“Ha sido una reunión marcada por la buena voluntad, por la buena disposición para recuperar la unidad democrática contra el terrorismo… Y, en ese sentido, les diré que la reunión de hoy ha sido positiva, muy positiva”. Así lo afirmaba la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en la conferencia de prensa convocada por Moncloa para informar del contenido de la reunión, de ciento minutos, entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Se ha notado, efectivamente, un aire distinto entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Un nuevo aire hasta en el vocabulario utilizado en Moncloa, donde ya se habla abiertamente de “derrotar a ETA”, la frase preferida de Rajoy por contraposición a “proceso de diálogo”.
Según la información facilitada por De la Vega, no se ha hablado del Pacto Antiterrorista. Pero, ¿entonces, cómo superar la fase de enfrentamiento? En Moncloa han ofrecido a Rajoy una fórmula para calmar las ansias del PP de actuar bilateralmente con el Gobierno para incluir al resto de las fuerzas políticas: la creación de tres niveles de comunicación lo suficientemente escalonados como para mantener la ilusión de que son el Gobierno y el PP los que consensuan la política antiterrorista.
Un primer nivel se refiere a una comunicación directa y fluida entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Un segundo nivel lo constituye una comisión bilateral Gobierno-Partido Popular, cuya composición, sin embargo, no ha quedado fijada. Y un tercer nivel estará a cargo del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que informará al resto de los grupos parlamentarios. Es obvio que esta fórmula refleja un espacio preponderante para Rajoy, en primer lugar, y para su partido, en segundo término. Después, todos los demás. No es el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, pero significa un fórmula para “trabajar todos juntos con firmeza y eficacia en la lucha contra el terrorismo”, en palabras de De la Vega.
Ahora bien, algunos comentaristas recuerdan la célebre reunión que Rajoy y Zapatero mantuvieron en Moncloa a mediados de enero de 2005, en la que Rajoy le propuso una fórmula similar, sólo que más globalizada, para afrontar los grandes retos del Estado en esta legislatura. Zapatero le dijo entonces que sí, pero luego llegó la ‘rebaja’: ni siquiera se llegó a constituir la ‘comisión de enlace’.
Ahora los tiempos parecen haber cambiado después de que ETA anunciara el final de la tregua y la activación de todos sus comandos y objetivos. Por ello, esta reunión en Moncloa, la novena que mantienen ambos líderes, no se había convocado para convertirla “en una cita de reproches, totalmente inútiles, por otra parte”, según la vicepresidenta, sino para trazar las líneas de por dónde ha de ir la lucha antiterrorista: “Todos juntos en la misma dirección: acabar con la violencia de los terroristas” y la promesa presidencial de reforzar la acción policial, la judicial, la cooperación internacional y la unidad de todos los demócratas con el objetivo de “derrotar a ETA”. La palabra, precisamente, que más quería oír Rajoy junto a esta frase: se acabó el proceso negociador con la banda armada.
Parece que esa frase la ha escuchado Rajoy en labios del propio Zapatero a tenor de lo que ha trasladado la vicepresidenta De la Vega a los medios de comunicación: “Todos, absolutamente todos estamos contra ETA”, y mensajes similares que parecen lanzados para calmar las desconfianzas en el PP, tales como “avanzar todos juntos para acabar con la violencia” o “es evidente que derrotar a ETA es un objetivo de este Gobierno” o “ha sido, es y será derrotar a ETA el objetivo prioritario”. Otro clima se ha abierto, parece obvio, que viene anticipado por la ‘suavidad’ con la que De la Vega ha tratado en esta ocasión en el PP al abordar cada una de las cuestiones por las que era preguntada.
Existen, no obstante, graves discrepancias en temas puntuales como la ilegalización de Acción Nacionalista Vasca (ANV), exigida por Rajoy y a la que el Gobierno se opone afirmando que la legalidad vigente “hace inviable hoy esa posibilidad” (sic). Ahora bien, Zapatero le ha prometido “actuar con toda contundencia en el caso de que [ANV] cruce la línea marcada… con toda contundencia”.
Y hay discrepancias también en cuanto a quién formará gobierno en Navarra y qué ocurrirá, paralelamente, en Álava. Por esta cuestión se ha interesado directamente Mariano Rajoy, preocupado por un más que posible pacto del PSN con la IU navarra y Nafarroa Bai que desalojaría a UPN del Gobierno foral. Pero sólo ha conseguido una verónica del presidente del Gobierno que le ha dicho que “las decisiones deben adoptarse en el ámbito que corresponden”, es decir, en el ámbito del PSN y del PSE, y que, en todo caso, se tomarán atendiendo este orden: el interés de los navarros, el interés de los españoles y el respeto al deseo de las urnas. Vamos, que todo parece indicar que el socialista Fernando Puras va a suceder al popular Sanz en Navarra.
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