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Un ejemplo de sintonía fina y profundización del modelo

Un ejemplo de sintonía fina y profundización del modelo

martes 17 de abril de 2012, 19:22h
La decisión tomada por la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner es de una enorme trascendencia para los argentinos. La historia de los pueblos no es lineal, todos lo sabemos. Existen idas y vueltas, avances y retrocesos, conquistas y pérdidas. El paso que estamos dando se inscribe en la lógica de las mejores tradiciones nacionales y populares de la Argentina. La recuperación del control estatal sobre YPF constituirá, sin lugar a dudas, un capítulo clave en la extensa "película" de la historia de la soberanía nacional.

Es de necios insistir en caminos que no llevaron a buen término. Si bien la performance demostrada por Repsol en el manejo de YPF pudo haber sido favorable para sus propietarios, fue terriblemente negativa para el pueblo argentino. Mientras nunca dejaron de distribuirse utilidades, YPF abandonaba sus proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos condenando al país a la importación de combustible para sostener el crecimiento económico. Como bien lo expresó la Presidenta, el año 2011 fue la máxima expresión de la operatoria de Repsol, generando un inédito cuadro de saldo comercial negativo en el sector de los combustibles a partir del récord de 9.397 millones de dólares de importaciones. Mientras tanto, las utilidades netas de YPF no dejaron de crecer ni de distribuirse entre los propietarios de sus acciones.

Lo que viene es otra historia. La propiedad y el gerenciamiento privado no garantizaban los intereses nacionales. Y, desde un criterio de subsidiariedad bien entendido, donde el mercado no resuelve los problemas allí debe aparecer el Estado para solucionarlos. Avanzar en el control estatal (entre Nación y provincias) del 51 % de las acciones de YPF va a marcar un punto y aparte en este proceso de vaciamiento de la compañía.

La Argentina quiere sostener el ritmo de crecimiento experimentado desde el 2003 a la fecha. Nuestro país ha demostrado capacidad de desarrollarse a partir de un modelo económico que promovió la competitividad del sector externo, favoreció un notable crecimiento de la producción industrial e incentivó la pujanza de su mercado interno. No hay "viento de cola" que explique los logros económicos y las conquistas sociales obtenidas, con un desempleo inferior al 7 %. Sostener de aquí en más este proceso de crecimiento económico con generación de trabajo genuino requiere de decisiones fuertes en materia de soberanía energética para que el esfuerzo de todo el pueblo argentino no se diluya por la acción destemplada de sectores económicos que no tienen en cuenta los intereses nacionales. Qué mejor ejemplo de la necesidad de "sintonía fina" y "profundización del modelo" que el texto remitido por la Presidenta al Congreso.

El proyecto avanza sobre la declaración de interés público nacional de la explotación, industrialización, transporte y comercialización de hidrocarburos. Crea, además, el Consejo Federal de Hidrocarburos conformado por los ministerios nacionales de Economía, Planificación, Trabajo e Industria, junto a las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El proyecto plantea la declaración de utilidad pública y sujeto a expropiación del 51 % del patrimonio de YPF representado por la misma cantidad de acciones clase D de la empresa que hoy está en manos de Repsol. Prevé la distribución de esas acciones entre el Estado Nacional (51%) y de los estados provinciales productores de hidrocarburos (49%) que deberán operar en forma coordinada a través de un pacto de sindicación.

No hay en el proyecto ningún tipo de prejuicio ni estigmatización del capital privado o extranjero. Al contrario: la Presidenta insistió en la gestión profesionalizada de YPF y en la apertura a conformar todo tipo de asociación estratégica con empresas públicas, privadas o mixtas, tanto nacionales como extranjeras, a los fines de gestionar el financiamiento necesario para cumplir con los objetivos del proyecto.

En síntesis: el proyecto es un enorme avance hacia la soberanía energética que pueda garantizarnos un desarrollo nacional autónomo y sostenido en el tiempo. Para su aprobación no apelamos ni al romanticismo ni a la nostalgia. Sólo le pedimos a la oposición política que en estos grandes temas tenga la responsabilidad necesaria para diferenciar la lógica disputa política de la coyuntura del necesario respeto a los intereses nacionales de largo plazo. Esperemos contar con el apoyo de todos, independientemente de las críticas constructivas, para que la recuperación de YPF sea un símbolo de la madurez de todo el arco político argentino alrededor de una política de estado que, como dijo la Presidenta, trascienda en el tiempo y sea difícil de revertir

Agustín Rossi
Diputado Nacional por el Frente para la Victoria
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