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Un 'hogar terapéutico' en Brea de Tajo

El centro de menores Teresa de Calcuta, ubicado en Brea de Tajo, acoge una unidad terapéutica para jóvenes infractores aquejados de trastornos mentales. Su objetivo es compaginar la terapia necesaria para tratar su dolencia con su reeducación para así reinsertarlos en la sociedad de la forma más normalizada posible.

Un pequeño edificio, muy cerca de la entrada del 'macrorrecinto' del Teresa de Calcuta, gestionado por Ginso, alberga a cuatro menores cuyos problemas psíquicos requieren atenciones especiales durante su internamiento. Se trata de la Unidad Terapéutica de Salud Mental, un recurso especializado con el que la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI), dependiente de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, atiende a los menores sujetos a medidas judiciales que presentan este tipo de problemas.

El edificio, cuyas puertas están dotadas de un sistema de esclusa y que cuenta con un puesto control que vigila todo excepto las habitaciones de los menores, dispone de las instalaciones necesarias para que los menores puedan cumplir su medida con todas las garantías. Desde el comedor hasta el aula, pasando por la consulta del psiquiatra y del personal educativo, el huertecillo de la entrada o el pequeño patio para hacer deporte, todo está pensado para que los menores puedan desarrollar su vida cotidiana de la forma más normalizada posible.

Hasta allí se desplazan los profesores que imparten enseñanza reglada y los monitores de talleres como el de cerámica, uno de los primeros a los que acceden los menores que cumplen su medida en esta unidad. De esta forma, siempre acompañados por un educador, pueden proseguir su formación o, en caso de que no deseen hacerlo, asistir a talleres que les abran puertas para su futuro profesional.

Las habitaciones, todas ellas individuales y con baño, están adaptadas para acoger a menores de estas características. Las camas están ancladas al suelo, la cortina de la ducha carece de cuerda, los espejos no están hechos de cristal sino de un material flexible y los colchones son ignífugos. Aunque son habitaciones austeras, la idea consiste, precisamente, en poder integrar al menor en los demás módulos del centro, los 'generalistas', a lo largo del cumplimiento de la medida. Allí, una vez que el tratamiento haya dado resultados positivos y ellos demuestren un buen comportamiento, podrán acceder a más comodidades. De esta forma, se pondrán las bases para mejorar su integración una vez que salga del centro.

Según explica Luis Javier del Hierro, director del Teresa de Calcuta,, en este módulo "los menores establecen vínculos muy sólidos con el equipo técnico". "No suelen estar acostumbrados a que les escuchen y aquí encuentran el apoyo que les falta", añade Magdalena Mayorga, coordinadora de Tratamiento del centro. Por eso, explica, cuando pasan al resto de los módulos o salen de nuevo en libertad, a veces llaman al centro a diario para hablar con los trabajadores, y suelen mantener contacto también con los compañeros a los que han conocido aquí.

De esta forma, la Comunidad da respuesta al artículo 16 de la Ley 5/2000, de Responsabilidad Penal del Menor, que prevé el internamiento terapéutico para "aquellos casos en los que los menores, bien por razón de su adicción al alcohol o a otras drogas, bien por disfunciones significativas en su psiquismo, precisan de un contexto estructurado en el que poder realizar una programación terapéutica, no dándose ni, de una parte, las condiciones idóneas en el menor o en su entorno para el tratamiento ambulatorio, ni, de otra parte, las condiciones de riesgo que exigirían la aplicación a aquel de un internamiento en régimen cerrado".

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