Por
Pascual Hernández del Moral.
domingo 13 de julio de 2014, 10:50h
Yo sé, amigo Venancio, que a ti eso del futbol
te la trae al pairo, porque el deporte "rey" de tu isla, y perdona el modo de
señalar, es el béisbol. Pero para todos los países del hemisferio sur
hispanoamericano -quitado Venezuela- el
fútbol es el deporte nacional. Así pasa en Brasil de una manera exagerada. BRASIL
ES FÚTBOL, y creo que, a pesar del fatídico 7 a 1, seguirá siéndolo. En los
patios de los colegios, en las calles de los barrios, en las favelas, en las
playas... el fútbol es el rey. Ni el vóley playa, que en lugares como Rio alegra
nuestros ojos, con esas ninfas mostrando sus cuerpos gloriosos y sus
habilidades deportivas consiguen quitarle protagonismo.
Hace un año proliferaron por las principales
capitales brasileñas -Sao Paulo, Río, Belo Horizonte, Recife, Salvador... -
manifestaciones en las que grupos "marginales y antisistema" pedían luchar
contra la corrupción de los políticos (que se veía venir) en la construcción de
estadios y vías comunicación. No a las inversiones en estadios para la Copa, y dedicar los dineros a escuelas,
hospitales y transportes públicos. Recuerda, compañero Venancio, que la primera
gran manifestación en Sao Paulo se produjo como consecuencia de un incremento
de 0,20 $R (6 céntimos de euro) del billete de autobús. Hasta prácticamente
unos días antes de la inauguración del mundial, ha habido manifestaciones
callejeras, aunque con sordina por aquello del qué dirán los países
participantes en la Copa
Al apaciguamiento de las gentes contribuyeron tres
factores: primero, la contundencia de la policía, que cortó a palos y tiros cualquier problema;
segundo, el que el fútbol es para ellos ese gran espectáculo que no debe
estropearse por nada; y tercero, la confianza que reinaba en ganar el título de
Campeones del mundo. Y así, a medida que se acercaba el mundial, la protesta
fue debilitándose, con la esperanza de que el triunfo de Brasil, hiciera
olvidar las penurias del pueblo.
Dilma Rousseff se apartó de los estadios
cuando, un mes antes del mundial, las manifestaciones arreciaron. Pero
inmediatamente, vista la euforia del pueblo, mientras Brasil iba bien, el PT
ligó el éxito de la selección al del gobierno de Dilma, queriendo subirse a la
ola de optimismo. No se debe olvidar que el final de los mundiales coincide con
el inicio de campaña para las generales presidenciales, y podía aprovecharse del
triunfo. Así, POLÍTICA Y FÚTBOL HAN APARECIDO UNIDOS DURANTE EL COMIENZO DEL
MUNDIAL, y de él han tratado de aprovecharse todos, desde el PT al DEM.
Pero se han despertado a la cruda realidad. 7 a
1. Inmediatamente después de la derrota se han producido alteraciones del orden
en las principales capitales del país: de Sao Paulo y Rio a Belo Horizonte y
Salvador. Estos primeros desórdenes, con quema de autobuses y asaltos a
comercios, a mi entender, camarada Venancio, son fruto de la irritación ante la
abultada paliza recibida. Se mezclaron contestatarios con forofos crispados, y
de ahí los problemas de orden público. En los barrios de la periferia de las
grandes ciudades, los amigos y vecinos se reunían en la calle, ante una gran
pantalla de TV, con alfombras con el dibujo de Brasil, la bandera, la camiseta
de la selección, banderitas en las aceras, para "asistir jogo", tomar "cerveja"
y celebrar el seguro triunfo de Brasil con cánticos patrióticos. Lo que la FIFA
ha querido imitar con su "FAN FEST". Tras el fracaso, las lágrimas, la ira, el
desconsuelo, y las manifestaciones a que hacemos referencia.
Lo más destacable es que BRASIL RECIBIÓ UN
BAÑO, DOLOROSO, DE REALIDAD, compañero Venancio. De la euforia esperanzada en
ganar el mundial se ha pasado a la verdad del Brasil cotidiano: la inflación
alta, la depreciación del real, los altos intereses bancarios, el retroceso en
el incremento del PIB, la miseria de grandes capas de población... y, además, LA
PÉRDIDA DE ESPERANZA. Como en la Copa, la realidad se impone siempre, y la
esperanza en un país mejor, más honesto, más justo, más equitativo se esfuma.
Y, mal que le pese a Dilma y al resto de los políticos -cuyos sueldos son
enormemente más grandes que los de los nuestros- el fracaso en el mundial SÍ
INFLUIRÁ EN LA POLÍTICA, en las próximas elecciones presidenciales. Ya se verá.
Y va a influir despertando, de nuevo, las
manifestaciones que se diluyeron durante el mes del fútbol. Por eso, las que a
partir de ahora se puedan producir ya no serán las de los forofos frustrados,
sino LAS DE LOS BRASILEÑOS VUELTOS A LA CRUDA REALIDAD social, política y económica, a su día a día,
Venancio amigo.
Ahora sí que los políticos deben preocuparse de
las consecuencias del fracaso de la selección.