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Misterios

Misterios

Por Enrique Szewach
lunes 13 de febrero de 2012, 18:10h
"El misterio del costo del pasaje", podría ser el título de una parodia de los hermanos Coen, o el de una comedia protagonizada por el mejor Peter Sellers, pero no,  se trata del secreto de estado mejor guardado, casi a la par del algoritmo que define la apertura del maletín que siempre acompaña a un Presidente norteamericano, para lanzar, eventualmente, un ataque nuclear, o la edad de Madonna.


Se trata  del costo de la "tarifa plena" del transporte de colectivos y trenes en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, a partir del 2 de marzo próximo que deberán pagar aquéllos que no posean, a esa fecha, la tarjeta SUBE.


Ahora bien, por qué ese "numerito" se ha transformado en un misterio a develarse recién un par de días antes de entrar en vigencia el nuevo sistema, no lo sabemos.


Tampoco sabemos por qué se le sigue mintiendo a la gente diciendo que quién posea la tarjeta seguirá recibiendo el subsidio, cuando el propio gobierno ha reconocido que, una vez masificada la tarjeta, usará la información derivada del uso de la misma, para instrumentar la "sintonía fina" del subsidio al transporte, en función del tipo de viaje, frecuencia, ingresos declarados, etc.


Es decir, como sostiene sistemáticamente el Secretario del Área, "subsidiar a las personas y no a las empresas". Cosa que, dicho sea de paso, está muy bien, y debió instrumentarse mucho antes, pero, insisto,  no corresponde engañar a los ciudadanos de esta forma.


También es un misterio, como la ejemplar política energética de estos años, defendida oficialmente en todos los foros locales e internacionales, se ha convertido, de pronto, en un grave problema del que son responsables las empresas que el estado nacional y los estados provinciales, controlan, regulan, y vigilan implacablemente. O cómo le debemos miles de millones de dólares a Venezuela, por importaciones de combustibles no compensadas con compras de productos argentinos por parte del Hermano Bolivariano (¿Será por los problemas de las "intermediarias"?).


Y también es un misterio cómo pretende el gobierno que las enormes inversiones que se requieren en el sector energético sean financiadas.


En efecto, el gobierno les está exigiendo a las empresas petroleras, que hagan inversiones en exploración y producción, para aumentar las reservas y el abastecimiento interno de petróleo y gas.

 
Pero esas inversiones requieren, por un lado, de "precios rentables" que las justifiquen, y, además, dinero para financiarlas. Dinero que las empresas buscan, en general, en el mercado financiero global. Pero si pretenden financiar la inversión que se requiere en el mercado global, sea en forma de colocación de acciones, o de instrumentos de deuda, se encuentran con que las regulaciones actuales no les permiten luego repagar esos fondos, girando divisas al exterior, ni garantizar, como en el pasado, con sus propias exportaciones, el repago de sus deudas en el exterior.


En otras palabras, aumentar la exploración y producción requiere, en principio, que haya un negocio rentable y sustentable y, dado el negocio, hace falta financiamiento. Pero el gobierno limita el negocio, porque pretende fijar, administrativamente, la tasa de rentabilidad "justa" y, a su vez, impide el acceso a los mercado financieros globales, dónde está el ahorro de los argentinos al dificultar que las empresas puedan girar fondos al exterior de manera fluida, o al prohibir, como en el caso de las inversiones petroleras o mineras, dejar parte del producido con las exportaciones del negocio, fuera de la Argentina, para, eventualmente, garantizar una operación de crédito.


Por lo tanto, a las empresas sólo les queda recurrir al reducido mercado financiero local, desplazando a las pequeñas y medianas empresas del acceso al crédito, o reinvertir sus propias utilidades. Utilidades que, salvo en regímenes especiales y prebendarios, están "controladas" por precios que, en el caso energético, por ejemplo, no responden a la realidad regional o global y que la eliminación de subsidios (por ser destinados, por ahora, a reducir el faltante fiscal, o a gastar en algún rubro "para todos"), tampoco corrige.


Y este es el misterio central.


El gobierno pretende inversiones. Pero inversiones sin rentabilidad,  sin precios libres, sin mercado de capitales, sin ahorro público y sin ahorro privado (con tasas negativas).
Y en ese contexto, no hay misterios, salvo un regalo,  ni los amigos invierten.
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