Dos horas de tensa reunión, como se podría observar en la cara que presentaban los principales actores en su comparecencia -por separado- ante la prensa. No se esperaban otros resultados ante el órdago del lehendakari Juan José Ibarretxe al Estado, y menos después de escucharle decir que “espero que no haya un desplante al diálogo, difícil de entender si se ha estado negociando de estas cuestiones con Batasuna y con ETA”. Sin duda, un golpe bajo, bajísimo, hacia el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero.
Juan José Ibarretxe llegó a las 10.30 horas al Palacio de la Moncloa para repetirle al presidente Rodríguez Zapatero el discurso que ya había lanzado el pasado 28 de septiembre en el debate sobre política general en el Parlamento vasco: apertura de negociaciones ‘tú a tú’ para un ‘modelo amable de convivencia’ entre Euskadi y España, plazos de negociación, referéndum final en octubre de 2008… y, si no era admitido su plan ‘amable’ de diálogo y consenso con el Estado, su plan alternativo: pleno en el Parlamento vasco en junio de 2008 para que, por mayoría, se apruebe una ‘consulta popular’ sobre soberanismo con el fin de que sea la sociedad vasca la que abra el proceso político que lleve a un referéndum de ¿autodeterminación? –el lehendakari no ha usado esta palabra- en el segundo semestre de 2010.
En el fondo, Ibarretxe, con un calma sorprendente dada la situación y exigiendo “respeto” a su persona por políticos ‘de Madrid’ y por periodistas, lo que ha hecho es presentar por la vía de los hechos una nueva versión del famoso ‘Plan Ibarretxe’ que le tiró el Congreso de los Diputados en febrero de 2005. Pero ahora soslayando a las Cortes Generales y utilizando en su discurso a ETA para la consecución de sus fines: “No acepto que sea ETA quien dé permiso para que el presidente Zapatero y yo negociemos”. Y el golpe bajísimo, barriobajero, a un Zapatero que aún respira por la herida de su fracasada negociación con la banda terrorista: “De estos temas [¿soberanismo y territorialidad?] han estado hablando y negociando [Gobierno del Estado y PSE-PSOE] con ETA y Batasuna”.
Dos horas de conversación que han servido, por lo que se ve, para bastante poco. Tras la comparecencia ante la prensa de Ibarretxe en una pequeña sala habilitada al efecto, a los periodistas se les trasladó a la sala más solemne habitualmente utilizada para las ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros y las comparecencias del propio presidente del Gobierno. Era evidente que Zapatero iba a comparecer, aunque la decisión, según ha sabido Diariocrítico de fuentes solventes, se tomó tras una intensa reunión en Moncloa en la tarde anterior en donde se vieron los pros y los contras de no comparecer el propio Zapatero o de, si comparecía, no se pondría al mismo nivel el jefe del Ejecutivo español con un presidente autonómico.
Pero el contenido –tenso- de la reunión fue determinante para que Zapatero compareciera, y lo hiciera con un mensaje todo lo contundente que su habitual ‘talante’ puede ser: “Estamos en una segunda parte de lo que fue el ‘Plan Ibarretxe’ y el destino de este segundo ‘plan’ será que no será aprobado ni puesto en práctica”. Contundencia, sí, pero no la suficiente para calmar a las filas del PP, que ya han dicho que la respuesta de Zapatero ha sido “timorata” y que carece de legitimidad y capacidad para frenar el desafío del lehendakari.
Las claves de Ibarretxe
La impresión generalizada es que Zapatero e Ibarretxe se han ‘oído’, sí, pero no se han ‘escuchado’, según lo que ambos comentaron a los periodistas en sus respectivas ruedas de prensa. Ahora bien, el discurso de Ibarretxe –que llegó a enfadarse con una periodista vasca afincada en Madrid por una pregunta que le hizo sobre su propia ‘legitimación’ para convocar un referéndum así- es un discurso lineal, con unos puntos muy claritos que se pueden resumir en los siguientes.
- Este debate (‘su’ debate) es legítimo y no se debe afrontar con nerviosismo y mucho menos con insultos y descalificaciones hacia el lehendakari.
- El “enemigo de España y de Euskadi” es la violencia, pero no las “propuestas políticas que hagamos los legitimados por la sociedad, en este caso la vasca” (de ahí el enfado con la periodista que le preguntó que por qué él estaba legitimado para echar un pulso al Estado como éste).
- “Estamos en el inicio”, es decir, que ha comenzado la negociación –Zapatero lo niega- “y quiero presentar este ‘Down Street’ [residencia del premier británico donde se llegó a un acuerdo para el caso irlandés] en el Pleno del Parlamento vasco de junio de 2008 para su ratificación”; luego, convocatoria de referéndum el 25 de octubre de ese año. Es la oferta de un ‘pacto’ al primer ministro español para convocar un referéndum conjunto que de otra manera sería ilegal.
- Pero si Zapatero no acepta, se convocará una ‘consulta popular’ –‘consultiva’- para abrir un proceso político –una especie de ‘esto son lentejas’- que llevaría a un referéndum en 2010 (¿quiera o no quiera el Estado?). Porque la propuesta de consulta es “legítima, legal y democrática” (Zapatero niega la mayor).
- ETA en ningún caso debe ser el “interruptor, encendiendo o apagando la negociación" (atrás ha quedado aquel famoso no se negociará si no es con ausencia de violencia).
- Y la ‘pólvora final’ en dos fases: primera, “el pueblo vasco es un pueblo muy tenaz y el lehendakari también” (¿una advertencia?); segunda, “doy por bien empleado el viaje y el inicio del camino” (¿dice el lehendakari que ha comenzado la negociación con el Estado, aunque el jefe del Ejecutivo lo niega).
Las claves de Zapatero
La visión de Zapatero sobre esta misma reunión es radicalmente distinta a la del lehendakari, de lo que se deduce que, más que el desacuerdo, la confrontación es total: “Cualquier consulta en este país sólo la puede hacer el Estado a través del Gobierno o de las Cortes Generales”, principio universal. El resto se puede resumir en los siguientes puntos.
- “Una consulta popular por vía referéndum siempre tiene que ser autorizada por el Estado”; ése es el principio y “es claro como el agua: no puede convocar y lo que no se puede hacer no se va a hacer, no se hará”.
- Ibarretxe viene con mayoría –del Parlamento vasco-, pero no con consenso o, como se le llama ahora, ‘transversalidad’; luego, su ‘segundo plan Ibarretxe’ no vale.
- Esto no es nuevo, lo viene repitiendo Ibarretxe desde el año 2001, aunque entonces con un Gobierno del PP y teniendo como presidente a José María Aznar -¿recordatorio al PP, poniéndose la venda antes de la herida?-.
- No se ha procedido a ninguna apertura de un proceso negociador –desmentido tajante al lehendakari-: “Sólo hay un camino, y es el de la legalidad y la Constitución”.
Y un consejo: que reforme el Estatuto de Gernika con amplio consenso, que lo traiga a las Cortes Generales, que se discuta políticamente, que se apruebe la reforma y que se convoque luego un referéndum. Es la vía legal, sí, pero la respuesta del lehendakari es taxativa: no cree en la reforma del Estatuto porque ahí están los ejemplos del Estatut catalán y de Navarra. Efectivamente, se han ‘oído’, pero no se han ‘escuchado’.
Si (
No(
