Economía con Anestesia
martes 14 de abril de 2015, 12:56h
Con dos meses de atraso en las estadísticas oficiales y el
vacío de datos sobre pobreza so pretexto de no "estigmatizar" a esos millones
de argentinos que sufren las consecuencias del facilismo económico oficial,
varios maquillajes ocultan los crecientes desequilibrios fiscal, monetario,
cambiario y la distorsión de precios relativos.
El año 2014, el de peor desempeño de la economía bajo el
kirchnerismo, con caída del consumo, el empleo y los salarios reales y
aceleración inflacionaria, dejó paso a un 2015 en el que los efectos recesivos
han moderado la proyección de la tasa anualizada de inflación que pasaría de 40
por ciento al 27 por ciento para este año. La causa de este descenso no es
nueva para la historia de la economía argentina: Recesión y atraso cambiario
financiado con deuda - en gran parte de corto plazo - y un poco de
privatizaciones para obtener divisas - licitaciones del 4G - y cierta
moderación monetaria - difícil de mantener en un año electoral - explican el
fenómeno.
Con este esquema y un mayor celo en los controles de
capitales y del comercio exterior, el gobierno ha logrado estabilizar el
mercado de cambios y darle oxígeno a su apuesta por el atraso cambiario - con
su efecto "narcotizante" - para sostener un nivel de competitividad externa que
podría llegar en poco tiempo - más aún si el Real se mantiene por arriba de los
3 por dólar - a niveles comparables con los de la década del 90.
Con estas medidas se ha evitado la crisis de balance de
pagos, sumado a que la posibilidad de recambio de gobierno mejoró las
expectativas de los empresarios que dan por descontado una futura reinserción
en los mercados financieros globales, elevando el precio de los bonos,
reduciendo el riesgo país a su menor nivel desde 2005 y poniendo un techo a las
brechas cambiarias. La transición hacia el próximo gobierno podría resultar más
suave que lo esperado, con una confianza del consumidor para el mediano plazo
en su mayor nivel desde 2006.
Como balance de la segunda gestión económica de Cristina
Fernández y de Axel Kicillof podemos anotar que la actividad industrial mostró
en 2014 niveles similares a los de 2010; que la producción de acero es la misma
que en 2005; la de automóviles que en 2006; y que la refinación de petróleo es
igual a la de 2007. Los despachos de cemento y la producción de petróleo fueron
en 2014 menores a los del último año sin cepo y la faena bovina es hoy 17% más
baja que la del año previo a la crisis del campo.
Este estancamiento no se observa solo en la producción. El
empleo privado creció 0.5 por ciento por año desde mediados de 2011, menos de
la mitad del crecimiento de la población y el salario real permanece estancado
desde entonces, a pesar de la apreciación cambiaria. Las exportaciones e
importaciones están en los mismos niveles que 2008. La lista sigue y se
extiende al conjunto de la economía en la que son pocas las excepciones que
escapan al estancamiento desde 2011, entre ellas la administración pública -
sostenedora del empleo - y el sector financiero, que registra enormes ganancias
para el período.
La comparación internacional, tampoco es buena. Tomando como
referencia los 127 países con más de 3 millones de habitantes para los cuales
hay datos, Argentina se ubica en la posición 117 en cuanto al crecimiento
acumulado entre 2011 y 2014. Si miramos solo 2014, la contracción de 2 por
ciento nos ubica en un impactante puesto 124. Solo 3 países de este pelotón
crecieron menos que la
Argentina el año pasado. Libia (-20 por ciento), Ucrania
(-6.5 por ciento) y Venezuela (-3 por ciento), dicho de otro modo: la Argentina creció, en
2014, menos que el 98 por ciento del planeta.
El desbarajuste producido por la inflación también tiene
efectos visibles sobre una parte del trabajo asalariado y ha originado dos
paros nacionales. En la
Argentina, un asalariado paga el máximo del impuesto a las
ganancias con un ingreso de 2500 dólares; en Uruguay con una de 14000 dólares;
en Chile con 11400 y en Perú con 6100 dólares. La distorsión registrada durante
el segundo mandato de Cristina Fernández ha transformado en regresivo un
impuesto que nació progresivo.
