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Judicialización y espectáculo

Judicialización y espectáculo

Por Pascual Hernández del Moral.
sábado 15 de noviembre de 2014, 15:46h
Bien sabes, amigo Venancio, la angustia con la que seguíamos, yo y todos, el proceso de la enfermedad de Teresa Romero; sí hombre, la auxiliar de enfermería que se infectó de ébola, mientras cuidaba al misionero Manuel García Viejo. Y la esperanza, que iba creciendo en todos a medida que pasaban los días y Teresa aguantaba, se convirtió en júbilo cuando se curó. Una alegría profunda, y un halo de esperanza porque su curación podía abrir algún camino para el tratamiento de tan terrible enfermedad.
 
El otro día tomábamos unas cervezas mi esposa y yo con unos amigos, y salió a relucir el terror social que produjo la enfermedad, cuado llegó a nuestro país. Los medios de comunicación, creyendo cumplir con su obligación (¿?), contribuyeron a difundir ese terror entre la gente, que hablaba y hablaba, mostrando una "sabiduría" digna de mejor causa. No será, créeme camarada Venancio, la última vez que veamos a los medios, a todos, provocar y alimentar estados de histeria social, como el que hemos vivido las tres semanas de la enfermedad de Teresa. El  sacrificio del perro dio otro motivo de debate: que estaba bien que se sacrificara, decían unos; que no, que era un "crimen" (llegamos a oír incluso que era un "asesinato"), decían otros; la polémica se incrementó cuando el perro de una enfermera americana de Dallas, Nina Phan creo que se llamaba, que también se infectó de ébola, "salvó su vida".
 
Los primeros días, Teresa Mesa fue la portavoz de la familia,  hasta que el marido, Javier Limón, la apartó de ese menester para nombrar a un abogado. Alguna ventaja de algún tipo debió vislumbrar el consorte porque, inmediatamente después de haber grabado el video doméstico en el que arremetía contra todos, anticipaba denuncias y querellas mil; según parece, vedó a determinados medios de comunicación reservando sus declaraciones exclusivamente para una televisión. ¿Sería por cobrar?
 
Hablábamos de esto, compañero Venancio, con mi esposa y un matrimonio amigo que tú conoces bien, Charo y Ángel, mientras echábamos cervecitas en "El Barril", cuando Charo echó al fuego de la disputa un leño más: el espectáculo previsible de la enferma, que, una vez curada, haría "bolos" de plató en plató con su marido, a tanto el jornal. Mercedes, mi santa, y Ángel no creían que fueran tan ruines y bellacos como para hacer negocio de su sufrimiento pasado. Charo y yo no las teníamos todas con nosotros, y sospechábamos que el cambio de portavoz podía hacer pensar que acabarían en las televisiones, en los programas-portera. Hasta ahora, parece que Mercedes y Ángel tenían razón; Charo y yo éramos los bribones que pensábamos mal de la enferma y su consorte. Pero no debimos ser los únicos, porque en un tuit de esos modernos, un joven de NNGG del PP los acusaba de "querer sacar tajada", y algunos compañeros la culpaban de "contagiarse adrede". Para hacer estas afirmaciones hay que ser muy malo, y tener el corazón de pedernal.
 
Judicializar el caso es otra cosa: el consejero de la Comunidad, que ya "llegó comido" a la política, careció de delicadeza al acusar de negligente y de casi tonta a Teresa. Es verdad que entre médicos, ATS, auxiliares como Teresa, personas del servicio de limpieza... debieron ser varias docenas los que cuidaron a García Viejo, y de entre tantos, sólo ella se contagió. No debían ser tan malos los planes -"protocolos"- que se aplicaron. Por la falta de consideración (y de tacto y educación añado yo, Venancio amigo) le ha planteado una demanda al consejero de sanidad de la Comunidad por lesionar su honor, por ciento cincuenta mil euros; otra cantidad semejante por el "asesinato" de su perro Excalibur, y además, se ha unido a todas las demandas que, con razón o sin ella, han puesto casi todos los estamentos de la sanidad. El total, más  menos, asciende a seiscientos mil euros.
 
Pero en cambio creo que no ha hecho el esperado periplo por las televisiones. Bendito sea Dios, que nos ha ahorrado el espectáculo, y por lo menos, Teresa ha mostrado una gran dignidad. De momento, nos hemos "salvado" de la diversión; la judicialización del caso será resuelta en su momento por las instancias oportunas, que dirán lo que tengan que decir, a lo que siempre se podrá recurrir.
 
Una carta que corre desde hoy por los hospitales, firmada por un "compañero médico" en la que se le aconseja a Teresa que se calle, y que lo que tiene que hacer es dar las gracias por haberse curado, contradice otras cartas de compañeros que le daban ánimos mientras sufría la enfermedad. Y da razón de lo necio del ser humano.
 
Este país nuestro, socialmente enfermo, de truhanes y porteras, de ladrones y gilipollas (Pérez Reverte dixit), debería curar su corazón de mármol.
 
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