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Vuelta para Fernando Robleño y bicornes de Escolar y Hernández Pla

Cuarta de abono: Casta agresiva versus coletudos derrochantes de testosterona

Cuarta de abono: Casta agresiva versus coletudos derrochantes de testosterona

Cuatro toros de JOSÉ ESCOLAR, 5º y 6º de HERNÁNDEZ PLA, desiguales de presentación, con casta, mansos -excepto 5º- y peligrosos. EL FUNDI: pitos tras dos avisos; pitos. JOSÉ IGNACIO RAMOS: silencio; silencio. FERNANDO ROBLEÑO: ovación tras aviso; vuelta. Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. Lleno

¿No queríamos casta, tras tres días de todo lo contrario? Pues ahí la tuvimos con la mezcolanza de Escolar y Hernández Pla, cuyos bicornes aportaron su agresividad, fiereza y peligro para mantener siempre alto el interés por la función. Ante ellos, valentísimos, coletudos especialistas y cercanía del éxito estadístico para Robleño.
Vídeo del festejo. Cortesía de Taurodelta.
Loor a esta terna de cabales lidiadores, de afanados y valerosos expertos en las corridas duras: El Fundi, José Ignacio Ramos y Robleño. Cada uno a su estilo y siempre jugándose la femoral, mataron el encierro de los anunciados de Escolar y los sobreros de Hernández Pla, no siempre entendidos por los aficionados que quieren la fiesta moderna de pases de pitiminí, algo imposible con semejante catadura de sus enemigos.

Fue una función muy distinta a las habituales con el toro manejable, paradote, descastado y dócil (por ejemplo las tres primeras del ciclo). La casta agresiva del encierro hizo que los toros fueran con alegría al caballo, con desigual comportamiento allí, y que tomasen un total de 17 varas, 17. Como es lógico, nadie se aburrió como en las tres primeras corridas, y menos la terna que debió lidiarlos, molesta además por el aire.

El primer burel mostró cierta codicia noble al principio de faena y El Fundi,sin fiarse en demasía, lo muleteó por los dos pitones con olor de clasicismo hasta que el toro demudó, se puso a la defensiva y ahí se acabó todo. El cuarto, que se repuchó siempre frente al varilarguero, era nada apto para ortodoxias artísticas y el de Fuenlabrada lo macheteó con rapidez, entre los pitos de parte del público.

De similar guisa fue el lote de Ramos -que banderilleó ora en solitario, ora con El Fundi- en el último tercio. Pero si el de Escolar había sido así desde que salió, no ocurrió lo mismo con el de Hernández Pla, bravo en el penco, al que acudió con prontitud e incluso casi sin que lo pusieran en suerte en el tercer puyazo. Pero el animal no aguantó tanta leña y las carreras con los rehiletes y fue imposible después el toreo moderno.

Sí que se acercó al mismo Fernando Robleño, utilizando un aún mayor derroche de testosterona frente a sus dos fieros bicornes y poniéndonos una aguja de sufrimiento en el esófago a los espectadores. A base de tragar pisando terrenos comprometidos, el pequeño (en estatura) gran coletudo extrajo redondos de mérito y emoción al tercero -al que mató mal- y naturales de idéntica condición al sexto-al que lo despenó bien-.

Y se merecía una oreja que el presidente no concedió a pesar de la mayoritaria petición. Momento en que nos acordamos del regalo de oreja verbenera del día de antes a Valverde con una faena vulgar ante un bicho sin casta ni fuerza. En fin, estadísticas al margen, Robleño -sin desmerecer a sus compañeros de terna- dio la talla y  pidió  más paseíllos y oportunidades. Que se las den.
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