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Gallardón quiere a Esperanza

Después del Congreso de Valencia hay vida, y hay concordia, incluso hay amor. Pelillos a la mar; lo mejor es olvidar, que no es un verso suelto, sino un pareado. En política la sinceridad suele ser escasa; el elogio, de cartón, y las apariencias, engañosas. Sin embargo en política el frenazo y marcha atrás parece una maniobra necesaria, aunque a veces sea una maniobra de distracción.

Pasado el congreso de Valencia muchos quieren aparentar que todo vuelve a su ser, que las aguas regresan a su cauce y que el partido unido, jamás será vencido; que esa unidad debe ser la bandera para afrontar el futuro, y que las discrepancias personales hay que dejarlas aparcadas, ¡qué digo, enterrarlas!, porque hay que encarar el futuro con buena cara y olvidar las diferencias para conseguir la aproximación.

Y de ese ejercicio de hacer grato y casi familiar el viaje de no se sabe a qué parte, los rencores se convierten en amores y las viejas rencillas en sonrisas para la foto. Los analistas políticos y los espectadores de base coinciden en que Esperanza Aguirre ha sido la perdedora del Congreso, más por lo que Gallardón aparenta haber ganado que por lo que ella ha perdido; que no ha sido tenida en cuenta en la medida que pensaba hace meses que Mariano Rajoy la tendría en cuenta en sus pensamientos diarios, y que a partir de ahora la “guerra de sucesión” se va a centrar en Madrid, digámoslo claro, entre Esperanza Aguirre y Gallardón, por aquello de la importancia que tiene el poder territorial para alcanzar el poder del Estado.

Y ahora llega don Alberto y echa un jarro de agua fría sobre los agoreros, manifestando claramente su apoyo a la presidenta del partido en Madrid; alabando su gestión al frente de la Comunidad, insistiendo en que debe volver a ser elegida presidenta del partido en Madrid el próximo mes de octubre, aclarando que no piensa presentar candidatura, ni en nombre propio ni en el de Manuel Cobo. Y algunos sospechan que detrás de tanta generosidad se esconde alguna estrategia, que pasaría por reconocer que el congreso regional de Madrid está demasiado cerca como para que haya tiempo de hacer amigos; que en estos momentos Esperanza Aguirre sigue manteniendo mayoría en Madrid y arriesgarse a volver a perder con ella, podría ser perjudicial para la salud política de Gallardón, para sus expectativas de futuro. Prefiere seguir siendo leopardo agazapado, como dijo ayer su compañero Vidal-Quadras. Pero, de momento, de cara a la galería y para la foto de familia, queda bien esa declaración de amor y fidelidad del alcalde a su presidenta. 
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