lunes 02 de marzo de 2015, 10:30h
En las últimas semanas, hemos visto el "desacople" entre un
mercado financiero argentino eufórico, con subas en el precio de los bonos y
acciones, y una economía "de todos los días", en dónde se sigue prolongando un
suave ciclo recesivo, aumenta el desempleo, cae la inversión y la tasa de
inflación, si bien desacelerando respecto del shock devaluatorio de principios
del 2014, se mantiene en torno al 2% mensual, que ha sido la velocidad de
crucero de la suba de precios en los últimos años.
En general, este desacople se ha explicado desde la apuesta
hacia un futuro, post 2016, mejor que el presente, dado el perfil de los
candidatos hoy más probables de suceder a CFK.
Es cierto que esa explicación es potable, dado que los
mercados financieros, por definición, ponderan más el futuro que el presente.
(Recuerden que los activos financieros, de alguna manera, se valúan trayendo al
presente expectativas futuras).
Mientras que el nivel de actividad diaria, pondera más el
pasado y el presente, que el futuro. Pero no es menos cierto, que ese desacople
puede justificarse, también, por el "premio" que hoy recibe quien apuesta a los
activos financieros argentinos, en el corto plazo, y por el "costo" que pagar
ese premio, traslada a las actividades de producción de bienes y servicios.
Veamos.
Si la Argentina de los próximos años converge a la
"normalidad de la Latinoamérica buena", resulta razonable pensar que la tasa de
interés implícita en la cotización de
los bonos argentinos emitidos en dólares va a bajar, porque esa tasa de interés
refleja, hoy, la Argentina kirchnerista.
Como la tasa de interés de los bonos emitidos está fija,
para que la tasa implícita baje, el precio de los bonos tiene que subir.
Pero lo más llamativo de los últimos tiempos, ha sido la
evolución de los activos en pesos.
La "pesificación" de los inversores.
Y allí, claramente, no interviene la apuesta de la
convergencia a una Argentina mejor en el 2016, si no la noción de que, en el
corto plazo, la tasa de interés y la tasa de inflación, le "ganan" a la tasa de
devaluación.
Dicho de otra manera, los inversores hoy prefieren los activos en pesos, a tener
dólares, no porque el 2016 será mejor, si no básicamente, porque el gobierno
les ha "asegurado" que no piensa repetir la experiencia del 2014 de devaluar
sin programa económico y, por el contrario, piensa usar al tipo de cambio,
junto con las tarifas, como un ancla para que la inflación se mantenga en la
velocidad de crucero mencionada. Y, en principio, entre China, nuevo endeudamiento "forzado"
con exportadores e importadores, y algo de endeudamiento voluntario, está en
condiciones de cumplir su promesa.
Técnicamente, estamos ante un "crawling peg"
activo, (por debajo de la inflación), no anunciado.
Es decir, este gobierno termina como todos los populismos
argentinos, sea de gobiernos militares, como de gobiernos civiles.
Endeudándose para mantener las reservas y otorgando un
seguro de cambio con ganancias extraordinarias, para que los inversores
prefieran tener pesos a tener dólares.
Piensen, por un momento, que si la tasa de devaluación ronda
el 12% anual y la tasa de interés en pesos es del 26%, el rendimiento en
dólares de dicha tasa supera el 13% anual!. Algo así como tres a cuatro veces,
lo que se recibe por tener activos en dólares en otros países de la región.