Es decir que, con todos los esfuerzos en llegar al fin del
mandato, podemos afirmar que la misión está siendo cumplida por el oficialismo
a costa de anotar la peor performance para el fin de ciclo kirchnerista,
coincidente también con el fin del "viento de cola" que se levantó allá por el
año 2003.
La herencia, o "la bomba" como la han apodado algunos
periodistas, requerirá de gran pericia para retornar a los equilibrios.
Recuperar el crecimiento de la actividad, el empleo y los salarios, bajar la
inflación, estabilizar las cuentas públicas, desandar el atraso cambiario y
tarifario, el déficit de infraestructura y volver sustentable el balance de
pagos y de reservas, serán objetivos complejos para un gobierno que deberá
abordar esa tarea con un Poder Legislativo en el que no tendrá mayorías.
En el caso de que el próximo presidente sea del arco
opositor no peronista, situación que podría darse si la coalición electoral
UCR-PRO-CC logra forzar una segunda vuelta, deberá gobernar formando
coaliciones de gobierno, o por decreto.
Formar coaliciones de gobierno implica un acuerdo entre
partidos por el cual se acomete una agenda legislativa común, compartiendo
lugares de decisión con el o los partidos con los que se acuerda. Gobernar en
minoría en la Argentina
es un gran desafío, a la luz de su historia política. Para que las coaliciones
funcionen son indispensables acuerdos explícitos sobre un programa común y una
distribución políticamente equilibrada de los cargos en el Poder Ejecutivo,
como por ejemplo, en Brasil, Chile y Uruguay.
Salta
El actual gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey se impuso
con el 47 por ciento de los votos en las primarias, a Juan Carlos Romero que
obtuvo el 33 por ciento y deja el camino allanado a su re reelección.
Tal vez a sabiendas de que las futuras elecciones que se
encadenarán hasta octubre - o noviembre - de este año, no presagian posibilidad
de sacarse fotos con candidatos victoriosos, todos los precandidatos
presidenciales del FpV posaron con Urtubey: Aníbal Fernández, Sergio Urribarri,
Agustín Rossi, Daniel Scioli y Florencio Randazzo estuvieron presentes a la
hora del festejo. Es más que probable que ninguno de ellos acuda luego de las
próximas elecciones de Santa Fe; Córdoba; Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires.
Obama no es Bush
Esa verdad de Perogrullo no parece haber sido notada por la
presidente Cristina Fernández que desgranó un discurso con una dureza
contrastante con la sabiduría con la que Raúl Castro o el mismo Rafael Correa
tomaron el giro histórico de los EE.UU. frente al gobierno de Cuba. La razón
reside en su egolatría y en que sus discursos son para consumo local, carecen
del más mínimo sentido de la diplomacia - no confundir con hipocresía - cuyo
manejo está en manos de personas de escasa idoneidad. El desplante, la falta de
puntualidad, han sido constantes de una actitud adolescente de la presidente en
estas reuniones multilaterales.
Curiosamente, las cumbres americanas nacidas en 1994 con el
propósito de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA),
tuvieron en la edición de noviembre de 2005 y con la presencia de George W.
Bush, en Mar del Plata, su certificado de defunción junto con aquella
iniciativa. De "La Feliz"
a Panamá, no hubo motivos para que estas cumbres llamaran la atención. Pero la
del país de Torrijos estuvo signada por la gradual normalización de vínculos
entre La Habana
y Washington y la anacrónica orden ejecutiva de Estados Unidos considerando a
Venezuela como una amenaza a su seguridad nacional.
En ese marco, el encuentro mostró el histórico apretón de
manos de los presidentes norteamericano y cubano, junto a la crónica falta de
coordinación de política exterior de los países de América del Sur. El
canciller uruguayo condenó la violación a los derechos humanos en Venezuela y
ratificó que en esa materia no cuenta la no intromisión en asuntos de carácter
doméstico. Dilma Rousseff hizo lo propio y asistió a la cena de empresarios a
la que los presidentes de países "bolivarianos" no acudieron.
En ese sentido, la Argentina mantiene una conducta, no se preocupa
por los derechos humanos en Venezuela, pero tampoco lo hace cuando negocia
créditos con China o con Rusia.