El presidente Martín Torrijos se encuentra en Chile, hablando de medioambiente. Mientras tanto, en casa los aborígenes de varias etnias han acampado en la Plaza de la Independencia –también llamada Parque de la Catedral- para protestar por el daño que causan y causarán a su medioambiente los proyectos mineros, hidroeléctricos y de turismo residencial.
Torrijos viajó el pasado lunes a Santiago de Chile, al segundo encuentro de la Comisión para una Sociedad Mundial Sustentable (CSMS), convocado por la Internacional Socialista (IS). El presidente panameño es el único mandatario en la comisión, donde también participa el ex·presidente chileno Ricardo Lagos. La reunión tratará sobre el calentamiento global y sus consecuencias en el cambio climático, y las medidas que los gobiernos latinoamericanos deberán tomar para frenarlo. Torrijos sustentará la importancia de la ampliación del Canal de Panamá para reducir la emisión de carbono.
Pero mientras expone en Chile el tema, en casa los aborígenes han decidido encandenarse a las puertas de la presidencia –en la plaza- tras haber agotado con su presencia y sus fogones ardiendo, la actitud paciente y la espera de ser atendidos por el mandatario. Vecinos y turistas colaboran con dinero, comida y facilidades sanitarias, para que la protesta aborigen alcance sus propósitos. La leña que trajeron desde sus selvas se agotó, por lo que ahora dependen de la comida que puedan comprar, y de las donaciones de alimentos de los transeúntes y los residentes del barrio de San Felipe. El presidente Torrijos espera que la Mesa de Concertación Nacional para el Desarrollo atienda el caso de los aborígenes. La citada Mesa es una comisión para que se apliquen las medidas propuestas para el desarrollo nacional, tras haber triunfado la solicitud popular de que se creara un Plan de Desarrollo Nacional que trascendiera los lapsos gubernamentales de 5 años.
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