, la secretaria de Derechos Humanos, Patricia Derian, con sus visitas a la Argentina en plena represión ilegal y, en especial, el embajador Tex Harris no hubieran podido jugar su papel denunciando, y salvando algunas vidas incluso, como las del periodista Jacobo Timerman, sin el decidido apoyo político que les ofrecía su presidente.

Por esa y otras actitudes, corresponde renovarle a Carter nuestros respetos y escucharlo cuando insta a su país, como podría hacerlo con otras potencias y poderes políticos nacionales y multilaterales, a "recuperar el liderazgo moral de acuerdo con las normas internacionales de derechos humanos". Tan complejo de lograr, pero tanto más sencillo cuando se tiene la persistencia y el compromiso de líderes como Jimmy Carter.

Por Jorge Argüello
Embajador argentino en Estados Unidos
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