Afganistán, otra vez

   Cada vez que se produce un incidente en Afganistán en el que aparecen "alcanzados" soldados españoles, se repite la misma historia: junto a los lamentos y eventuales muestras de dolor, los políticos discuten si España y sus tropas están allí participando en una guerra contra los talibanes o si bien no hacen otra cosa que cumplir la misión de paz encargada por las Naciones Unidas, y a lo sumo, se defienden de los ataques "de la otra parte", talibanes y otros fundamentalistas.

   Esta vez, también. El atentado que costaba la vida a dos militares españoles y un intérprete afgano, cuando una bomba estalló al paso  de un blindado dotado de inhibidores, ha sido la razón del debate desarrollado en los medios informativos y en el Congreso de los diputados, al mismo tiempo, y que alcanza también al tipo de medalla al mérito militar y en acción de guerra que siempre se discute para quienes "solamente" han sido enviados a cumplir misiones de paz y no a participar en acciones bélicas en otro país.

   En realidad, ambas partes, PSOE y PP tienen razón; las tropas españolas fueron enviadas a Afganistán cumpliendo el mandato de las Naciones Unidas, y de la OTAN, para "pacificar" la región, o mejor dicho, para impedir que el integrismo talibán se siga extendiendo por aquella zona del mundo. Para cumplir esa misión "de paz", resulta evidente que las tropas españolas, y las italianas, y las de los restantes países participantes, deben, no solamente limitarse a resistir en sus posiciones, que ya sería mucho, sino a evitar que esas posiciones las ocupe "el enemigo". Porque es evidente que hay enemigo, y que actúa, que no tiene como misión la de estarse quieto... Y estando de ese modo las cosas, se entiende lo que dice el ministro Alonso en el Congreso, que "si nos vamos, volverán los talibán". Que nunca se han terminado de ir, y que según las más recientes informaciones, siguen ocupando espacios y ganando posiciones.

   En realidad y sin haber declarado guerra alguna, y por desarrollarla en tierra extranjera, lo lógico y normal sería que las tropas españolas se apresurarán a regresar. ¿Qué pintan ahí nuestros legionarios, qué se le ha perdido a España en Afganistán? Nos preguntamos una y otra vez, y sobre todo, cuando una bomba se lleva por delante a otros dos militares españoles. Pero, ¿quién quiere cargarse la responsabilidad de que los talibanes vuelvan al poder en Kabul, y vuelvan a imponer su ley de la burka y sigan liquidando el patrimonio histórico y cultural de miles de años? Porque todo eso hicieron durante su anterior mandato, cuando Bin Laden encontró en las montañas del país su cobijo y su apoyo, para librar su particular guerra contra los Estados Unidos y el resto del mundo que no piensa como él.

   Afganistán seguirá siendo un permanente dolor de cabeza, una constante preocupación. Para los políticos y ciudadanos españoles y para el mundo en general...