Marbella quiere pasar página

Después del "shock" que supuso para los marbellíes ver a toda la cúpula municipal entre rejas, descubrir que se habían llevado el dinero a manos llenas y que la gente del resto de España les miraba como si fueran unos apestados, la mayoría quiere pasar página lo más rápidamente posible. Son muy pocos, por no decir ninguno, los que defienden la gestión de Jesús Gil o la de sus sucesores, el ínclito Julián Muñoz o la mil veces operada Marisol Yagüe. De lo que se trata ahora es de que de los próximos comicios municipales salga un gobierno, bien sea del PSOE o del PP, limpio de polvo y paja, con la suficiente credibilidad como para continuar la labor que está llevando a cabo la gestora de la que forman parte gentes que no están contaminadas por la corrupción, y que han sido los encargados de poner en orden las maltrechas arcas municipales.

Urge pues que el Juez Torres cierre también el sumario y empiece el macrojuicio que dictamine quiénes son los verdaderos culpables del saqueo de Marbella, que vaya a la cárcel quién tenga que ir y devuelvan el dinero quiénes de forma ilegal se lo llevaron. Dicho esto, conviene que la gente sepa que existe otra Marbella que nada tiene que ver con la corrupta, con la del ladrillo, con la de las comisiones ilegales.

Es la del pequeño empresario que lucha por sacar a su familia adelante, la de los restauradores, la de las mil y una tiendas de ropa o decoración, la de los libreros, la de los jubilados españoles y de otros países que han elegido esta ciudad porque les gusta el clima, la vegetación y el aire que aquí se respira.

Basta con darse una vuelta por Puerto Banús, o cualquiera de los muchos centros comerciales que hay en Marbella, para comprender que esta ciudad no ha muerto y prueba de ello es el espectacular cambio que ha dado en apenas un año, el más emblemático de los Puertos, el de Banús, donde se han instalado las firmas más prestigiosas del mundo: Prada, Cristian Dior, Dolce Gabana, Burberry o Cloe, y otras mil de las que nunca había oído hablar -sobre todo italianas-  y donde un par de zapatos sencillitos no baja de los quinientos euros.

Señal inequívoca de que los empresarios españoles y extranjeros siguen apostando por Marbella como centro turístico de primera calidad. En pocos lugares de la costa española hay los hoteles, los restaurantes, las tiendas, y las mansiones que hay en Marbella. Verdaderos palacios de las "Mil y una noches", donde viven personajes llegados de Extremo Oriente o de Centro Europa, a los que no les gusta aparecer en prensa porque lo que buscan es precisamente intimidad.

Dice el refrán que "no hay mal que por bien no venga". Hay quién sostiene que con la "Operación Malaya", la llegada de la policía judicial, de los Inspectores de Hacienda, se ha conseguido un efecto que quizá nadie esperaba, y es la desbandada de quienes creyeron que Marbella era el paraíso de los delincuentes, de las mafias, del crimen organizado.