Saludable sorpresa

La semana que pasó mostró un hecho inédito para la política argentina: el presidente del radicalismo publicó, sin enmarcar su opinión en una campaña electoral interna ni general, una nota periodística en la que saludó y exhortó a profundizar el desarrollo científico técnico, y su vinculación con la producción (Clarín, 16 de marzo, "El fruto del saber y la producción coordinados")
 
Ensayó un camino novedoso. En lugar de detenerse en el rosario de falencias del discurso presidencial de apertura del período de sesiones del parlamento, hizo foco en un par de frases rescatables, la necesidad de "industrializar la ruralidad" y de "agregar valor a la producción".
 
Ambos propósitos configuran, sin dudas, una demanda de futuro que puede definirse como política de estado. No es propiedad de ninguna fuerza política, sino una línea de acción impulsada y ejecutada desde hace décadas por millares de productores argentinos, de todos los niveles económicos y escalas productivas, que han mantenido al campo argentino formando parte del pelotón de avanzada del sector en el mundo, a pesar que en los países con los que compite sus productores son subsidiados mientras aquí son expoliados por una voracidad populista con pocos parangones en el planeta.
 
El pronunciamiento del jefe radical es saludable, no sólo por su claridad conceptual sino por reconocer que el trabajo conjunto de los investigadores y los empresarios de avanzada en el sector actúan como punta de lanza para la modernización y el crecimiento de la producción agropecuaria. En el caso puntual, destacó el  descubrimiento por parte de un equipo de científicos del la Universidad Nacional del Litoral liderados por la Dra. Raquel Chan, del gen "hahb-4" en la cadena genética del girasol, que implantado en otras especies les permite evitar el stress hídrico y, en la práctica, extender cultivos valiosos a zonas marginales.
 
El Ing. Barletta se alineó con lo mejor del país, con una visión de futuro que le permitió pasar por encima de la justificada competencia política. En un país sacudido cotidianamente por la violencia y la corrupción, por la intolerancia e inexistencia de diálogo estratégico, ha dado un paso que merece destacarse. Y aplaudirse.