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OPINIÓN/Víctor Gijón

Oposición de insultos

Oposición de insultos

La oposición tiene todo el derecho a ser dura, inmisericorde y fustigadora sin descanso del Gobierno. Otro cuestión es si sus argumentos son ciertos, se basan en datos reales, o únicamente responden a visiones partidarias y partidistas.
Pero aún en este último caso no merecería reproche, sino respuesta documentada. Pero, ¿cómo se puede responder a un torrente de descalificaciones e insultos?

 Por mucho que algunos medios de comunicación y agencias de prensa se afanen por eludir los exabruptos, el diario de sesiones del Parlamento, que es público y esté disponible en Internet, a buen seguro que recogerá las verduleras manifestaciones de la diputada popular, Maria José Sáenz de Buruaga.

Esta parlamentaria del PP no pierde ocasión de superarse a si misma. Cuando uno piensa que no se puede gritar más, ella grita el doble; cuando se cree que no puede haber mas insultos, la dirigente popular insulta el doble.

En el debate de este lunes en el Parlamento de Cantabria Sáenz de Buruaga volvió a los viejos estilos de la demagogia más contumaz a la hora de tratar un tema tan sensible como las listas de espera. De forma premeditada, porque no quiero pensar que es ignorancia, la diputada popular mezcló la Ley de Garantías de Demora en el Servicio Cántabro de Salud, que regula el derecho de los usuarios de ese servicio público a no tener que esperar indefinidamente para ser intervenidos, con las listas de espera. Y volvió a utilizar acusaciones de grueso calibre -- mentirosos, desfachatez, frivolidad, necedad…--, dirigidos al Gobierno.

 Un Gobierno que de hacer caso a Buruaga sería el responsable directo del aumento de las listas de espera, lo cual, si fuera cierto, que no lo es, debería ser calificado de acción criminal. Pero cuando se la recuerda a la diputada que esas listas de espera se multiplicaron por la huelga médica, organizada por sus amigos y algunos colegas de partido, la dirigente del PP se defiende afirmando que el Gobierno también tuvo la culpa de la huelga. Lo cual eximiría de toda responsabilidad a quienes plantearon el conflicto médico como ariete para deteriorar al Gobierno PSOE-PRC en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales.

Pero lo cierto y verdad es que las listas de espera crecieron y crecieron por la huelga médica --también debido a carencias estructurales, no precisamente de ahora, y la obras de Valdecilla para recuperar el hospital--. Y lo que molesta a los huelguistas más acérrimos, que parecen haber inspirado la diatriba de Sáez Buruaga, es no poder sacar beneficio del conflicto, operando en la privada lo que no operaron, por estar en huelga, en la pública.

Así se entiende la indignación de la diputada del PP ante que quienes quieren y piden, transcurrido el tiempo fijado para ser intervenidos, ser derivados a centros privados, pero de otras comunidades autónomas.
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